Ignacio Castroviejo, presidente y soldador del metal en Ezcaray Seating.

Ignacio Castroviejo, presidente y soldador del metal en Ezcaray Seating. E.S.

Reportajes

Ignacio Castroviejo, el 'rey' de las butacas: hace todos los asientos de estadios, cines... y gana 10 millones

El pueblo de Ezcaray, con apenas 2.000 habitantes, se ha convertido en el máximo productor de butacas de los últimos 70 años.

2 septiembre, 2023 03:22

La localidad riojana de Ezcaray esconde algo más que un paisaje imponente de hayas y una gastronomía de estrella Michelin. Su historia, pasada y reciente, no se entiende sin el cine y sin la época dorada que comenzó a vivir el sector en la década de los 50. Cuando cerró Sillería Segura, la empresa de sillas de madera en la que trabajaban por aquel entonces los ezcarayenses, las películas abrieron una oportunidad en el municipio.

17 obreros decidieron juntarse y, con 100.000 pesetas, compraron la antigua fábrica de sillas. Los riojanos, que habían vivido hasta el momento de trabajar la madera de sus montes, pusieron la mirada en los cinéfilos que copaban las salas de todo el país. Sus ojos no prestaban atención a la gran pantalla, sino dónde se acomodaba todo aquel que no quería perderse la última película de Berlanga o la aparición de una jovencísima Sara Montiel en éxitos taquilleros como La Violetera

Mientras las televisiones comenzaban a colarse en los hogares, los directores de cine se zambullían en la crítica social de una manera disimulada para escapar a la censura que imperaba bajo el régimen franquista. A la par, los ezcarayenses, lejos de mantenerse ajenos a la explosión del cinematógrafo, fundaron, en 1955, la Sociedad Cooperativa Obreros Ezcaray. No tardaron mucho en llenar las salas de cine y de teatro con sus butacas. Entonces eran de madera, de dimensiones pequeñas y solían llevar una chapa en la parte posterior donde se podía ver su procedencia.

[Este pueblo es uno de los más pequeños de España y tiene un restaurante con estrella Michelin]

68 años después, ya es la tercera generación de trabajadores la que mantiene viva la primera y única cooperativa de un total de siete que llegó albergar el municipio. Lo cuenta Ignacio Castroviejo, el rey por excelencia de las butacas en España. “No era buen estudiante y mi padre, que era maestro, me obligó a trabajar”, cuenta. Así fue como acabó en la cooperativa, hoy conocida como Ezcaray Seating.

La sede de Ezcaray Seating.

La sede de Ezcaray Seating. E.S.

Castroviejo dirige la compañía, pero es un trabajador más. Desde hace 29 años, además de supervisar la producción, pasa gran parte de su jornada laboral en la sección del metal donde, enfundado en su mono azul y con un soldador en mano, modela las butacas que hoy presiden cines, teatros y estadios de todo el mundo. Y es que no solo venden a España. Las butacas de Ezcaray son conocidas en hasta 80 países, entre los que están Emiratos, México, Perú, Canadá o Australia, entre otros.

Ahora bien, si alguna vez acude al Teatro Español, a los Cines Embajadores, al Instituto Sagasta de Logroño o, incluso, los palcos del Roland Garrós o el estadio del París Saint-Germain, recuerde que la butaca en la que se está acomodando viene de una histórica cooperativa de obreros ubicada en un pueblo de poco más de 2.000 habitantes que creció de la mano del cine. También han optado al concurso del Santiago Bernabéu, pero reconocen que eso es algo de lo que aún no pueden hablar. Sea como fuere, lo cierto es que ya es una localidad que sienta a medio mundo y que ha trabajado con arquitectos de la talla de Santiago Calatrava o Peridis.

Las butacas del estadio del AEK Atenas.

Las butacas del estadio del AEK Atenas. E.S.

Como reconocen a EL ESPAÑOL, al menos 50.000 butacas nacen allí cada año. Se hacen completamente en esta fábrica: desde el ensamblaje del metal hasta la espuma del asiento o la confección de las telas que se encargan de coser a mano las costureras de la empresa. Detrás de los miles de butacas que salen de la compañía está el esfuerzo de hasta 80 trabajadores que se encuentran en plantilla. Este año, aseguran, se espera facturar unos 10 millones de euros.

