Una patera argelina varada en la playa de Can Curt, al sur de Mallorca.

Una patera argelina varada en la playa de Can Curt, al sur de Mallorca. RM

Reportajes CONFLICTO ARGELIA-ESPAÑA

Mallorca y Cabrera, nuevo 'punto caliente' migratorio por la crisis con Argelia: "Vendrán a punta pala"

En lo que va de 2022, más de 400 personas y unas 30 pateras han llegado a Baleares. El día que estalló el conflicto diplomático, entraron 113 migrantes.

19 junio, 2022 02:01
Colonia Sant Jordi (Mallorca)

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En la playa de Can Curt, al sur de Mallorca, dos turistas alemanas se protegen del sol tumbadas a la sombra de unas casetas de pescadores. Son las cuatro de la tarde y, en plena ola de calor, el sol abrasa. Frente a ellas, varada en la playa, hay una embarcación en la que no reparan, porque parece una barca de pesca, un elemento más del paisaje. Sin embargo, basta con acercarse para ver que no lo es. El precinto de la Guardia Civil, una chaqueta húmeda en el interior del tambucho, un remo y 12 bidones de gasolina vacíos de 30 litros solo indican una cosa: es una patera venida de Argelia.

La lancha llegó a Can Curt, en el término municipal de la Colonia Sant Jordi, a las 8:00 de la mañana del miércoles 8 de junio. En ella viajaban 18 personas procedentes de Boumerdes, uno de los suburbios de Argel. Recorrieron 154,4 millas náuticas (286 kilómetros) en unas 30 horas. Aquel mismo día, en un lapso de apenas 15 horas, llegaron al archipiélago balear otras cinco pateras con otras 95 personas. En total, seis embarcaciones y 113 inmigrantes irregulares. Es la llegada más numerosa en un solo día en lo que va de año de la llamada ‘ruta argelina’.

Para la Guardia Civil no fue una coincidencia: aquel mismo miércoles, el Gobierno argelino rompió el Tratado de Amistad entre España y Argelia por el cambio de postura español respecto al Sáhara Occidental en marzo pasado. El acuerdo, suscrito en 2002, incluía en sus puntos la cooperación entre ambos países en materia de control migratorio.

Militares españoles en la isla de Cabrera.

Militares españoles en la isla de Cabrera. Ministerio de Defensa

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska se apresuró en decir que no habría una ola migratoria masiva desde Argelia después de la ruptura del pacto. Sin embargo, según reveló Brais Cedeira en este periódico tras acceder a una serie de informes de inteligencia, el país norteafricano facilitará ahora la llegada de pateras a España como herramienta de presión. Las seis que entraron en aguas baleares aquel miércoles solo fueron el primer aviso de un verano que promete ser “caliente”.

Tanto es así que en Palma de Mallorca ya se ha habilitado el antiguo cuartel militar de Son Tous como centro de recepción temporal de inmigrantes. Comenzará a funcionar a partir del 1 de julio. El Govern balear ha cedido este espacio, donde ya están montados 15 módulos prefabricados con luz y agua corriente, y con capacidad para albergar hasta 200 personas. En caso de que haya una necesidad extrema, también se instalarán tiendas de campaña. 

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La situación puede agravarse, si cabe, porque Argelia no solo mira hacia otro lado en el momento de controlar sus costas: sus fronteras permanecen cerradas, con lo que los expedientes de devolución de quienes llegan desde el país no se pueden tramitar. Son las condiciones perfectas para que se produzca un hacinamiento como el que se vivió en el puerto grancanario de Arguineguín a finales de 2020.

Récord de llegadas

En apenas seis meses de 2022 ya han llegado a Baleares más de 400 personas y una treintena de pateras. Es una tendencia que va en aumento y, en la actual coyuntura política, es previsible que se dispare. En 2019 arribaron a las islas 41 embarcaciones con 507 inmigrantes. En 2020, la cifra se triplicó con 112 lanchas y 1.464 personas. El año pasado se batió el récord, con 164 pateras y 2.402 migrantes.

Los vecinos de la Colonia Sant Jordi están preocupados por el aumento de llegadas de irregulares.

