Zakia, mostrando una foto de hijo, Wadia, ahogado este sábado.

Zakia, mostrando una foto de hijo, Wadia, ahogado este sábado. Badía

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El drama de Zakia: su hijo de dos años se ahogó en Murcia y ahora no puede repatriarlo a Marruecos

La familia está tratando de localizar al embajador de Francia en España y está recabando donativos para financiar los 2.500 euros del entierro.

20 julio, 2021 01:03
San Javier

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El pequeño Wadia prefería poner sus tupidos ricitos a remojo en la bañera de casa, antes que jugar con su bicicleta, con sus coches de la película Cars o verse alguna de sus series de dibujos favoritas. "Le encantaba el agua", comenta Zakia, totalmente devastada, y sumida en la tristeza porque Wadia, el quinto de sus seis hijos, con solo dos añitos y seis meses, murió ahogado este sábado en Los Narejos. "Era la primera vez que iba a una playa en España y se bañaba".

El deceso de este chiquitín, el peor de todos los sucesos que se han registrado en las costas de la Región de Murcia en lo que va de verano, tuvo lugar durante el primer día de vacaciones de esta familia numerosa afincada en París

Este viernes por la noche, la marroquí Zakia, y su esposo argelino, Fayçal, tras muchas horas de carretera, llegaron con su furgoneta a la partida rural del Lugarico -en San Javier- para que sus seis hijos pasaran un mes junto a sus queridos abuelos y sus tíos. 

El plan de vacaciones era más que austero porque el humilde sueldo de jardinero del cabeza de familia, para mantener una prole tan extensa, solo le permite pagar la gasolina y darse un atracón de kilómetros para alojarse en casa de sus suegros. "Somos una familia pobre", reume la abuela, Yacout, mientras seca sus lágrimas en un 'delantal' hecho con un trozo de tela de la funda de un colchón.

Esta marroquí, de 60 años, no exagera su delicada situación económica. Basta con ver dónde está situada su casa: paga 200 euros de alquiler por vivir pegada a una carretera, en medio de la nada, sin apenas ventilación, una puerta destartalada, un carrito de la compra del supermercado para meter la ropa sucia...

"Mi marido trabajaba de jornalero y ahora recoge chatarra por la calle". En ocasiones, tienen menos de 600 euros para pasar el mes, y en el mejor de los casos, 1.000 euros, de los que hay que descontar el tratamiento médico de uno de sus tres hijos diagnosticado de una enfermedad mental.

"No tenemos seguro para los gastos de repatriación de Wadia y necesitamos 2.500 euros", claman sin consuelo Yacout y su hija, Zakia, dos inmigrantes cuyo sueño de vivir en Europa, hasta ahora, consistía en luchar por llegar a fin de mes, pero desde el sábado se ha tornado en una pesadila triple: la muerte del chiquillo, junto a los problemas económicos y burocráticos para darle sepultura con dignidad. "No tenemos dinero para enterrarle". Causa dolor escuchar semejante afirmación.

Yacout, la abuela del pequeño ahogado, llorando en su casa del Lugarico.

Yacout, la abuela del pequeño ahogado, llorando en su casa del Lugarico. Badía

El drama de esta familia comenzó el sábado, justo después de comer, cuando optaron por ir a pasar la tarde a la playa de Los Narejos y darse un chapuzón en el Mar Menor. "Mi hija lleva viviendo trece años en París y excepto el año pasado por el coronavirus, siempre viene a mi casa a pasar un mes de vacaciones y tenemos la costumbre de ir un día a la playa", relata Yacout.

"No sabía nadar"

"Le quería apuntar a natación, no lo había hecho todavía porque era muy pequeño", cuenta la madre, de 39 años, con un sentimiento de culpa que no puede quitarse de encima. No hay cuerpo humano que soporte el dolor que está sufriendo Zakia: la pérdida de un hijo. Todo ello en el marco de una tarde de vacaciones, feliz, de reencuentro familiar y aparentemente inofensiva.

Tanto estaban disfrutando del litoral de la turística localidad de Los Alcázares, que el matrimonio decidió ir al supermercado a última hora de la tarde para comprar unos bocadillos y unos refrescos para sus seis hijos, de entre uno y diez años. "Solo nos fuimos media hora de la playa", se lamenta el cabeza de familia, Fayçal.

Los cuatro niños y las dos niñas se quedaron al cuidado de los abuelos: un matrimonio de sexagenarios, que se están deslomando a trabajar desde que llegaron a la Región de Murcia en el año 2002. De hecho, Yacout fue la última que vio con vida a Wadia.

- Yacout, ¿qué es lo que ocurrió?

- Yo estaba dentro del agua bañándome con dos de mis nietos y él pequeño se quedó jugando fuera. Wadia no sabía nadar y se ahogó en la orilla de la playa.

