Un doctor mide el diámetro a un paciente.

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Por qué de cada cinco andaluces uno es obeso: así influye tu lugar de nacimiento en tu peso

En la última encuesta publicada en el INE, ambas comunidades están por encima del 19% en cuanto a población obesa se refiere. 

28 abril, 2022 03:13

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Entre el norte y el sur de España hay muchas cosas diferentes. Que si el tiempo, que si las horas de sol, que si el tipo de paisaje... Pero unos lugares y otros tienen algo en común: en ambos se registran las mayores tasas de obesidad de España. Los datos más recientes de la Encuesta Europea de Salud en España, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, señalan que es en Andalucía y en Asturias donde más tasa de obesidad se registra, con unos porcentajes respectivos del 19,67% y del 19,08%. Murcia es la tercera de la lista, con una tasa del 19,08%.

Los cálculos de la de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) –que lanzó en 2021 su análisis de la situación– difieren un poco en qué comunidades autónomas ocupan las primeras posiciones en el ranking, pero también destacan a Andalucía y Asturias. Andalucía y Galicia son, con un 26,7%, las comunidades autónomas con las tasas de obesidad más altas de España, seguidas por los datos de Asturias (26,2%) y Murcia (25,7%).

Pero ¿qué es lo que lleva a que estas comunidades autónomas se posicionen en los puestos de cabeza? ¿Por qué andaluces, asturianos, murcianos y gallegos son quienes tienen un índice de masa corporal más elevado?

Se podría apelar como explicación a que en el norte se atiborran de caldos y fabadas y en el sur abusan de los fritos. Eso, más allá de caer en los clichés alimentarios, no sería del todo correcto. De hecho, como han ido demostrando los estudios sobre patrones de salud y peso, las decisiones individuales tienen un peso relativo frente a un ecosistema más complejo en el que se incluyen desde la genética a cuestiones de clase e ingresos.

Dónde vives impacta en cuánto pesas. Ya en la presentación de los resultados del informe de la SEC, la doctora Carmen Pérez-Rodrigo, explicaba que “el nivel socioeconómico y el tamaño del hábitat también se asocian significativamente con la obesidad”. Así, según las cuentas de este organismo, las tasas de obesidad son menores en las localidades de entre 15.000 y 50.000 habitantes frente a las de 5.000. Madrid, una comunidad autónoma muy urbana, no es quien tiene el índice de obesidad más bajo, pero sí está entre las regiones de la cola con su 13,42%.

Al otro lado del teléfono, Mónica Pérez, miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, explica a EL ESPAÑOL que señalar por qué unas comunidades tienen mejores datos que otras es complejo. Entre las razones que explican en general la obesidad, son varios los elementos que entran en juego. Así, nuestro peso lo marcan los hábitos de vida, pero también nuestro entorno. “La manera de comer se hereda de la familia”, apunta, señalando que, si en nuestra comunidad autónoma se come de una manera o de otra, lo interiorizaremos también, lo que marcará nuestros patrones alimentarios.

Pero, además, también impactan factores económicos. “A veces, es verdad que los alimentos menos saludables son los más baratos”, indica, recordando que nuestra economía también marca nuestro acceso a recursos como los nutricionistas, que no están incluidos en la Sanidad pública. Si puedes pagarlo, puedes acceder a ellos. Si no, será mucho más complicado.

Igualmente, hay que tener en cuenta los conocimientos en alimentación de las personas. La educación en alimentación es clave para tener hábitos saludables, pero no todos tienen acceso a los mismos recursos. Pérez recuerda que es habitual que la clase baja tenga datos de obesidad más elevados.

¿Cuál es el secreto de Extremadura?

En los datos estadísticos del INE, y aunque Navarra es la comunidad autónoma que se posiciona como líder en lo que la encuesta clasifica como "normopeso" (un 51,16% de su población entra en esa categoría) -el peso adecuado para una persona-, Extremadura es la que presenta la tasa de obesidad más baja. Solo el 12,82% de sus habitantes entra en la escala de la obesidad.

Mónica Pérez es, además de miembro del consejo general, la presidenta de la Asociación Profesional de Diestistas-Nutricionistas de Extremadura. Resulta, por tanto, inevitable preguntarle cuál es el secreto de Extremadura. ¿Qué es lo que ha hecho esta comunidad autónoma para lograr los datos más bajos en obesidad? “Ojalá lo supiéramos”, reconoce Pérez. Si hubiese una clave para reducir los datos de obesidad, las demás comunidades autónomas solo tendrían que copiarlo.

La nutricionista sí da algunas pistas sobre qué es lo que puede cambiar las cosas. Es posible que la dieta extremeña tenga mucho que ver con los datos, porque aunque en Extremadura se come mucha carne y embutido –lo cual no es bueno en exceso– también se comen muchas legumbres. Igualmente, todavía se mantiene una dieta y unos hábitos más cercanos a la dieta tradicional. Todavía se hacen comidas como las de siempre, lo que reduce el uso de ultraprocesados, y aún se come mucho en casa y no tanto fuera. Por ejemplo, es aún habitual que los niños vayan a comer a sus casas y no lo hagan en el colegio. “Esas pequeñas cosas pueden ayudar”, indica.

No a la operación bikini

Al final, lo importante en estas cuestiones es tener muy presente que, como señala Mónica Pérez, esta es una “carrera de fondo”. La nutricionista deja claro que perder peso para una boda o para la llamada operación bikini no tiene mucho sentido.

No es una cuestión de perder peso y sacarse kilos, sino de crearse unos hábitos de vida saludables y de entender que esta es “una batalla para toda la vida”. “Lo importante es la alimentación global, no lo que hacemos en momentos puntuales de nuestra vida”, explica Pérez. “Es cuestión de cambio de hábitos y no es cuestión de peso, es una cuestión de estar sano”, apunta.

En resumidas cuentas, obsesionarse con perder 10 o 5 kilos o pasar de comer ese pastel un día concreto no tiene sentido, sino que hay que verlo de forma general, como la incorporación de “actos saludables” a nuestra vida, como la actividad física o el “poder acceder de manera gratuita y equitativa a los nutricionistas”.