Los vecinos de la Colonia Sant Jordi están preocupados por el aumento de llegadas de irregulares. RM

La Colonia Sant Jordi, un pequeño enclave turístico de unos 2.600 residentes fijos todo el año, es uno de los puntos críticos de este fenómeno. En las últimas semanas, el trajín de patrulleras y semirrígidas de la Guardia Civil ha sido más alto que de costumbre. También las batidas de un avión CN-235 del Ala 49 del Ejército del Aire con base en Palma, designado para vigilancia marítima y rescate en el mar. “Pasa por aquí cada dos por tres, esto no es habitual”, dice un camarero de uno de los bares del puerto.

A las puertas del verano, en el pueblo no se habla de otra cosa. Un grupo de jubilados locales discute acalorado sobre el asunto en unos bancos del paseo marítimo: “Las cosas hay que decirlas claras: ¡esto es una invasión!”, exclama uno de ellos preocupado. “Tras desembarcar, salieron caminando tranquilamente por la playa. Lo importante para ellos es llegar. Saben que, una vez aquí, no les puede pasar nada”, añade en referencia a los 18 hombres que llegaron en la patera varada en la playa de Can Curt.

El motivo de que la Colonia sea el punto caliente de la entrada de inmigrantes argelinos es que es el punto más al sur de Mallorca, y el más cercano a Argelia. Además, la localidad se encuentra encajonada entre dos remotas playas de arena y espacios naturales protegidos con poca presencia humana y menos vigilancia. Hacia el Este, por ejemplo, está la finca privada de S’Avall, propiedad de la familia de banqueros March. Se trata de un terreno todavía más virgen, si cabe, donde las incursiones nocturnas de pateras pasan más desapercibidas. La playa de la embarcación varada se encuentra, de hecho, en sus dominios.

La Colonia también es el puerto más cercano a la isla de Cabrera. Situada a 7,5 millas (14 kilómetros) al sur de Mallorca y deshabitada tras ser declarada Parque Nacional en 1991, es el pedazo de tierra firme española donde más pateras argelinas llegan. Tiene jurisdicción militar. El miércoles de la semana pasada, en el último arribo masivo, dos embarcaciones alcanzaron el islote con 37 personas a bordo.

Un CN-235 de vigilancia marítima del Ejército del Aire patrulla los cielos de la Colonia Sant Jordi.

Un CN-235 de vigilancia marítima del Ejército del Aire patrulla los cielos de la Colonia Sant Jordi. RM

La isla ya fue usada por piratas berberiscos en los siglos XIII y XIV como base desde donde atacar las costas mallorquinas. Siete siglos después, la piratería ha adoptado otras formas, usando vidas humanas como moneda de cambio. Lo saben bien la veintena de pescadores que tiene amarre en el puerto de la Colonia. Varios de ellos se han encontrado con pateras mientras faenaban de noche en aguas cercanas a Cabrera o la Colonia. 

“Estábamos pescando calamar en Cabrera y, como a las 2:00 de la madrugada, el marinero escuchó un motor. Enfocamos a donde venía el ruido y vimos una patera. Luego comenzaron a gritar ‘¡Ayuda, ayuda!’. Nos arrimamos a la barca y les dimos agua, comida y mantas… Todo lo que llevábamos encima”. Quien habla es el almuñequense Carmelo Martín Olivares, el pescador más veterano del puerto de la Colonia Sant Jordi y patrón del Calipso II. Lleva 45 años pescando en Cabrera y es de los pocos que ha tenido una caseta propia en la isla, cedida por el Gobierno militar. El encuentro del que habla se produjo el verano pasado. 

“Les dije que estuviesen tranquilos, que lo peor ya había pasado. Habían hecho una travesía muy peligrosa. Había unos cinco menores, chicos adolescentes. Querían subir a bordo pero les dije que no. Eso no lo podemos hacer porque se nos puede caer el pelo. Me pidieron que no llamase a la Guardia Civil y que los llevase a Mallorca, pero evidentemente, llamé”, prosigue.

