
Arturo Soto fundó la cerería 'La Madrugá' hace 13 años y hoy surte a más de 700 cofradías por toda España.
Arturo Soto fabrica los cirios de más de 700 cofradías de toda España: ha usado 200.000 kilos de cera desde enero
De la Cerería 'La Madrugá' han salido 100.000 cirios, además de flores y otras manufacturas de cera cofrade: es muy demandada por su calidad al trabajar con cera de abeja que blanquea artesanalmente al sol y guarda durante dos años para luego utilizarla.
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Ya hay que saber de cera para saber que origen y manufactura son determinantes en la fabricación de velas. Materia prima, tratamiento y acabados. Pero lo de la luminosidad que dan cuando están encendidas, lo sabe Arturo Soto. Asegura que lo sabe cuando, de noche, le llega al móvil una foto de una imagen nocturna del paso de una Virgen mientras procesiona.
Esta Semana Santa le llegan muchas, principalmente porque hace 13 fundó Cerería 'La Madrugá'. Es más, por la luminosidad, sabe si esas velas encendidas de la foto las ha fabricado él. Este febrero, cuando tenía ya encargos de 700 hermandades y cofradías para suministrar, paró de contar. A todas ellas, y más, de toda España, las surte de velas, cirios y flores de cera.
No solo de cofradías vive el hombre. También recibe encargos de iglesias, empresas de decoración, tiendas y empresas de organizaciones de eventos. Tiene clientes fijos en Reino Unido y en Alemania, "que valoran mucho lo que hacemos" y ha trabajado para Zara o Loewe. "Es un segmento que requeriría diversificar y abrir otra línea de negocio", explica.
En 2008 Arturo tenía una empresa de instalaciones de aire acondicionado con su hermano, y la crisis del ladrillo lo descabalgó. Asegura que lo dejó "justo a tiempo, semanas antes de que todo saltara por los aires", luego de culminar las instalaciones de una urbanización de 200 viviendas. Cobraron y de repente todo estalló.
Fue su hijo quien le dijo a continuación:
-¿Por qué no retomas lo de la cerería, con lo que te gustaba de joven?
A Arturo le gustaba la Semana Santa. Fundó la Cofradía de La Borriquita, de su pueblo, y se encargaba de recoger los cirios. Aquello siempre le llamó la atención, pero lo enterró en su memoria.
Ensayo-error
Arturo se decidió hacer de la crisis oportunidad, cogió una libreta y un boli, y desde Chiclana de la Frontera (Cádiz) se fue a Sevilla a ver a su amigo Guillermo, un maestro cerero. Abrió el cuaderno, cogió el bolígrafo y le dijo:
-Aquí estoy Guillermo. Dime cómo empiezo.
-Apunta: probar, probar y probar.
"Bueno, el mejor consejo que me pudo dar", valora Arturo a EL ESPAÑOL. "Porque en esto hay que estar probando y probando hasta acertar". Estuvo tres meses encerrado, como un antiguo alquimista, haciendo exactamente lo que le había dicho Guillermo.
Confiesa que en uno de aquellos experimentos le pidió la olla exprés a su mujer para derretir la cera sin decirle para lo que era. "La cera se derritió, taponó la espita de salida y estalló la olla. Menos mal que no estaba al lado. La tapa saltó en el aire, salió por el techo y todavía no la he encontrado".

Arturo, con uno de sus empleados, en su cerería.
Hoy, en el decimotercer año desde que la abrió, con el apoyo económico inicial de un amigo, en su cerería tiene máquinas automatizadas "cuyo desarrollo hemos hecho nosotros, y las hemos patentado. Es que no hay nada parecido en el sector, que fabrican las velas como hace 200 años".
Él trabaja con mucha innovación, pero sobre todo, con artesanía y con una materia prima excepcional y sin tratamientos artificiales. Arturo, modesto, subraya que siempre dice que "no somos ni mejores ni peores que otros. Somos diferentes. Ofrecemos calidad y un buen trato al cliente, que es lo fundamental".
Para lograr todo esto hay que trabajar "todo el año". En la cerería no se para. Ahora, mientras hay cofradías y hermandades por toda España que procesionan a la luz de sus velas, Arturo se encuentra haciendo acopio de cera de abejas. Una colmena da aproximadamente medio kilo de cera.

Arturo, en el rincón donde prueba el comportamiento de las velas que elabora.
"No te creas que es nada fácil. Porque yo compro directamente a los apicultores, nada de intermediarios. Y no te puedes imaginar, cada vez quedan menos abejas. La humanidad no es consciente todavía de lo que esto supone para la naturaleza: no va a haber polinización". Este año ha utilizado 200.000 kilos de cera de abeja, y ha fabricado -y vendido- 100.000 cirios.
El proceso
Lo que hace Arturo, aunque parezca increíble, es lo siguiente. Los bloques de cera pura los derrite, los filtra y les retira abejas muertas, ramitas, hojitas y cualquier residuo que pueda tener. "Luego la pico y la extiendo en un campo que tengo, al sol, en una plataforma a medio metro del suelo. Allí, dándole vueltas con una máquina cada cierto tiempo, dejo que el sol la blanquee de manera natural durante un mes".
Hay cereros "que blanquean con ácido, que es más barato y más rápido. Pero luego esa cera, cuando combustiona, emite gases que dañan de manera irreversible los mantos y los bordados de oro y plata, y corroen la plata de los candelabros. Por eso muchas cofradías luego se preguntan que qué poco les dura el baño al metal: porque lo corroe el ácido que emana de las cera de la vela cuando está encendida".

