Fotografía personal de Adrián Girona.

Fotografía personal de Adrián Girona. Cedida

Reportajes

El milagro de Adrián Girona, constructor de fallas: de dormir en la calle a encontrar trabajo

Gracias al programa de Cáritas y la Fundación Endesa, ha logrado incorporarse a una empresa de gestión de residuos como auxiliar de almacén. "Es un avance más para uno mismo", cuenta a EL ESPAÑOL. 

20 febrero, 2023 02:16

Se podría pasar horas y horas hablando sobre la historia de su vida, la que él mismo define como “muy extensa”. Un viaje de altos y bajos durante sus 37 años de existencia que le han llevado hasta el día de hoy. Pero la realidad es que Adrián prefiere dejar a un lado el pasado y centrarse en el presente, en el futuro y en cómo ha cambiado todo lo que gira a su alrededor en apenas un año.

En noviembre de 2018 llegó a Ferreira de Valadouro (Lugo) por amor. Pero duró poco. Y es que años después del inicio de su andadura en Galicia, la ruptura con su pareja de aquel momento le dejó sin dinero, en la calle y sin saber a dónde ir. La situación obligó a este alicantino a hacer sus maletas, coger el dinero justo para poder montarse en un tren y empezar a buscarse  de nuevo  la vida. Y no lo tuvo nada fácil desde entonces. De hecho, tal y como cuenta a EL ESPAÑOL, su primera noche en solitario tuvo que pasarla en la calle.

Pero al igual que otras muchas historias, la de Adrián ha acabado bien. Y ha sido nada más y nada menos que  además de por su afán de superación  por la ayuda brindada desde Cáritas. Gracias a esta organización, el alicantino pudo abandonar la calle para siempre y pasar a hacer su vida en los albergues habilitados para personas sin recursos. Y así hasta el día de hoy. Un año después. Cuando gracias de nuevo a la asociación anteriormente mecionada y, en este caso, a su programa de formación y empleo junto a la Fundación Endesa, Adrián puede presumir de haber encontrado trabajo y estar cada vez más cerca de alquilar un piso para él solo. 

Fotografía personal de Adrián Girona.

Fotografía personal de Adrián Girona. Cedida

Como ya se detallaba al inicio de este reportaje, la vida de Adrián ha sido muy extensa. Y además de extensa, difícil sería otra palabra para definirla. Nació en Alicante en una familia desestructurada y, desde pequeño, estuvo moviéndose de un sitio a otro entre familiar y familiar. “Los años 80, ya sabes, cayó mucha gente en las drogas (haciendo referencia a sus padres). Tampoco me quejo mucho de la vida que me ha tocado. Cada familia es una lotería, pero si me hubiera tocado una familia más ordenada, no me hubiera movido tanto”, confiesa. 

Pero a pesar de los problemas que vivió en su casa durante años, la artesanía y el mundo relacionado con la creatividad y lo artístico se convirtieron pronto en las grandes pasiones del pequeño Adrián. No le importaba si era a través del dibujo y sobre lienzos o en lo relacionado con la carpintería. Lo que llamaba su atención era el hecho de crear. Por ello, influenciado además por haber nacido en la ciudad epicentro de la pirotecnia y el fuego, pronto se convirtió en un auténtico aficionado de las hogueras de Alicante.

[El milagro de José María: consigue que lo contraten a los 60 años después de estar parado desde 2010]

“Me saqué la formación con el paso de los años y al final empecé a trabajar en fallas en Valencia y a los 17 años me mudé allí. Al principio costaba bastante que saliera trabajo de ese tipo, tardé un año o así en conseguir un trabajo de lo que quería”, cuenta en conversación telefónica con este periódico. 

Y fue precisamente la falta de esos vínculos familiares lo que le llevó siempre a buscar el inicio de una nueva vida por medio de las relaciones amorosas que forjaba. “Siempre buscaba estabilidad en algún otro punto de cualquier ciudad para empezar otra etapa y olvidarme de lo que tenía y empezar de cero en otra provincia diferente”, cuenta. 

Por ello, ilusionado con un nuevo amor, Adrián hizo las maletas y se mudó hasta Ferreira de Valadouro, un pequeño municipio situado en la provincia de Lugo perteneciente a la comarca La Mariña Central. Un lugar que parecía el comienzo de una nueva etapa que le brindaría la libertad e independencia que buscaba desde niño. 

