"Empezamos hablando de un trabajo de clase, y acabó haciendo comentarios sexuales totalmente fuera de lugar". Quien habla es Susana (nombre ficticio), alumna del Conservatorio Superior de Música de Navarra, que vivió esta situación el pasado octubre de 2024 con su profesor de Composición. Junto a ella, hay por lo menos otras tres víctimas y varias alumnas que atestiguan el ambiente "envenenado" que se desató en la institución educativa musical de Navarra, y que ahora se sinceran por primera vez con este medio de comunicación.
Para muchos, estos abusos pasaban desapercibidos, y las víctimas tenían miedo de actuar porque esos profesores eran quienes las iban a evaluar. Hasta que, finalmente, Lola (nombre ficticio), otra de las víctimas de uno de los profesores, decidió hacer frente a lo que había sucedido haciéndolo público ese mismo mes de octubre, después de que tiempo antes, Arantza Lorenzo, la directora del Conservatorio, escuchara lo que le había ocurrido.
Todo empezó cuando el profesor empezó a seguir en Instagram a Lola tres años antes, en 2021, cuando sólo se conocían de vista y ella estudiaba el Profesional. Pero pasado un tiempo, el profesor empezó a mandarle mensajes por la red social con "propuestas sexuales muy explícitas, directas y sin probabilidad de ser malinterpretadas".
Ella le contestó de forma cortés porque en junio de 2023 el profesor sería uno de los docentes que decidiría si era apta para pasar a las Enseñanzas Superiores: "Lo rechazaba con miedo y sin atreverme a contar la situación porque iba a formar parte de mi Tribunal".
La carrera de un instrumento musical en el conservatorio puede durar hasta 14 años. Los primeros cuatro son de enseñanzas elementales. Después se hace un examen de acceso a las enseñanzas profesionales, que duran seis años. Por último, los estudiantes realizan una prueba de acceso a las enseñanzas superiores, un examen parecido a la Selectividad. Este último periodo dura cuatro años, lo mismo que una carrera universitaria común.
Finalmente, entró al Conservatorio: "En mi primer año me daba clase individual de percusión, pero en marzo de 2024 hablé con la directora y me lo quitaron, que era lo máximo que podían hacer", cuenta la alumna.
La nueva dirección del Conservatorio contactó con ella porque en los pasillos se hablaba de esos comentarios que aquel profesor le hizo. Era un secreto a voces. Al final de este curso, le preguntaron si quería denunciarlo a la Consejería de Educación: "Dije que sí y se sumaron dos alumnas más que habían sufrido situaciones similares".
El verano de 2024 llegó y con ello las vacaciones. Pese al descanso estival, en el Conservatorio, siguieron trabajando sobre este tema. La dirección pasó el caso a Inspección de Educación "con la mayor rapidez posible", según cuenta la directora del centro requerida por este periódico.
Sin embargo, el profesor de percusión seguía impartiendo clases colectivas (de unos cinco o seis alumnos) en los que la alumna que denuncia los hechos estaba presente. Según la dirección, el centro "no podía hacer más" hasta que Inspección de Educación tomara las medidas pertinentes.
"La situación era inaguantable porque el profesor sabía lo que pasaba y en clase no había manera de estar, así que en octubre de 2024 lo denuncié a la Policía Nacional", relata la alumna. Esta declaración oficial no tuvo efectos inmediatos, puesto que la situación continuó igual, sin ningún cambio aparente.
En este mismo mes, Susana vivió una situación parecida con uno de sus docentes: "Este era un profesor que siempre había tenido comentarios y actitudes muy raras e inadecuadas, pero nunca habíamos visto la gravedad de la situación, hasta que viví algo que cruzaba los límites y decidí actuar".
A mediados de octubre de 2024, ella estaba en su casa y decidió mandarle un correo electrónico a su profesor, hablando de un trabajo que él estaba corrigiéndole. "Eran las diez de la noche un lunes y decidió llamarme. Empezó hablándome del trabajo, pero luego se puso a hablar de mí y de algunos de mis compañeros de manera explícita, sexual, totalmente fuera de lugar. Fue entonces cuando reaccioné", recuerda Susana. Como no era la única vez que el profesor de composición le hacía estos comentarios a una alumna, decidieron que debían hacer algo y no quedarse calladas.
Elaboraron un escrito donde recogían testimonios de varias chicas y consiguieron hasta 130 firmas en su apoyo. Se trataba sólo de una prueba que confirmaba las peores sospechas de la mayoría de alumnos para entregarla a dirección y con el fin de que ésta tomara medidas al respecto.
Susana recuerda esa recogida de firmas como un momento de unión: "Yo destaco el compañerismo que se creó. Mucha gente nos contó sus experiencias, a algunas les había pasado directamente y otras que simplemente habían visto estas situaciones".
Entre los testimonios de otras alumnas se encontraban numerosos comentarios de estos profesores, como "las chicas que llevan escote me distraen, es difícil no mirarles las tetas" o "llevan esas camisetas para que las mire".
Presentar las firmas no cambió la situación de inmediato, pero la directora puso los hechos en conocimiento de la Inspección de Educación. "El proceso se aceleró mucho porque ya era la segunda vez que sucedía", asegura Susana.
Sin embargo, no se tomó ninguna medida más que la comunicación a sus superiores, porque según la directora, el centro sólo puede "recibir las quejas y tramitarlas".
