Manuel Jesús Rodriguez, el Koala, posa para EL ESPAÑOL.

Manuel Jesús Rodriguez, el Koala, posa para EL ESPAÑOL. Jaime Susanna

Reportajes

La vida del Koala en Málaga tras 'Opá' y GH Vip: "Me repugna 'Motomami'; todo ese género"

El músico malagueño Manuel Jesús Rodríguez sigue en activo 16 años después de que su 'Opá' fuera canción del verano.   

13 agosto, 2022 02:58

¡Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido, y sigue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido! Si Fray Luis de León viviera hoy, es posible que en sus largos paseos por el monte se cruzara con el Koala. Y no nos referimos precisamente a un marsupial australiano dormilón que se alimenta del bambú, sino a uno que habita en los montes de Málaga y que es único en su especie. Vino al mundo como Manuel Jesús Rodríguez hace 52 años en la Axarquía malagueña. A los 16 cogió una guitarra y a los 37 le cantó a toda España sus planes: Yo viaze un corrá pa esha gallina y pa esha minino. El corral no sabemos si se llegó a construir. El éxito sí, con Opá yo viaze un corrá. 

Nuestro protagonista pasó de la noche a la mañana de la obra a los escenarios de toda España como una especie de juglar del mundo rural. Sin sutilezas, sin giros del lenguaje, sin acordes ni ritmos raros, sin más pretensión que sacar una sonrisa y mover el cuerpo. Le importa un comino lo que diga la RAE y ahí están los títulos de sus canciones para demostrarlo: Soy arbañí, Capao, Mu basto, Pa los guarros... Si el andaluz llega a ser un idioma algún día, el Koala será uno de sus embajadores, con permiso de los cantaores flamencos.

Entre aquel Opá canturreado todo ser viviente en la España del 2006 y el día de hoy, hay otros cinco discos de estudio, colaboraciones con Manolo Escobar o el Sevilla, cientos de conciertos y hasta una aparición en el reality Gran Hermano VIP. Así pues, esta entrevista versa sobre música de ayer y hoy, sobre éxito, sobre una vida pegada al campo, a la contemplación, la quietud y los placeres sencillos. Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo, que diría Fray Luis.

El Koala frente al eucalipto centenario donde se celebra esta entrevista.

El Koala frente al eucalipto centenario donde se celebra esta entrevista. Jaime Susanna

La conversación tiene lugar en un enclave poco habitual: una explanada usada como aparcamiento cerca de una playa de Torre del Mar (Málaga) y a la sombra de un enorme eucalipto centenario. “Aquí se está más tranquilo que en un chiringuito”, explica. No se hable más. Y antes de empezar, un apunte por nuestra parte:

—Perdón si le hago preguntas que le han hecho mil veces, pero tengo que dar por sentado que los lectores no tienen ni idea de quién es el Koala.

—No pasa nada, me encanta que me preguntes. Cuando curraba en la obra llevando azulejos no me preguntaba nadie. Y ganaba 800 pavos al mes y me dolía todo. Sin embargo, ahora vengo de la playa y vivo en el monte en una casita chula con piscina. Así que pregúntame lo que quieras.

Eso sí, no en todo obtendremos una respuesta elaborada: “Política cero. No conecto con esos señores ni me creo nada”. El único referente político que se anima a nombrar es el expresidente de Uruguay Pepe Múgica. Lo del Koala son los acordes de rock, las fiestas de pueblo, las cañas y las tapas que las acompañan. Eso, y una obsesión con poder aparcar con facilidad. No se le ocurra citarle en una ciudad.

P: ¿Cómo ha sido la vuelta a los escenarios tras la pandemia?

R: Mucha alegría. Había muchas ganas de volver. Hemos estado año y medio con un público sentado y con mascarilla. Imagínate. ¡Ole, fiesta, alegría, arriba! ¿Arriba de qué? (risas). Cuando te encuentras a un público sin mascarilla y con el cubata en la mano, pues no veas qué alegría. Ha sido un año y medio raro. Pero ahora cogemos el ritmo con una alegría y unas ganas que no veas.

P: ¿Había mono de escenario?

R: Muchísimo. Es donde más cómodo estoy. Toda la parafernalia de la música tiene como resultado final el escenario, al menos para los que somos músicos de rock y de directo. Cuando hemos visto el escenario nos hemos tirado de cabeza.

El Koala posa con su guitarra.

El Koala posa con su guitarra. Jaime Susanna

P: Vamos a retroceder un poco en el tiempo, si le parece. ¿Qué fue de Los Ducati?

R: Los Ducati fue una aventura muy bonita que duró desde septiembre del 92 hasta noviembre del 2000. Era un grupo de punk rock malagueño donde lo pasamos de escándalo. En aquella época hicimos un poco lo que nos apetecía. Tampoco Málaga tenía recursos para hacer mucho más. Y ya está, ahí quedó. En ocho años hicimos una maqueta y un disco. Fíjate. Si cogiéramos todo el material, hay canciones de cuatro discos que nunca se grabaron. Pero fue una aventura muy bonita.

P: Usted pasó de ser Jesús Ducati a ser el Koala. ¿Por qué el Koala?