Arturo muestra uno de los adornos de flores con el detalle de unas uvas perfectamente redondas, todo de cera.
Luego Arturo guarda esa cera blanqueada al sol durante dos años, sin que le de la luz del sol ni ningún tipo de luz artificial. Transcurrido ese tiempo, las saca para fabricar. El resultado es una cera "de máxima calidad", que permite y admite que se le administren los colores litúrgicos para teñirlas, y que al derretirse, la mezcla es tan perfecta que la mancha de color que deja si salpica salga perfectamente de las túnicas.
Mima tanto lo que hace que a EL ESPAÑOL le confiesa otro de los aspectos que hacen tan especiales sus velas. "No es lo mismo la cera de un panal de abejas que vive y se nutre de un trigal que la cera de abejas de una colmena junto a un bosque de eucaliptos".
Llegados a este punto, incide en que "yo llego a segmentar qué tipo de cera usar para una vela, un velón, un cirio, lo que sea, en función de con qué haya hecho la abeja su cera". De hecho, este descubrimiento, sobre el comportamiento de la cera en función de su origen vegetal, lo está estudiando en la empresa un químico de la Universidad de Cádiz.
También es muy selectivo con las mechas. "Cien por cien algodón, nada de acrílico". Además de velas y cirios, realiza flores de cera y centros, todos ellos muy especiales, artesanía pura, "y hacemos encargos personalizados con algún detalle concreto para determinada hermandad".
Los encargos
El teléfono, en estos días, no para de sonar. Petri, la administrativa, contesta con amabilidad. Llaman hermandades que han hecho encargos a otras cererías que no han podido cumplir con los plazos. "Eso es muy habitual. Yo me comprometo y cumplo. No cojo más de lo que no puedo abarcar. Quizá mis velas sean algunos céntimos más caras que otras, pero son de calidad y cumplo con la palabra dada. Eso lo están apreciando ahora más los jóvenes cofrades, que se están preocupando por estas cosas: que al final, lo barato sale caro".
-¿Qué es lo más raro que le han pedido?
-Un cirio pascual de un metro y medio de alto y de 20 centímetros de diámetro. Una columna, vamos.
"Me lo pidió un cliente que tenia una capilla en un cortijo. También ha habido quienes me han encargado los cirios de color mostaza. Del color del que se le echa a las hamburguesas. Le dije que no podía hacer eso".

Detalle del funcionamiento de una de las máquinas, patentadas por Arturo, en su cerería.
Petri descuelga el teléfono y llama a una cofradía para decirle que le han pagado la factura de las velas dos veces. "Una en febrero, y ahora otra vez. Nada, habréis confundido el albarán, o yo que sé. Os llamo para avisaros de que os hago la transferencia con el dinero".
La mujer tiene 64 años, y en el tiempo que lleva trabajando en 'La Madrugá' se ha hecho imprescindible. "Me sé los nombres de las hermandades, de donde son, los encargos que hacen..." Ricardo la mira con cariño y se ríe con sus ocurrencias. "Manda más que yo y sabe tanto como yo. No sé qué voy a hacer sin ella".
-Es como Moneypenny.
-Vale como cien mil moneypennys.
Petri pregunta quién demonios es Moneypenny, y luego cuenta que tienen como clientes "a cofradías de todas las capitales de provincia de Andalucía. Y luego las de los pueblos". Además, Extremadura, las dos Castillas, etcétera, etcétera. También las entregan ellos mismos. En enero comienzan a repartir los primeros pedidos. "Esta semana pasada nos hemos hecho 1.500 kilómetros, hasta Almería", cuenta Arturo.

Arturo, junto a los cirios colgados y listos para guardar o entregar.
Una vez hechas, las velas se calibran y se las recubre con cera de palmera, que trae de Brasil. "Viene en polvo y sirve para endurecer y dar brillo. Esa cera, que la da la palmera y no la abeja, además, es cara. Hay que poner la cantidad justa porque si no, la vela se parte". Luego se las deja colgadas, y se guardan a resguardo de la luz.
Cuando llevaba un año funcionando, a Arturo le encargaron los adornos de flores de cera del paso de palio de la Virgen de la Archicofradía de la Palma, en Cádiz. Enclavada en el barrio de la Viña, el hombre telefoneó al colegio La Salle, situado en el barrio, "porque allí está la única viña que queda del viñedo que dio nombre al barrio. Y fui para mirar las hojas y las uvas".
Arturo se encerró en la fábrica y no salió hasta que logró hacer con cera las uvas redondas, para incorporarlas al centro de flores hechas de cera, a modo de detalle personalizado. "Es que cuando tu sacas la pieza, la gota de cera caliente hace que sean ovaladas. Yo logré sacarlas redondas. No sé cuantos intentos hice, dejé de contar. Pero aquello me abrió muchas puertas".