Ainhoa Sánchez realiza coreografías en su avión junto al piloto David Jiménez

Ainhoa Sánchez realiza coreografías en su avión junto al piloto David Jiménez @alafoto

Reportajes

Ainhoa Sánchez, la mujer que baila en los aviones: "Es una puñetera locura, no quiero un trabajo fijo"

A sus 47 años, es la primera y única española que hace wingwalking, una modalidad que consiste en hacer acrobacias subida en un aeroplano.

13 noviembre, 2023 02:15

Ainhoa Sánchez tiene dos gatos y un avión. Cuando le dijo a sus padres que cambiaba el puesto en el departamento de marketing de la empresa en la que llevaba trabajando los últimos 25 años para comprarse un biplano y dedicarse a hacer acrobacias en el aire a cuerpo descubierto, estos le dijeron que “estaba loca”. Ainhoa, cariño, si es que te vas a matar… Pensándolo bien, ¿quién no le diría eso a una hija? Sus padres ni siquiera asistieron a su debut, en Reino Unido. Pero a veces pensar demasiado no es bueno, al menos si uno quiere hacer de verdad lo que se propone. Ella siguió y siguió. “Hay quien está 30 o 40 años trabajando en una empresa cuyos valores no comparte, con horario de 8 a 5, quejándose de su jefe y amargado todo el día. Yo me bajé de eso”. Y se subió a un avión.

Todo empezó, sin embargo, cuando su vida iba más por lo primero que por lo segundo. Se dedicaba a publicitar las virtudes de una compañía dedicada al mantenimiento y reparación de componentes aeronáuticos. Cada año realizaban un calendario corporativo para el que elegían un tema determinado y ese anuario, el de 2012, se inspiraría en la historia del wingwalking, una modalidad que consiste en salir del asiento de una avioneta y hacer coreografías en las alas o desde lo alto del fuselaje. “Me impactó muchísimo. Me puse a estudiar quiénes fueron los pioneros, por qué lo hacían y terminé viendo fotos de una mujer que hacía esto mismo en California. Utilizamos sus fotos para el calendario y al final terminó convirtiéndose en mi mentora”, cuenta Ainhoa. 

La disciplina que se disponía a aprender no era nueva. La habían inventado unos inconscientes, también llamados pioneros, de los locos años 20. Del siglo pasado, claro. La Primera Guerra Mundial sirvió para fomentar el desarrollo de uno de los mayores inventos de la época: la aviación. Pero aquellos biplanos rudimentarios se averiaban en pleno vuelo y había que jugarse la vida saliendo de la cabina para arreglarlos o perderla con toda seguridad al estrellarse.

Ainhoa Sánchez junto al piloto Fran Sirvent

Ainhoa Sánchez junto al piloto Fran Sirvent Shery Shalchian

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Probablemente los padres de Ainhoa ni siquiera sabían toda esta historia, pero ella sí y también le dio igual. Ahora hay arneses, protecciones, mucha más seguridad. Es hija de un ingeniero aeronáutico, se hacía licenciado en INEF, el deporte formaba parte de su vida desde niña y bailaba ballet. Si es que era cosa del destino. 
Ainhoa Sánchez y el piloto David Jiménez

Ainhoa Sánchez y el piloto David Jiménez @alafoto

El primer baile

La habíamos dejado con Margaret Stivers, la wingwalker de California. Ella le recomendó un par de sitios en Irlanda del Norte donde poder probar la experiencia y Ainhoa se fue para allá de vacaciones. “Lo primero que hice no fue wingwalking, sino wingriding, es decir, un paseo en un ala. Te suben en una estructura, donde vas bien atada, y vuelas desde ahí. Y, ¿sabes esa sensación de sentir que estás en tu sitio cuando haces algo? Nunca había vivido algo así, ese poder para concentrarme. El piloto buscaba a alguien para sus exhibiciones aéreas y yo acepté”.

Ainhoa Sánchez con el piloto Fran Sirvent

Ainhoa Sánchez con el piloto Fran Sirvent Shery Shalchian

Shery Shalchian

Ese mismo verano debutó como wingwalker en el International Airshow de la localidad de Portrush, en Irlanda del Norte. Esa cita a la que no fueron sus padres. “Pero, mira, cuando te subes ahí arriba los problemas cotidianos no existen. En tu cerebro sólo puede haber una cosa, que es estar concentrada en los movimientos que vas a hacer, sientes una presión fortísima. Sin embargo, cuando ya has tomado altura y empieza el show sientes una despreocupación total. Tengo la sensación de estar disfrutando del regalo más grande del mundo, es como retroceder en el tiempo a lo que hicieron otros hace 100 años, es la mayor historia de amor que se haya podido escribir. Eres tú, sintiendo el aire alrededor de tu cuerpo, disfrutando de las vistas, de la belleza que transmite el avión. No sé, pienso que estoy haciendo una actividad que me hace estar viva”, cuenta. 

