Monçao (Portugal)
Publicada

En la Región del Miño, donde el río dibuja la frontera entre España y Portugal, hay algo mágico en el intercambio constante entre ambos países. La lengua fluctúa entre el gallego, el castellano y el portugués con la misma naturalidad con la que las embarcaciones atraviesan las aguas.

Es justo aquí, en este paisaje de colinas y niebla, donde Sung-Su Cho dirige un astillero que fabrica algunas de las embarcaciones más codiciadas del sector. Astec Boats es un referente en la producción de semirrígidas, pero también es un actor en un escenario donde las sombras del narcotráfico proyectan sospechas sobre cualquier barco rápido que toque el agua. Ya en los años 90, Galicia se había convertido en uno de los principales puertos de entrada de cocaína a Europa con organizaciones que recibían la droga desde Colombia a través de embarcaciones que fondeaban en alta mar.

Por aquel entonces, las planeadoras, un tipo de lancha rápida muy similar a lo que hoy conocemos como narcolancha, eran fundamentales para recoger los alijos en mar abierto y trasladarlos a la costa gallega. Los Oubiña, Charlines o Miñanco utilizaban este tipo de embarcaciones para sus operaciones. Han pasado décadas de eso, pero en la cuna de las narcolanchas las empresas del sector náutico continuan conviviendo con la presión.

Sung-Su Cho posa para la cámara de EL ESPAÑOL en una de las semirrígidas recién fabricada en el astillero de Astec Boats.

Sung-Su Cho posa para la cámara de EL ESPAÑOL en una de las semirrígidas recién fabricada en el astillero de Astec Boats. Adrián Irago.

"Nos llaman personas que sospechamos que tienen relación con el narcotráfico de Marruecos o Algeciras, pero nos negamos a venderles", afirma Sung-Su Cho con un tono que deja claro que esta no es la primera vez que responde a esta acusación. Cho, que nació en Seúl pero creció en Ourense y estudió en Vigo, trabajó para diferentes empresas —ocupó puestos de responsabilidad en la multinacional LG, por ejemplo— antes de aterrizar hace dos años en este sector. "Estoy encantado, he aprendido y aprendo mucho cada día. Y además he podido regresar a Galicia", explica, mientras sonríe.

Clientes de todo el mundo

El astillero, ubicado en Monçao, Portugal, —a dos kilómetros del paso fronterizo con España— está dividido en dos grandes naves: en una, los trabajadores moldean y ensamblan la estructura de las embarcaciones; en la otra, se construye la parte neumática que les garantiza estabilidad en las viradas y resistencia. No hay grandes cadenas de montaje, ni robots ni automatización: el trabajo es artesanal. Veinticinco personas, todas vecinas de localidades cercanas de Galicia y Portugal, se encargan de cada paso del proceso. "Cada barco es único. Y eso tiene un valor", dice.

Astec Boats produce entre 100 y 120 semirrígidas al año. La mayor parte de sus clientes son profesionales: cuerpos de seguridad, empresas de turismo marítimo, centros de buceo, equipos de salvamento. Y su mercado es global: sus embarcaciones se marchan desde este lugar hasta Mallorca, resto de Europa, Bangladesh, Pakistán, Cuba o hasta las Malvinas. Y, sobre todo, se han convertido en herramientas indispensables para quienes trabajan en el mar.

Cho estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Vigo y luego hizo un MBA en el IE. Llegó a Astec Boats después de haber vivido en varias ciudades y haber trabajado para diferentes empresas.

Cho estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Vigo y luego hizo un MBA en el IE. Llegó a Astec Boats después de haber vivido en varias ciudades y haber trabajado para diferentes empresas. Adrián Irago.

Pero hay un estigma. El mismo diseño que hace que sus semirrígidas sean funcionales y veloces también las hace atractivas para los narcotraficantes. Sung-Su Cho lo sabe, lo combate y lo evita. "No nos gusta prejuzgar, pero cuando alguien llama desde ciertas regiones, nos ponemos en alerta. Preguntamos para qué quieren la embarcación, revisamos antecedentes, pedimos documentación. Si algo no cuadra, no vendemos. Y a veces, hay clientes que insisten mucho. Pero nunca hemos cedido".

La construcción de lanchas en esta región no es un oficio que se aprenda en escuelas técnicas ni en universidades. "La gente aquí aprende rápido. Ve, copia, replica. No hay formación profesional, no hay certificaciones. Aprendes de otro y, si te gusta, te lanzas", explica Cho. El conocimiento se transmite en los astilleros, en los talleres improvisados, en los garajes de los que emergen embarcaciones que pueden desafiar al mar más bravo. Y esa facilidad de aprendizaje tiene un riesgo: "Los narcotraficantes no necesitan montar una fábrica. Solo necesitan a alguien que sepa hacer barcos y lo compran".

Dos empleados de Astec Boats durante la elaboración del casco de una semirrígida.