Según destaca Castroviejo, a él, como a la gran mayoría de trabajadores de la empresa, le ha enseñado la gente mayor de la compañía. “Todo ha sido a base de constancia”, recuerda. “Somos una de las empresas que más butacas fabrica en España, y en el cine somos líderes”, asegura. 

El presidente de Ezcaray Seating trabaja mano a mano con Juan Carlos Sáez, jefe de ventas. Al igual que Castroviejo, lleva 29 años en plantilla. “Por aquel entonces el mercado de trabajo estaba bastante mal y vi una oportunidad de ayudar a mi pueblo”, cuenta. Porque lo que ha vivido esta empresa desde sus inicios, según Sáez, es esto: “Aquí viene a trabajar gente que se propone porque le gusta el pueblo y porque le gustaría trabajar aquí. Ha habido separaciones, pero es un asunto particular e interno”.

Ignacio Castroviejo (izq) junto a Juan Carlos Sáez (dcha).

Ignacio Castroviejo (izq) junto a Juan Carlos Sáez (dcha). E.S.

De los 'divorcios' a la crisis del cine

No todo ha sido un camino de rosas en la compañía. De acuerdo con Castroviejo, el año dorado para la compañía llegó a principios de los 90: “Empezamos con obras grandes de complejos de cines y ese sector nos dio un impulso muy fuerte”. 

Las butacas en unos cines de Finlandia.

Las butacas en unos cines de Finlandia. E.S.

Sin embargo, en esos mismos años vieron como la cooperativa perdía a dos de sus socios. Y no porque hubieran encontrado otro trabajo con mejores condiciones. En 1994, los dos trabajadores fundaron Euro Seating, también en Ezcaray y también especializados en butacas. Según recoge su página web, la compañía está en 127 países y ha vendido ya más de nueve millones de estos asientos desde que se fundó.

Más adelante, en 2004, la histórica cooperativa de obreros volvió a perder cuatro socios más y, con ellos, ganó más competencia. Solo hicieron falta esos 10 años para que Ezcaray viera cómo nacía Ascénder la tercera empresa especializada en butacas de alta gama y la segunda que se escindía de la matriz. 

Si hoy se consulta el mapa de Ezcaray se puede observar cómo están juntas, en la misma zona y una al lado de la otra. Entre todas, mantienen a entre 300 y 400 familias de la zona. Es decir, casi el 70% de los vecinos de la localidad encuentran su sustento en el auge del negocio de las butacas, una oportunidad de negocio que fue de la mano de la época dorada que vivió el cine durante muchos años. De hecho, el pueblo apenas tiene paro. Siempre se ha mantenido en torno al 8%.

No obstante, y como apunta Castroviejo, en la matriz se vieron obligados a diversificar. Aunque el cine era la apuesta más clara por parte de la compañía, lo cierto es que ese boom comenzó a flaquear en las últimas décadas con motivo de, entre otras cosas, la llegada de las plataformas digitales. La gente ya no acudía tanto al cine como antes. Prefería consumir las películas desde su sofá. Fue entonces cuando comenzaron a mirar más allá de nuestras fronteras y cuando vieron la importancia de emplearse a fondo en otros sectores como pueden ser los teatros, los estadios, los colegios o los salones de actos, entre otros. El abanico era muy amplio.

Las butacas del Instituto Sagasta de Logroño.

Las butacas del Instituto Sagasta de Logroño.

Superaron así las dos escisiones en la empresa y también la crisis del cine, pero entonces llegó la pandemia. “Hubo un parón. Lo pasamos mal, pero hemos sobrevivido”, confiesa. Según explica, “bajaron las ventas, los cines cerraron y no se podía hacer nada”. No obstante, en 2022, volvieron a recuperarse. Un año en el que también el cine comenzó a revivir de sus cenizas.

[La huelga de actores traería graves consecuencias para Hollywood: lo paralizaría todo como en la pandemia]

Hoy, tanto Sáez como Castroviejo, cuentan cómo se han tenido que ir adaptando a los nuevos tiempos. “El mercado del cine ha evolucionado muchísimo”, reconoce el presidente, razón por la que ahora han decidido apostar en unas butacas nada parecidas a las clásicas con las que saltaron a la fama. “Somos punteros en las butacas que llaman premium con recliner, las motarizadas”, apunta. Ahora bien, como recuerda Sáez, todo con una misma filosofía, la del diseño y la calidad, y un mismo lema: “Haciendo las cosas como debe ser”.