Anna Marín se encuentra en Perú.

Anna Marín se encuentra en Perú. Cedida por la familia

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La aparición de Anna Marín tras 15 días: mintió a su familia para irse a Perú con un hombre

En la última semana, el caso de esta joven ilicitana se ha comparado con el de Patricia Aguilar, engañada por un profeta de la secta Gnosis.

17 septiembre, 2023 02:06

Anna Marín tiene 21 años. Se marchó de casa de sus padres, en Elche, el pasado 28 de agosto. Iba, en teoría, al campo con una amiga para celebrar un cumpleaños. Sin embargo, nadie podía imaginar que no volvería. Los primeros días estuvo en contacto con su madre con normalidad, pero pronto comenzó la frialdad. Comentó que había encontrado trabajo en Madrid y por eso no regresaba. Todo era extraño, así que revisaron los cargos de su tarjeta de crédito. Anna estaba mintiendo, no estaba en la capital de España, sino en Perú.

La joven ilicitana ya había estado allí en julio, a priori en un viaje con unas amigas. Sin embargo, este nuevo viaje destapó la verdad: Anna viajó sola al país sudamericano. 

Estudiante de Historia en la Universidad de Alicante, su familia la llegó a definir durante la semana como una persona "hogareña" y una chica "vulnerable". Su círculo de amigos no era bastante grande y también se acentuó que Anna sufriera problemas de autoestima.

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Las mentiras habían comenzado hace tiempo, aunque nadie lo sabía. Por ejemplo, Anna dejó la carrera en el primer cuatrimestre del tercer curso sin que nadie lo supiera. Lo que le llevó a Perú no ha trascendido, pero su familia encontró una carta, de la que se hizo eco Más Vale Tarde.

En la misma, se apuntaba: "Esto es una carta de despedida y de disculpas por marcharme de esta manera. Necesito este cambio. Tengo dinero suficiente, si algún día lo necesitáis, os lo daré. Yo misma cosecharé mis propios cultivos y mi propio campo. Todo irá bien. Os quiero familia".

El pasado domingo, la familia de Anna, junto a SOS Desaparecidos lanzó una difusión para su búsqueda internacional. Sabían que ella estaba en Perú por sus movimientos bancarios, pero ella había dejado de dar respuesta. 

En un primer momento se apuntó que podía tratarse de "una desaparición por efectos de posible captación, inducción o manipulación", señaló la asociación presidida por Joaquín Amills. 

El 11 de septiembre, Anna escribió para pedir que quitaran la alerta. El miércoles, la policía peruana la localizó en Lima. Este 14 de septiembre, SOS Desaparecidos desactivaba la alerta después de que estuviera. Se encuentra con un hombre que, según la policía peruana, no tiene "antecedentes ni anomalías". Tampoco han encontrado "problemas con los vecinos". La desaparición es por voluntad propia.

Una semana de búsqueda

El lunes de la pasada semana se comenzó a trabajar en la búsqueda internacional de Anna. La Red Internacional de Asociaciones de Personas Desaparecidas, a través de su filial en Perú, CHS, comenzó a difundir la cara de Anna. El 11 de septiembre, la propia Anna ya sabía que le buscaban y pidió que se desactivara la alerta a través de su correo.

Fue el martes cuando la policía peruana comenzó a colaborar. SOS Desaparecidos y CHS le expusieron todos los detalles a la policía peruana para que pudieran colaborar. 

El trabajo de los agentes permitió localizar a Anna en apenas 24 horas. Supieron dónde estaba y con quién. Además, averiguaron la situación del varón que les acompañaba, a priori sin problemas con sus vecinos ni antecedentes penales. "No había anomalías en él", señaló Joaquín Amills, portavoz de SOS Desaparecidos en conversación con EL ESPAÑOL. 

Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos

Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos

Se descartaba de esta manera que Anna pudiera haber sido aducida por un grupo sectario, como se había especulado. Hasta el momento, se pensaba que el caso era similar al de Patricia Aguilar, cuyos padres han ayudado en todo momento en este caso a los familiares de Marín, dándole consejos.

En la madrugada del día 14 de septiembre, la policía peruana establecía una videollamada entre Anna y su familia. El hermano hablaba con ella y conocía más detalles que, por el momento, no han trascendido. La búsqueda quedaba desactivada porque la desaparición era voluntaria.