Fotografía personal de Adrián Girona.

Fotografía personal de Adrián Girona. Cedida

Pero la relación con su pareja se terminó y, sin trabajo y con el dinero justo, este alicantino se vio obligado a cambiar de nuevo de ciudad para comenzar una nueva etapa. Dudaba entre alguna parte de Galicia o la ciudad asturiana de Oviedo, pero finalmente su familiarización con el dialecto le llevó a elegir la tierriña.

Se subió a un tren y en su destino, Ferrol, se enfrentó a una noche que no olvidará jamás: la que tuvo que dormir en un portal de una comunidad de vecinos. “Me fui por el puerto, a ver si por allí había un ambiente más tranquilo. Cayó en fin de semana y había demasiado alboroto de chavalería. Al final me quedé en otra zona y probé si había algún portal abierto empujando puertas. El primero que abrió, ahí me quedé”, explica. 

Ayuda social 

Pero su estancia allí duro poco, Al día siguiente, puso rumbo al albergue de Cáritas, entregó la documentación necesaria y se quedó allí. "Pero aun así, se hace muy cansado porque son unas horas, desde las 7:30 hasta las 19:30, que no entras. Al principio lo tomas bien pero a la larga es mucho cansancio”, confiesa.

Además, al cansancio, había que sumarle la dificultad para encontrar trabajo en esa situación. Y es que, aunque le fueron saliendo algunos empleos de fines de semana que le servían para ir pagando deudas, lo cierto es que su estado le llevó al límite. “Yo siempre pensaba que hoy en día estaba atravesando por ese bache y que algún día podría subir escalones. Iban saliendo cosas, pero a veces parecía que no era lo suficiente”, añade.

Sin embargo, se muestra eternamente agradecido a la ayuda ofrecida por Cáritas, entidad gracias a la que pudo posteriormente acceder a un piso de transición a la vida autónoma. Y no solo a eso, sino al programa de formación y empleo con el que ha conseguido su trabajo actual. Tras realizar varios voluntariados, se formó durante 400 horas como auxiliar de almacén y mecánico de maquinaria en la planta de Recinor, una empresa dedicada a la gestión de residuos y a la que Adrián se ha incorporado recientemente como empleado. 

Fotografía personal de Adrián Girona.

Fotografía personal de Adrián Girona. Cedida

“Estoy contento porque es un avance más para uno mismo y ayuda a tener otro tipo de proyectos y objetivos. Por lo menos ya puedes estar más tranquilo, tienes algo que te ayuda a tener más estabilidad y a seguir esforzándote cada día”, añade.

La depresión 

El dolor de la ruptura con su pareja y su vida en solitario en Ferrol llevó a Adrián a atravesar una fuerte depresión. Una enfermedad de salud mental que, se calcula, afecta en la actualidad al 5,4% de la población, es decir, a alrededor de 2,1 millones de españoles, según datos del INE. Una situación que le llevó al límite pero que, finalmente, gracias a la ayuda de su entorno y de Cáritas, logró superar. 

Y aunque no se atreve a dar un consejo para aquellas personas que atraviesan en la actualidad por ello, cree saber qué fue lo que le ayudó en su caso. “Cada persona pasa su luto, su trance de inestabilidad…Pero a veces hay que cambiar un poco la forma de pensar que se tiene por intentar cambiar de alguna otra manera. De pensar en negativo a pensarlo todo más positivamente y darte esperanzas, pero es muy difícil. Aunque quieras ser psicólogo de personas, es muy complicado”, confiesa. 

En la actualidad, Adrián continúa en el piso de transición a la vida autónoma que desde hace meses le ofrecen desde la sede de Cáritas Mondoñedo-Ferrol. Pero su situación ya no es igual. De hecho, es muy diferente a la de hace un año. Y es que, a día de hoy, tiene la mente puesta en un proyecto imposible hace meses: buscar un piso de alquiler. 

Y aunque como ha empezado a trabajar recientemente aún no puede cerrar un contrato al no disponer de la nómina, habla de ello con optimismo y como un problema que acabará solucionando en el futuro. “Desde que hemos empezado el 2023 ya ha ido todo más o menos bien. Quitando ahora lo del alquiler, pero ya llegará”, concluye.