R: Fue currando en una obra donde todos teníamos mote. Uno con la nariz muy larga, Pez espada; el otro con la panza muy grande, Panzapene; otro con las orejas muy grandes, Dumbo; el jefe, Jabalí; y a mí, por la forma de subirme en los andamios, el Koala. Nos cayeron motes a todos, no se libró nadie. Y digo, ya que me han puesto el mote, pues lo voy a coger como marca.

P: ¿Se esperaba el gran éxito que tuvo Opá yo viaze un corrá?

R: No esperábamos nada, tío. Yo estaba currando en la obra, hice el disco y no sabíamos nada. Yo sabía que estaba haciendo algo muy nuevo, muy distinto. Pensé que lo mismo nos apoya Radio 3 y somos un grupo de culto que le gusta a muy poca gente pero mucho. Lo mismo hacemos fiestas de campesinos con un escenario en el remolque de un tractor. Ese era mi pensamiento.

P: ¿Cómo cambió su vida ese éxito repentino?

R: Cambió para bien. Todo el mundo se enteró de que teníamos un disco que hablaba del campo. La canción que reventó del disco fue la de Opá, pero es un disco de 12 canciones con toda una temática rural. Esa canción tiró del disco entero. Mucha gente terminó escuchando el disco entero. Aunque también hubo quien se apuntó a la moda de los politonos y solo conocía la canción. Fueron los últimos coletazos del CD, allá en 2006, y las discográficas se inventaron un departamento de politonos. entonces te vendían la canción en el móvil. No había Facebook, ni Instagram, ni TikTok, así que te vendían el politono. Esa moda duró muy poco, dos años como mucho.

P: De los escenarios pasó a la tele también. ¿Cómo fue su experiencia televisiva?

R: A mí la tele me gusta cuando voy a hablar de música. Lo de Gran Hermano se cruzó y en ese momento me apeteció. Como experimento es una maravilla. Meter en 600 metros cuadrados a 15 personas a convivir. Mentalidades distintas, frecuencias distintas, valores distintos. Como invento es brutal. lo que pasa que cayó en Telecinco y lo que se busca es el vídeo, la bronca. Pero el invento es brutal. La experiencia me gustó mucho. lo que pasa es que, claro, yo pensaba que la experiencia iba a ser pura, pero qué va. Meten a personajes ansiosos, maleducados, malos compañeros, malas personas… ¡Esconden comida! Es la parte más desagradable del reality.

El Koala en su paso por el 'reality' gran Hermano VIP, en 2018.

El Koala en su paso por el 'reality' gran Hermano VIP, en 2018. Telecinco

"Todos somos catetos"

Poner una guitarra en el regazo del Koala significa que la va a hacer sonar. Da igual que le estén haciendo fotos, él sigue a lo suyo. Enseguida llama la atención el hecho de que toque la guitarra con dos dedos menos en la mano derecha, como Víctor Jara en sus últimas tristes horas. Concretamente, le faltan el índice y el corazón. 

Sobre esto hubo varias leyendas urbanas, incluyendo que le mordió un cerdo y se los segó. Sin embargo, cuando participó en Gran Hermano VIP, el propio Koala lo desmintió y contó la historia real. A los 13 años tuvo un accidente con una cortadora de césped al tratar de arrancarla. La máquina volcó sobre él y le seccionó esos dos dedos. 

“Lo pasé fatal -explicó entonces el Koala-. Pero después pensé que una página del libro es una página del libro y yo no tiro un libro entero. Yo sigo pasando páginas. Tuve que empezar de nuevo, a escribir, a conducir... Tuve que empezar de cero. Llevaba la mano en el bolsillo por vergüenza hasta que me di cuenta de que la vida es bella y hay que tirar hacia adelante. Después me refugié en la música, que es mi religión, mi salvación, que es lo que me ha dado la vida. Cogí una guitarra y empecé a componer. Si no llega a ser por la música, no sé qué hubiera hecho”. Y así han pasado ya 41 años. 

P: ¿Cómo es en la actualidad un día en la vida del Koala?

R: Tengo una vida tranquila y contemplativa, como el viejo leñador. Paso la mayor parte del tiempo afilando el hacha y cuando salgo al bosque intento dar pocos hachazos pero bien dados. No soy como el joven leñador que tiene mucha energía y se pone a darle a todos los árboles. Eso hacíamos Los Ducatis. Teníamos el hacha nueva, no nos hacía falta ni afilarla. Nos metíamos en los bosques y como los vikingos. Y así perdimos ocho años. Sin embargo, ahora no. Ahora tengo una vida tranquila. Conecto con el campo para escribir, pero ya no tengo cabras, ni ovejas, ni animales. Solo tengo un perrillo, una perrilla y un pequeño huerto.

El Koala toca ante el eucalipto centenario.

El Koala toca ante el eucalipto centenario. Jaime Susanna

P: ¿Actualmente la música le da de comer?