Se nota el esfuerzo por encontrar la metáfora, por dar con la hipérbole que le permita describir lo que antes de la pregunta ha anticipado que es “muy difícil de expresar”. Como esas cosas tan intensas que sólo se pueden sentir. Y ella, por su forma de meterse en el relato, lo siente. A pesar, además, de tener vértigo. Sí, han leído bien.  

- ¿Cómo es eso posible? 

- Pues es posible porque el vértigo se produce cuando estás en lo alto de algo y tienes una superficie debajo. Por ejemplo, en un edificio de 20 plantas miras al suelo y te entra esa sensación de vértigo que yo tengo. Sin embargo, desde el avión estás viendo el mundo al revés y mirando al vacío, y eso es algo que disfruto, que me encanta. 

Ainhoa Sánchez con el piloto Fran Sirvent

Ainhoa Sánchez con el piloto Fran Sirvent Shery Shalchian

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Hipotecarse en un avión

El destino, una vez más, quiso que la empresa en la que trabajaba se vendiera hace un par de años. Tocaba buscar otro empleo de 8 a 5, con un jefe molesto, unos valores ajenos, etcétera, etcétera… O hacer caso a las señales que venían desde el cielo. Estaba claro lo que eligiría Ainhoa. Invirtió más de 250.000 euros en una avioneta -"como una hipoteca"- montó una empresa y se convirtió en la primera y única wingwalker de España.

Se dedica profesionalmente a ello, aunque dice que todavía no es un negocio rentable. Los ingresos provienen de compañías que la contratan para hacer campañas de publicidad o exhibiciones, aunque de momento todo lo ha hecho fuera, no ha podido debutar en España. “Si quieres una vida acomodada, hazte funcionario. Yo tengo muchos amigos funcionarios y admiro su trabajo, pero eso no es para mí. Lo que estoy haciendo me parece una puñetera locura, pero es que, de verdad, sólo vives una vez”, suelta. 

Ainhoa nació en Bilbao, su familia paterna es asturiana y ella se crió en Alcalá de Henares (Madrid), donde vive todavía hoy. Su avión lo tiene a unos pocos kilómetros, en un hangar de la provincia de Guadalajara, desde donde relata su historia al teléfono. Cuenta, con un acento madrileño que se impone a las raíces vascas y asturianas, que está subida a un ala del aparato y que eso es su vida. “Son dos o tres horas de entrenamiento diario y luego cambiar muchas bujías, no pienses que todo es tan bonito como sale en las fotos”, advierte. 

Fotografía publicada en “Alas de Ilusión”, suplemento Quantum’s

Fotografía publicada en “Alas de Ilusión”, suplemento Quantum’s Directora de arte: @wendy_gomez_photographer

Tiene 47 años, aunque dice que por toda la preparación que sigue y el deporte que ha hecho en su vida su “cuerpo es de 30”. Cuando le cuestionan por el futuro responde muy a la madrileña, con otra pregunta incisiva.

- Es una pregunta que me hace mucha gente, pero, ¿tú sabes quién es Carlos Soria?

- La verdad es que no, respondo -ignorante-.

- Vale, pues Carlos Soria es un alpinista madrileño de más de 80 años que hace ochomiles. ¿He contestado a la pregunta?

Su convicción y su arrojo han quedado bien claros desde el principio. “No es una cuestión de edad, ni de comodidad, sino de hacer lo que tú quieras, hasta donde puedas y a ti te apetezca. Y a mí, cuando sea muy mayor y me pregunten, al menos podré decir que hice lo que me pedía el cuerpo”. Y el cuerpo le pide volar; volar vestida de bailarina y danzar con el viento.

Arte en Seda: @alfredoarranzseda | Diseño Vestuario: @inmaculada_fernandez_herrera_ | Piloto: @intrepidosirvent

Arte en Seda: @alfredoarranzseda | Diseño Vestuario: @inmaculada_fernandez_herrera_ | Piloto: @intrepidosirvent Wendy Gómez | Wingwalker @ainhoasanchezwingwalker