Miqui, el marinero de Carmelo, también tranquilizó a los inmigrantes. Les dijo que habían encontrado al “capitán trueno” y que no los dejaría ahí hasta que no se hiciesen cargo los guardias y Salvamento Marítimo. “Estoy muy agradecido por haberles ayudado, si tuviera que hacerlo otra vez, lo haría”, dice Carmelo, ajeno al choque diplomático entre Argelia y España, que puede provocar más escenas como esta.

Carmelo Martín, un veterano pescador que socorrió a una patera en verano de 2021.

Carmelo Martín, un veterano pescador que socorrió a una patera en verano de 2021. RM

Otro pescador, el también veterano Guillermo Montserrat, se está preparando para la temporada de pesca de la langosta en Cabrera en julio. El miércoles de la llegada masiva estaba a punto de salir al mar a las 4:30 de la mañana cuando presenció todo: “Estaban la Cruz Roja y la Guardia Civil en tierra sacando a todos los que habían interceptado. Los metieron en dos autobuses y para Palma o Manacor”. 

Él se muestra más preocupado por la situación que su compañero: “Con lo de Argelia, vendrán a punta pala. Eso comentaban los guardias. Será un desmadre”, dice resignado, al tiempo que reconoce que le apena la situación. “Son personas que se buscan la vida”.

Argelia-Mallorca

Al otro lado del muelle donde amarran las barcas de Carmelo, Guillermo y los demás pescadores, hay cinco pateras alineadas, con motores fueraborda Yamaha de entre 40 y 60 caballos de potencia. Son nuevos. En el interior de las barcas aún quedan los bidones de gasolina que usaron para la arriesgada travesía (unos 230 litros de media) y algunas prendas de ropa sueltas, como en la patera de Can Curt. Son los vestigios de las últimas incursiones.

Todas las embarcaciones son iguales: miden unos siete metros de eslora y son de color blanco o azul. Están hechas de fibra de vidrio, y todas tienen un cabo atado con bridas que rodea la borda. Las fabrica a escala industrial un astillero de Argel llamado, paradójicamente, Palma Marine. La compañía vende las barcas a precio de ganga a través de múltiples comerciales presentes en las redes sociales. Algunos anuncios publicitan el modelo 4.80 -como el de las incautadas en la Colonia- por 62.000 dinares argelinos, unos 400 euros.

Imagen de Facebook donde se exponen las embarcaciones que luego se usan como pateras, en una calle de Argel.

Imagen de Facebook donde se exponen las embarcaciones que luego se usan como pateras, en una calle de Argel. Facebook

Embarcaciones incautadas en las últimas llegadas, en el puerto de la Colonia Sant Jordi.

Embarcaciones incautadas en las últimas llegadas, en el puerto de la Colonia Sant Jordi. RM

Los pasajeros, sin embargo, llegan a pagar hasta tres veces más por un pasaje clandestino que les lleve a Baleares. La tarifa promedio es de unos 1.000 euros. Las mafias los recogen al amanecer en pueblos costeros cercanos a la capital argelina. Boumerdes y Dellys, en la costa noreste del país, son los puntos de partida más conocidos. “Pero hay más”, reconocen fuentes de la Guardia Civil consultadas por este periódico. El viaje solo se produce en días y noches de mar calma, con independencia de la dirección del viento.

La Guardia Civil monitorea, a través de mapas meteorológicos, el estado del mar desde la costa de Argelia hasta Cabrera. Si hay buena mar en la mayoría del recorrido, se preparan para nuevas llegadas. Algunos residentes de la Colonia especulan con que un barco nodriza arrastra a las pateras hasta dejarlas cerca de Cabrera. Es un trayecto de 286 kilómetros en mar abierto, con embarcaciones pequeñas abarrotadas de gente -unas 15 personas de media-, por lo que algunos no creen que hagan la travesía entera. Pero las fuentes de la Benemérita lo desmienten: “Hacen todo el viaje, por inverosímil que parezca. Es muy peligroso”.

Las fuentes del Instituto Armado explican también que los patrones de las pateras usan aparatos GPS muy rudimentarios, “incluso brújulas magnéticas” para orientarse. Una vez establecen el rumbo, esperan encontrar tierra o que los intercepte la Guardia Civil o Salvamento Marítimo. 