Dos empleados de Astec Boats durante la elaboración del casco de una semirrígida. Adrián Irago.

Género prohibido

En España, la legislación trata de frenar ese fenómeno desde hace años. Cualquier lancha que supere los 50 nudos, los ocho metros de eslora o los 200 caballos de potencia se consideran género prohibido, salvo que se destinen a actividades autorizadas y sus operadores estén inscritos en el Registro Especial de Operadores de Embarcaciones Neumáticas y Semirrígidas de Alta Velocidad (REOENSAV), gestionado por la Agencia Estatal de Administración Tributaria.

Sung-Su Cho, durante su entrevista con EL ESPAÑOL en las oficinas de Astec Boats.

Sung-Su Cho, durante su entrevista con EL ESPAÑOL en las oficinas de Astec Boats. Adrián Irago.

Aunque en Portugal esta normativa no existe, Sung-Su explica, que Astec Boats no se trasladó hasta el país luso por ello. "Siempre hemos estado aquí. La empresa nació en 2001 en Portugal y aquí se ha quedado. No nos movimos buscando una regulación más laxa", aclara Cho. Desde la frontera pueden operar en toda Europa sin grandes complicaciones burocráticas. Sus barcos, diseñados para trabajo intensivo, han ganado reputación. El año pasado, por ejemplo, matricularon más lanchas que Zodiac en la categoría de semirrígidas de más de cuatro metros y medio. "Todo el mundo conoce Zodiac, pero en nuestro segmento somos líderes".

El proceso de fabricación es minucioso. Se inicia con el trabajo sobre los moldes, donde se aplican ceras especiales y resinas de alta resistencia aplicadas sobre tejidos de fibra de vidrio. Luego se instalan las estructuras internas, reforzadas con espumas, fibra de vidrio y resina, y se ensamblan los flotadores neumáticos con materiales como PVC, neopreno o poliuretano, según las necesidades del cliente.

Finalmente, se instalan los motores —comprados de manera directa a las fabricantes, como Suzuki, Honda, Yamaha o Mercury—, la electrónica y los accesorios personalizados. Todo este proceso puede llevar entre dos y tres meses por embarcación. "Podríamos hacerlo más rápido, pero no queremos comprometer la calidad", explica Cho.

Tres empleados de Astec Boats elaboran una neumática en el interior de la fábrica.

Tres empleados de Astec Boats elaboran una neumática en el interior de la fábrica. Adrián Irago.

La fabricación de una semirrígida con fibra de vinilo combina un casco rígido laminado con fibra de vinilo y resina, moldeado al vacío para mayor resistencia, con flotadores inflables de PVC o hypalón sellados con termofusión. L

La fabricación de una semirrígida con fibra de vinilo combina un casco rígido laminado con fibra de vinilo y resina, moldeado al vacío para mayor resistencia, con flotadores inflables de PVC o hypalón sellados con termofusión. L Adrián Irago.

Astec Boats factura entre 1,5 y 2 millones de euros al año. Su cartera de clientes en España incluye al Servicio de Vigilancia Aduanera, la Guardia Civil, los bomberos de varias ciudades, Protección Civil y plataformas de investigación oceanográfica. A pesar de ello, las sospechas del sector en esta situación geográfica persisten. "Estamos pagando justos por pecadores", dice Cho. "Es como si un concesionario de furgonetas fuera responsable de que sus vehículos se utilicen para fines ilícitos".

Top 1 en semirrígidas

Pero el estigma del narcotráfico no es sólo un problema de imagen o una broma amistosa sobre la profesión. También es una amenaza real. "Algunas veces nos han llamado y hemos tenido que rechazar ventas porque sopechábamos que el uso que querían darles no era legítimo. Nos piden barcos con depósitos enormes, con motores fuera de lo común. Si vemos que algo no cuadra, simplemente no vendemos", explica.

A pesar de que el sector ha sufrido una pequeña recesión en los últimos años, la empresa sigue creciendo. En los últimos años han consolidado su posición en el mercado y han conseguido que sus embarcaciones sean las más matriculadas en su categoría. "Pasamos del top 10 al top 1 en dos años. Nuestros barcos están en todos los puertos y eso habla por sí solo", dice Cho con satisfacción.

En la imagen, los trabajadores están en el proceso de termosellado o soldadura de alta frecuencia, uniendo piezas de PVC o Hypalón para fabricar los flotadores de una embarcación neumática.

En la imagen, los trabajadores están en el proceso de termosellado o soldadura de alta frecuencia, uniendo piezas de PVC o Hypalón para fabricar los flotadores de una embarcación neumática. Adrián Irago.

Desde el 'artesanal' astillero de la empresa en Monçao, Sung-Su Cho seguirá liderando la fabricación de embarcaciones con la misma determinación. "Nosotros sabemos lo que hacemos y cómo lo hacemos. Y lo seguiremos haciendo bien". En este lugar hay trabajo que no se define con velocidad o potencia, sino con la ética de quien los fabrica.