R: Yo vivo de la música porque siempre he vivido para la música. Yo empecé con 16 años viviendo para la música. El universo lo sabe y apunta horas extra. Entonces vivo de la música. He conocido mucha gente que ha dejado la música porque pretendían vivir de la música, sin vivir para la música. Gente materialista, corrupta, sin alma que ha querido hacer música para ganar dinero. Así no funciona. Tienes que entregarte a la música y ella sepa si te da de comer o no. Ella te elige y sabe. Es como la que se mete a monja. Es lo mismo. Entonces yo sí vivo de la música, aunque en esto hay años mejores y peores. Tiene que ser así para que estemos con los pies en el suelo. Tenemos que tener tiempo para componer, para decir esta canción sí y esta no. ¿Tú te imaginas que todos los años fueran como el Opá, con 97 conciertos al año?

P: ¿Aquel año dio 97 conciertos?

R: Sí, 97 conciertos. Y me bañé en la playa una vez… Y solo hablaba con mi señora por el móvil… Es bueno que pase de todo, porque te equilibra y te da tiempo a afilar el hacha.

P: En sus canciones siempre ha reivindicado el mundo rural, el campo. ¿Cree que la sociedad se está olvidando del campo?

R: Yo cada día flipo más, porque pienso que le estoy cantando a un mundo que no existe. ¿Pero qué hago? Yo no puedo cantarle a los rascacielos, a Nueva York, a Coca-Cola, a Burger King. ¡No! No me interesa para nada. Conforme pasan los años pienso que estoy encabezonado en cantarle a un mundo que no existe, pero es lo que me gusta, lo que me pone.

P: En su último sencillo reivindica el orgullo cateto. ¿Qué significa ser cateto y por qué merece una canción?

R: Según el diccionario, un cateto es una parte de un triángulo de tres lados iguales. Según el idioma nuestro del pueblo, cateto se le dice a todo aquel que es ignorante de algo. Por lo tanto, todos somos catetos. Un ingeniero industrial puede ser un genio en lo suyo pero luego, a la hora de sembrar patatas, no sabe que es con la luna menguante de octubre. todos somos catetos e ignorantes. Todos estamos en nuestra burbuja, en nuestro rollo. Es una forma de llamar a todo el mundo cateto. No solo a los del campo. En la ciudad puede haber más catetos que en el campo.

(La charla se ve brevemente interrumpida por el paso de una moto ruidosa).

Mira, una cateto con una moto. (risas)

P: Hay una frase muy manida que tienden a decir muchas viejas glorias de la música. A ver si usted está de acuerdo: ¿el rock ha muerto?

R: ¡Qué va! ¡El rock no ha muerto! Se murió Elvis Presley. Cada vez más gordo, porque no se cuidó. Pero el rock sigue estando. Ahora, cuidado. También en el rock ha habido mucho corrupto y ha caído en manos de gente que lo ha deteriorado mucho. Pero no ha muerto. Un tío con una batería, un bajo o una guitarra… Yo creo que eso estará siempre y cada vez cogerá más valor. Nos verán como dinosaurios.

P: ¿Ha escuchado el Motomami?

R: Sí, me repugna (risas). Me resulta repulsivo. Lo veo artificial y cutre. A mí no me llega eso.

P: ¿Pero toda la música de Rosalía o solo este disco?

R: Todo ese género y toda esa gente. Me resulta repulsivo. Pero cuidado, te lo voy a adornar bien. Entiendo que si tú le preguntas a Beethoven por los Beatles, te dirá que vaya mierda. ¿Qué hace un tío con el flequillo por aquí y un cable puesto en una guitarra eléctrica? Creo que es una lógica de tiempo. Es una música que no pertenece a mi tiempo ni a mis valores musicales. No es nada personal.

P: Hay una cosa que tenían en común Beethoven y los Beatles, y es que llevaban músicos al escenario. Rosalía en esta gira no lleva ni uno. ¿Qué le parece eso?

R: Es la muerte de la música. Es otro rollo que se puede vender de puta madre y que le guste a todo el mundo, vale. Pero no es música. La música son músicos tocando en un escenario, ¿no?

P: ¿Qué me dice de las propuestas musicales que se llevaron al Benidorm Fest para representar a España en Eurovisión?

R: He bebido agua. ¿No hay ningún cubo para que pueda soltar la bilis? No, a mí eso no me gusta. No había ninguna banda de rock, ni de pop. Eran todo solistas. Muy cutre, muy malo. Igual estoy muy dinosaurio. Me sacas de Nirvana y no puedo.

P: Actualmente, ¿cuáles son los sitios más habituales donde toca?

R: En fiestas de pueblo. Y mientras más pequeño sea el pueblo, más agradecido, más cariñoso, mejor tapeo y mejor se aparca.

P: ¿Le gusta?

R: Me encanta. El otro día estuvimos en un pueblecito de la Alpujarra, Cañar. No veas la plaza como se puso. En un estadio, lo mismo va fulano y mete a 30.000 personas. Pero lo que yo viví en esa placita con esa gente y lo que allí pasó, eso no tiene precio. Eso es lo que llevamos 15 años haciendo.

P: ¿Podemos esperar más música del Koala durante los próximos años?

R: A mí me gustaría ser un noventón de estos pesados como Raphael y poder hablar de mis 65 discos. Me gustaría poder haciendo música siempre, claro.