Tal y como señala Joaquín Amills, en este caso, a diferencia de lo ocurrido con Patricia Aguilar, había menos información. "Aguilar dejó aquí su ordenador, por lo que podíamos tener acceso a mucho más material: los correos electrónicos que le habían enviado, por ejemplo. Anna se lo ha llevado y no podemos hacer nada".

Al igual que Patricia, Anna cumplía con las características para ser captada por una secta, según contaron sus conocidos: mujer, de 18 a 25 años, falta de autoestima, de identidad, no acostumbra a salir, grupo social muy reducido. 

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A sus 21 años, ha declarado su salida del país como voluntaria, por lo que lo único que se puede hacer es esperar. "Lo único que podría hacer la familia es ir allí con ella, como hizo en su día el padre de Patricia", dice Joaquín Amills, portavoz de SOS desaparecidos. La familia, por supuesto, se muestra preocupada por lo ocurrido, aunque han declinado hacer más declaraciones.

Amills, en conversación con EL ESPAÑOL, da las gracias a todos los implicados en la búsqueda, que han logrado encontrar a la desaparecida en apenas unos días. "Ha sido un caso muy bueno. Todo ha funcionado de maravilla ante la gravedad de la situación".

El caso de Patricia

Patricia Aguilar desapareció en 2017 en Elche, cuando tenía 16 años. También fue trasladada a Perú. Su padre se trasladó a Lima un año después para rescatar a su hija, que se encontraba raptada por una secta gnóstica. 

Fue Félix Steven Manrique, apodado como el Príncipe Gurdjieff, quien la convenció para enrolarse en una red tejida a través de una amalgama de varias religiones y filosofías. Se definían a sí mismos como "iglesia invisible de Jesucristo".

Aguilar fue captada siendo menor de edad, pero no se fue hasta que cumplió los 18 años, el 9 de enero de 2017. Cogió 6.000 euros del negocio familiar y viajó a Perú para enrolarse voluntariamente en esta secta.

Patricia Aguilar, con su hija de un mes en brazos en Perú.

Patricia Aguilar, con su hija de un mes en brazos en Perú. Municipalidad distrital de Pangoa

La joven española llegó a tener una niña en Perú. Su padre ofreció una recompensa de hasta 10.000 soles a quien le ofreciera la localización del grupo que la tenía capturada. Finalmente, Félix Steven fue detenido.

Mujeres que se van a sectas

La preocupación durante toda la semana estaba basada en que Marín pudiera haberse enrolado en una secta. Manuel Pérez, psicólogo experto en sectas, apunta que es un "fenómeno más extendido de lo que parece. Nos preocupa, porque hay unos dos o tres casos al mes en España".

Pérez, en conversación con EL ESPAÑOL, asegura que las mujeres que desaparecen, en principio, de manera voluntaria, suelen cumplir unas características comunes. "Estamos acostumbrados a que se vayan cerca, a otra comunidad autónoma. Es menos común lo de irse a otro país como Patricia. Igualmente, suelen mostrar frialdad, distancia e incluso agresividad con la familia. Suele ser una persona vulnerable que busca algo concreto que le llene".

La familia de Patricia Aguilar reclama un protocolo y formación policial para actuar contra las sectas

La familia de Patricia Aguilar reclama un protocolo y formación policial para actuar contra las sectas

El psicólogo comenta que este tipo de raptos son paulatinos. "Le meten una idea en la cabeza, como que la familia no les conviene o no quieren lo mejor para ellos".

Estas mujeres, además, apuntan que su traslado es voluntario. "Tienen su mentalidad dentro del grupo. Están en su posición desde ahí. Creen que comienzan una nueva vida que puede acabar muy mal".

Los captores, ya sea una única persona o un grupo, suelen utilizar "estrategias de control de la personalidad y aislamiento. Y la dominancia. Luego, la capturada miente porque sabe que su entorno no está de acuerdo. Ellas lo tienen como un cambio, una nueva elección".

Apunta el psicólogo que "hay un producto para todos, para cada tipo de personalidad". Por ejemplo, los jóvenes caen más en este tipo de movimientos si les ofrecen criptomonedas. "Lo que te venden es una vida plena".

Los daños no se ven "hasta que no finaliza todo". Como son mayores de edad y la elección es propia, se hace más complicado acabar con esto. El final suele ser "paulatino, se van viendo las costuras, hay episodios de violencia a veces y no se cumple con lo prometido". Pérez apunta que, para evitar este tipo de conductas, sería conveniente tipificar como delito la persuasión coercitiva.