Protestas
Ante la falta de actuación, los alumnos decidieron presionar a la dirección con una sentada en la puerta del Conservatorio. "Era una queja generalizada, porque aunque todo el mundo sabía lo que pasaba, queríamos sacarlo a la luz y llamamos a la directora para comunicárselo", cuenta Susana. La organizaron de forma rápida, fue una manifestación sin precedentes.
La directora decidió informar nuevamente a la Consejería de Educación, en este caso de la sentada que habían organizado los alumnos y entonces actuaron: tomaron como medida cautelar suspender a ambos profesores de empleo y sueldo.
"Yo creo que se asustaron y gracias a la presión de la sentada tomaron estas medidas", dice Susana. Uno de los profesores implicados en el acoso está suspendido de empleo y sueldo, pero el otro está de baja, así que aún no ha podido hacerse oficial la medida cautelar.

Pancarta de la sentada en la puerta del Conservatorio
A la sentada acudieron en torno a un centenar de alumnos del Conservatorio, que permanecieron en la puerta de la institución con carteles con el símbolo feminista y donde se leía la frase: "Estamos encerradas en el aula con nuestro agresor".
Tres portavoces leyeron un comunicado donde insistían en la necesidad de un sistema eficaz que centre el foco en los profesores y no en sus víctimas: "La educación debe ser un espacio seguro, libre de cualquier forma de violencia. No podemos seguir mirando hacia otro lado".
Además, aseguraban que el reglamento y las estructuras de poder hacen que los profesores se sientan protegidos y generen en el centro un ambiente "envenenado", además de crear "miedo e inseguridad entre las alumnas". Varios medios locales se hicieron eco de la noticia y otras personas en Navarra compartieron las reivindicaciones por redes sociales, lo que dio bastante visibilidad a la manifestación.
Parecía que después de las medidas cautelares y la sentada todo estaría más tranquilo, pero no fue así. "Recibía comentarios despectivos por cierta parte del profesorado y me sentía presionada, por lo que decidí dejar la carrera de música", cuenta por su parte Lola, que a pesar de no tener que encontrarse con su profesor en clase, seguía siendo víctima de ambiente que ella califica como "hostil".
"Como ya echaron a los dos profesores, sentimos que mucha gente se está olvidando de que el caso no se ha cerrado y que eso sólo era una medida cautelar", recuerda Susana. La Consejería de Educación ha dejado estancado el caso, por eso las alumnas reivindican "mayor efectividad y agilidad" en los procedimientos. "Nos sentimos desanimadas, con incertidumbre por si vuelven los profesores", aseguran ambas.
Finalmente, a principios de 2025, Lola pudo volver a clase porque se sentía apoyada por sus compañeras y quiso ayudar a otras que habían pasado por algo similar. "Nuestro objetivo es erradicar todos los casos de acoso", cuenta la alumna sobre su intención al volver.
Fue entonces cuando decidieron investigar los casos de otras alumnas con docentes del centro. Al enterarse un tercer profesor de que sabían que algo había pasado con él, las amenazó. Pero no fue el único, según ellas: "Ha llegado a nuestros oídos que uno de los profesores ha mandado un correo a cierta parte del profesorado donde decía que él era la víctima y nosotras unas locas", comenta Lola.
"Nos sentimos inseguras y con miedo. En esta profesión somos muchas menos personas que en otras, por lo que es más fácil encontrarte con la misma gente en el futuro", asegura Susana. A día de hoy, esas amenazas continúan en pie y ninguno de los profesores ha rectificado.
El pasado 8 de abril, los alumnos volvieron manifestarse a las puertas del conservatorio, donde quisieron recordar lo sucedido el pasado noviembre y recalcar que están siendo amenazadas.
Una vez más, varias portavoces leyeron un comunicado donde exponían esas ideas: "No podemos estar conviviendo con agresores que no deberían formar parte de este ni de ningún otro centro educativo. No toleramos que se nos criminalice por haber hecho una denuncia pública y por no habernos callado ante sus acciones".
A día de hoy, el caso continúa en suspenso: el profesor de Percusión sigue en suspensión de empleo y sueldo, mientras que el de Composición sigue de baja. La alumna que denunció a la Policía está a espera de juicio, aunque no tienen muchas esperanzas puestas en las autoridades. "Nos gustaría que los procedimientos fueran más rápidos y que los profesores no puedan volver a impartir clase en el Conservatorio", aseguran las víctimas en conversación con este periódico.
Frente a las acusaciones a sus profesores, la directora del Conservatorio asegura: "Nosotros hemos apoyado estas denuncias, entendemos su situación y las hemos tramitado. No las hemos dejado solas en ningún momento. Se han tomado medidas cautelares, aunque los procedimientos no tienen resolución final, pero al ser un centro público, nosotros no podemos hacer más".
Además, asegura que han creado un Punto Morado para que las alumnas que necesiten hablar sobre situaciones de este estilo tengan un lugar para expresarse.
Tanto las alumnas como la dirección se sienten muy orgullosas de haber podido organizarse y que hayan podido salir a la luz las actitudes de estos profesores. "Nos gustaría que otros centros puedan actuar igual que nosotros y que creen un entorno de confianza donde todos los alumnos y alumnas puedan expresarse", concluye Susana.