A la izquierda, Carlos Raúl, el supuesto asesino; a la derecha la víctima, Carlos Almiñana.

A la izquierda, Carlos Raúl, el supuesto asesino; a la derecha la víctima, Carlos Almiñana.

Reportajes

Carlos se enfrenta a 22 años de cárcel por matar a su amante cofrade tras una sesión de fotos íntimas

El supuesto autor del crimen del cofrade de Gandía, de 31 años, acusa a otro amante de la víctima y asegura que lo dejó con vida en la cama.

3 febrero, 2023 16:48
Valencia

Carlos Almiñana tenía 67 años cuando fue asesinado a sangre fría en su domicilio de la calle Ciutat Laval de Gandía (Valencia), en febrero de 2021, y dejaron su cuerpo semidesnudo atado a la cama.

El único detenido y acusado por este crimen, Carlos Raúl Y. M., de 31 años y origen panameño, tenía una relación sexual con la víctima y acaba de admitir ante el jurado que le juzga que se dejaba fotografiar sin ropa o medio desnudo a cambio de dinero. Según la Fiscalía, Carlos Raúl ató los pies de la víctima y le tapó la boca para que no gritara mientras le torturó hasta la muerte tras un último encuentro sexual.

El crimen se produjo el 17 de febrero, pero el entorno de la víctima no encontró el cadáver de su familiar hasta unos días después, el 24 de febrero. Almiñana no tenía hijos y sus sobrinos encontraron el cuerpo tras acudir alarmados a la vivienda de su tío porque no sabían nada de él desde hacía días.

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Cuando llegaron, la víctima estaba atada de pies y manos a su cama con bridas y el cable de una antena. El asesinó registró el domicilio para llevarse dos ordenadores, dos teléfonos y joyas, entre otros efectos.

Carlos Almiñana, el cofrade asesinado en Gandía.

Carlos Almiñana, el cofrade asesinado en Gandía.

Un jurado popular ha juzgado esta semana en la Audiencia de Valencia a Carlos Raúl, el joven acusado de matar a Carlos Almiñana en su casa de Gandía. El tribunal determinará si el 17 de febrero de 2021 el procesado estaba en casa de la víctima, con la que tenía amistad desde hacía meses, la ató de manos y pies a la cama, le golpeo la cabeza y le apretó fuertemente el cuello hasta que acabó con su vida. La Fiscalía pide 22 años de prisión para el acusado, mientras que la familia de la víctima eleva la petición hasta los 30 años.

Almiñana era un hombre muy querido y conocido por sus vecinos. Pertenecía a la Cofradía del Nazareno de la Semana Santa de Gandía y coleccionaba fotografías de temática religiosa. Además, era vocal de la Cofradía del Beato Andrés Hibernón, una asociación de carácter religioso y cultural en honor a un conocido beato valenciano, y colaboraba con distintas organizaciones como Cruz Roja y Cáritas

El mismo día del asesinato, el supuesto autor sacó dinero con las tarjetas de Almiñana y se marchó a Valencia, al barrio de Benimaclet, con el coche de su víctima.

"Soy bisexual"

Carlos Raúl ha declarado por primera vez en el juicio para negar los hechos. Además, ha asegurado que no mantenía una relación sexual con la víctima y solo ha admitido que se dejaba fotografiar con poca ropa a cambio de dinero.

"Soy bisexual y un poco abierto, pero no me gustan los hombres", repitió insistentemente durante la primera sesión del juicio. Ninguna de las partes preguntó en el juicio por su orientación sexual, pero en su declaración hizo referencia en varias ocasiones a su condición de hombre heterosexual y aseguró que tenía pareja.

El acusado sostuvo que el cofrade iba presumiendo de él por Gandía "como si fuera un trofeo". Eso le molestaba y desveló que en la vivienda había una tercera persona más. Según su versión, la víctima pretendía mantener sexo con ambos e insistió en que el tercer hombre era conocido como "señor Salamanca". 

La víctima en un acto de su cofradía de Gandía.

La víctima en un acto de su cofradía de Gandía.

Carlos Raúl admitió que el 17 de febrero estuvo en casa del cofrade para una sesión de fotos, pero alegó que cuando se marchó la víctima seguía con vida. Al parecer, ambos quedaron en Xàtiva, en el interior de la provincia de Valencia, porque el cofrade le pidió ayuda para instalar una antena en su vivienda.

Después de comer, Almiñana le invitó a quedar al tercer chico porque "era más guapo que yo". Carlos Raúl apuntó que los dos se dejaron fotografiar mientras se masturbaban, pero la investigación no ha localizado las imágenes y no existe ninguna evidencia científica que apunte a una tercera persona en el crimen.

Además, la Policía localizó a este tercer hombre, un joven que se dedica a la prostitución masculina, y descartó su participación en el homicidio. El único ADN que ha aparecido en las bridas y el cable de la antena que se utilizaron para inmovilizar al cofrade es el del acusado, según los informes incluidos en el sumario.

Carlos Raúl salió de la vivienda y se llevó a Valencia el coche de la víctima, un Citroën C4 de color rojo, porque se había comprometido a pasar la revisión, según su declaración. Igualmente, su defensa puntualizó que cómo existía una "relación de confianza" Carlos Raúl solía manejar las cuentas y el vehículo del hombre asesinado. En cambio, según ha determinado la investigación, su único objetivo era hacerse con el patrimonio del cofrade.

Carlos Raúl con el coche de la víctima que supuestamente robó tras el asesinato.

Carlos Raúl con el coche de la víctima que supuestamente robó tras el asesinato.

Los días posteriores al crimen realizó compras con las tarjetas del fallecido que superaron los 5.000 euros. Compró productos en tiendas de cosmética, deporte o locales de telefonía móvil. Más tarde se deshizo del teléfono de la víctima y pidió ayuda a un amigo para quedarse en su casa. Dejó tantas pistas durante su huida que la Policía Nacional pudo detenerle y resolver el crimen a los pocos días.

Perfil violento

La excompañera sentimental del supuesto asesino, madre de su primer hijo, desveló en el juicio su perfil violento.

La mujer declaró como testigo que el acusado la intentó estrangular estando embarazada, pero trató de restar importancia a este episodio de violencia machista. La expareja admitió tener miedo de Carlos Raúl y que quedaban en un parque cada vez que quería ver a su hijo.

El ministerio público no tiene dudas y cree que el cofrade no tuvo opción de defenderse al estar atado de pies y manos y con una prenda en la boca para que nadie le escuchara. Por ello, solicita una pena de 22 años de cárcel, 18 por el delito de asesinato y cuatro más por robo con violencia en casa habitada.