A pesar de estar oficialmente deshabitada, en Cabrera pernoctan un destacamento de Seguridad Ciudadana y otro de Servicio Marítimo de la Benemérita. También hay una avanzadilla militar del Ejército de Tierra que rota semanalmente. Los guardias son los encargados de operar un radar del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), que a su vez está integrado en la agencia de fronteras europea FRONTEX.

La isla de Cabrera (al fondo) al amanecer, desde la Colonia Sant Jordi.

La isla de Cabrera (al fondo) al amanecer, desde la Colonia Sant Jordi. RM

“El radar nos indica si hay movimiento en la costa argelina. Luego usamos el helicóptero y una cámara térmica que tenemos en Cabrera con un alcance de decenas de kilómetros que nos marca puntos calientes en el horizonte. Si son muchos, pedimos ayuda a Palma, donde tenemos la base de patrulleras y salimos a interceptar. Si no, nos apañamos con la semirrígida que tenemos en Cabrera”, explican las fuentes de la Guardia Civil.

“Cuando las pateras se dan cuenta de que las hemos visto, se quedan quietas, esperando. Conocen perfectamente el procedimiento. Después, los llevamos a puerto y a partir de ahí se encarga la Policía Nacional, que es la responsable de Extranjería”, continúan las mismas fuentes. En algunos casos, las pateras vacías se quedan a la deriva y las conducen posteriormente hasta el muelle de la Colonia la Guardia Civil o los propios pescadores.

Pese al éxito en las intercepciones en el mar, algunas pateras alcanzan tierra. El 8 de junio, una de ellas llegó a meterse por la misma rampa del puerto de la Colonia. También se producen desembarcos puntuales en la deshabitada Cabrera: “Se piensan que están en Mallorca y cuando ven que se encuentran en un islote que no tiene nada, llaman al 112 para que los saquemos de ahí”, dicen las fuentes de la Benemérita.

Los irregulares son posteriormente retenidos en dependencias policiales durante las 72 horas que marca la ley. Luego quedan en libertad con un expediente de devolución abierto, el cual no puede ejecutarse por el cierre fronterizo.

La mayoría de ellos son hombres jóvenes, entre 15 y 30 años, y nacionales argelinos. En las últimas llegadas también ha habido siete mujeres e incluso un niño. “Este año es la primera vez que hemos visto un niño”, aseguran las fuentes policiales. Su estancia en Mallorca no se alarga más de lo necesario. Una vez son puestos en libertad, gran parte de ellos busca un pasaje a la península o hacia Francia.

En cuanto a los patrones de las mafias, la policía se enfrenta a la dificultad de identificarlos. Suelen confundirse entre los inmigrantes a quienes llevan. El pasado mayo, sin embargo, una investigación sobre una patera que llegó con 19 personas a Mallorca, reveló quién era la persona que pilotaba la embarcación. Fue condenado a prisión preventiva por favorecer la inmigración ilegal. Aunque, si pueden, tratan de escapar. “Si llegan a tierra, hay quienes les recogen con coches en medio del campo”, dice otro de los pescadores, que prefiere mantener el anonimato.

El pescador Guillermo Montserrat.

El pescador Guillermo Montserrat. RM

La preocupación por la ruta argelina no solo se queda en Mallorca. Una de las seis pateras que llegó al archipiélago el pasado 8 de junio lo hizo a Formentera. En Ibiza no hay en la actualidad Servicio Marítimo de la Guardia Civil, aunque se prevé que, a partir de julio, entre en funcionamiento un destacamento de 20 agentes con tres embarcaciones.

Con el conflicto diplomático entre España y Argelia en plena ebullición, los locales son pesimistas. “De los 45 años que llevo pescando en estas aguas, nunca había pasado esto. No fue hasta hace cinco años que me encontré con una patera por primera vez en mi vida”, dice Carmelo. Lo que hace un lustro sorprendió a los residentes de las islas, que veían las pateras como un fenómeno lejano, ha venido para quedarse.

El mismo día de la publicación de este reportaje, 17 inmigrantes argelinos han llegado a aguas de la Isla de Cabrera. Han sido interceptados por una embarcación del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, y embarcados por Salvamento Marítimo rumbo a Palma de Mallorca.