En unos segundos el crío supuestamente se alejó de sus abuelos, sus tíos y sus hermanos, tal y como detalla una fuente de la Policía Local de Los Alcázares: "Un joven lo sacó del agua, al verlo flotar boca abajo, próximo a las sillas que hay para gente discapacitada, a unos cincuenta metros de la zona de baño donde se encontraba la familia".

El pobre Wadia no se libró de las garras de la muerte, a pesar de que en la playa de Los Narejos, a la altura del chiringuito Teis, justo en ese momento, había una sanitaria fuera de servicio que trató de reanimarle cuando lo sacaron del agua. "Al llegar una patrulla a la zona, los agentes observaron a varios bañistas alrededor de un niño, al que le estaba realizando la RCP una mujer, que se identificó como médico del Hospital Morales Meseguer de Murcia".

Un policía local de Los Alcázares frente a la zona de playa donde se ahogó el niño.

Un policía local de Los Alcázares frente a la zona de playa donde se ahogó el niño. Cedida

La escena era dantesca: los padres del menor regresaron del supermercado y se toparon a los abuelos, los tíos y el resto de sus hijos, histéricos y atenazados por la ansiedad y la impotencia, al estar presenciando las labores de reanimación del benjamín de la familia: un chiquillo de cuerpo menudo, piel tostada y mirada angelical al que le pirraba el agua.

Ni la médico del Morales Meseguer ni el personal sanitario de la UME pudo recuperar las constantes vitales de Wadia, de 2 años y 6 meses: "Estaba sin pulso y con los labios morados cuando lo sacaron del agua. Primero le hicieron la reanimación cardiopulmonar sobre la arena y luego dentro de la ambulancia".

No pueden pisar Nador

La madre tuvo que ser atendida por un médico porque se desvaneció cuando le informaron de la muerte del pequeño por un síndrome de inmersión. El suceso cayó como una bomba en la Región de Murcia porque horas antes se confirmó la muerte de una niña, de 7 años, que llevaba ingresada tres días en el Hospital Virgen de la Arrixaca tras ser rescatada por los socorristas del fondo de la piscina Salabosque en la pedanía murciana de La Alberca.

La chiquilla era alumna de una escuela de verano de Puente Tocinos y el Ayuntamiento de Murcia ha abierto una investigación para esclarecer las circunstancias de su muerte tras ser sacada del agua inconsciente y en parada cardiorrespiratoria. En los Servicios de Emergencias de la Región no recuerdan una semana con tantos ahogamientos, que se hayan cobrado de forma consecutiva la vida de dos niños.

"A mi hijo le encantaba jugar con el agua en la bañera", se repite con incredulidad Zakia. Ni ella ni su marido, Fayçal, han podido pararse a afrontar el duelo de tan dura pérdida por culpa de la burocracia y su situación económica.

"Estamos tratando de reunir el dinero para el entierro de Wadia", cuenta desolado el abuelo del chiquillo, El Jilali, de 66 años. "No tenemos seguro ni disponemoes de 2.500 euros para la repatriación de mi nieto".

La comunidad musulmana de Murcia se ha movilizado para aportar donativos (ES4020383074156000120856)"Mi hija quiere enterrar a mi nieto en Nador, pero tiene el permiso de residencia caducado en Francia y si pisa Marruecos no podría volver a salir del país", expone Yacout.

El Jilali, el abuelo del pequeño mostrando la cuenta donde están recibiendo algún donativo.

El Jilali, el abuelo del pequeño mostrando la cuenta donde están recibiendo algún donativo. Badía

ATIM: al rescate

Es tan disparatado el panorama burocrático, que la presidenta de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes de Murcia, Sabah Yacoubi, ha tomado cartas en el asunto: "Hemos contactado con las autoridades del Consulado de Marruecos para buscar una solución a la situación administrativa de la madre".

Después de una serie de gestiones infructuosas y debido a que la familia no quiere alargar la estancia del cuerpo sin vida de Waida en el tanatorio de Torre Pacheco, los padres han decidido enterrarlo en París porque el pequeño tiene pasaporte francés, pero se han topado con el mismo problema: la burocracia por su condición de inmigrantes.

"Estamos tratando de gestionar la repatriación con el Consulado de Francia para desbloquear el entierro", asegura Sabah Yacoubi, de ATIM, apesadumbrada por la situación del matrimonio, más centrado en solventar trámites administrativos y reunir fondos, que en llorar la pérdida del quinto de sus hijos.

Zakia y Fayçal solo piden un poco de solidaridad en los despachos: "Estamos tratando de localizar al embajador de Francia en España para que nos ayude a enterrar a nuestro hijo en París".