Carlos, empuñando una pistola, junto a una foto del difunto Younes con su hijo.

Carlos, empuñando una pistola, junto a una foto del difunto Younes con su hijo. Cedida

Reportajes

Carlos presumía de ser racista gritando "moros de mierda" en su balcón antes de matar a Younes

Los vecinos que convivían con el supuesto autor del asesinato a tiros de un ciudadano marroquí dibujan un perfil xenófobo y problemático del pistolero

16 junio, 2021 01:46
Mazarrón

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Cuando Salah salía al balcón de su casa para liarse un cigarrillo mientras miraba el paisaje, entre calada y calada, el momento de relax siempre se lo arruinaba el mismo vecino: Carlos. "Ese hombre comenzaba a decir en voz alta: 'Moros de mierda'. No me lo decía directamente a mí, disimulaba asomándose y lo lanzaba al horizonte, pero yo pasaba de responderle". Esta anécdota xenófoba que cuenta Salah, es solo un ejemplo del clima de convivencia que han sufrido los residentes del bloque de la Plaza de la Escuela de Mazarrón, que en los últimos años tuvieron como vecino a Carlos: el pistolero que este domingo discutió con Younes y le asesinó de dos tiros a quemarropa por un supuesto móvil racista.

"Cada vez que Carlos llegaba bebido se escuchaban chillidos y portazos en su piso porque discutía con su hermano, Alberto: él sí era buena persona, siempre trataba de tranquilizarle, y recibía insultos", prosigue Salah para remarcar que en el bloque de pisos se respira "tranquilidad" desde que a Carlos, natural de Alcantarilla, de 52 años, lo han detenido por el asesinato del marroquí Younes. "Llevo viviendo varios años aquí y a ese hombre no le gustaban los moros", asegura Salah.

EL ESPAÑOL se recorre el bloque, planta a planta, y los residentes consultados solo hacen un buen comentario de Carlos: "Te decía hola y adiós cuando no iba bebido". Hay algunos que solo acceden a hablar con la condición de hacerlo desde el anonimato porque tienen miedo. "No se podía convivir con él, pero los vecinos no le decíamos nada porque era una persona violenta: yo vivo encima y a veces le veía en su balcón rompiendo puertas y sillas", ejemplifica una vecina. 

"Sacaba la bandera de España al balcón y ponía la música a todo volumen, incluso el himno nacional". A Carlos le gustaba pregonar su patriotismo, según los vecinos, un sentimiento lógico salvo por un detalle importante: en su concepto de Nación presuntamente no había sitio para los inmigrantes. "Era un racista", zanja Driss, otro residente. "No nos dejaba dormir con sus gritos y otras veces porque se ponía a tirar petardos, una vez estuvo desde las once de la noche hasta las dos de la madrugada, sin importarle que le pidiésemos que parase".

La mascletá organizada supuestamente por Carlos finalizó cuando fue movilizada la Policía Local. Un guardia civil confirma a este diario que este alcantarillero "contaba con intervenciones por desórdenes públicos" y lo define con contundencia: "Era un bronquista". Algo lógico a la vista del concepto que tenía de convivencia vecinal: "En una ocasión que se trajó a su hijo a pasar unos días, coincidió con los ensayos de una banda de tambores de la Semana Santa, como el niño no podía dormir, Carlos cogió una manguera y regó a los músicos para echarlos".  

Piso a piso, los residentes siempre subrayan "los jaleos" y "broncas" procedentes del inmueble que Carlos compartía con Alberto. "A veces se escuchaba como si estuviesen rompiendo cristales". Y otras dos constantes en los relatos. Una: "Solía emborracharse". Dos: la expresión "moro" en sus labios sonoba con connotaciones negativas. Cuando iba sobrio saludaba a todo el mundo, "era educado", pero cuando regresaba de fiesta la juerga la sufría el vecindario.  

En el piso en el que Carlos residía ya no está su hermano: Alberto. Unos inmigrantes indignados con la muerte a tiros de Younes se metieron dentro, tras reventar la puerta con un extintor y destrozaron el inmueble. Un hecho injustificado y reprochable porque Alberto no tuvo nada que ver en la muerte del ciudadano marroquí. El ataque al inmueble se produjo el lunes por la tarde, después de que una turba de vecinos, la mayoría argelinos y marroquíes, tratasen de agredir a Carlos cuando la Guardia Civil le sacó del bloque. Un episodio igualmente censurable.

Una turba de vecinos trata de agredir a Carlos durante el registro a su piso en Mazarrón donde le incautaron varias armas.

Las conductas que relatan los vecinos no cuadran con la educación que recibió Carlos: criado en una familia respetada en Alcantarilla y cuyo padre fue un mando militar del Ejército del Aire. De hecho, este alcantarillero, en los años ochenta, nada más realizar el servicio militar obligatorio solicitó una prórroga voluntaria para pasar otros nueve meses en la Base Aérea donde recibió instrucción precisa para manejar armas, aprendió a saltar en paracaídas, técnicas de defensa... 

Carlos hacía gala en su perfil de Facebook de su formación castrense con una foto suya de paraca. Aquel periplo militar fue un acicate para su afición por las armas en todas sus versiones: de fuego y blancas. La mejor prueba de ello es que en el registro de su piso en Mazarrón se intervino un pequeño arsenal, tal y como confirma una fuente próxima a la investigación que asume la Guardia Civil: "Tenía varias escopetas y machetes".

También le intervinieron un arpón: era "aficionado" a la caza y a la pesca submarina. "Contaba con licencia para las escopetas de caza, pero se desconoce si tenía permiso para tener un arma corta porque una pistola no la puede tener cualquiera". El Instituto Armado está investigando la procedencia de la Starfire DK 9 corto, conocida coloquialmente como Star: la pistola que Carlos empuñó el domingo para tirotear a Younes en la terraza de la Cafetería El Muelle del Puerto de Mazarrón.

El origen del arma es importante para los investigadores, ya que un periodista especializado en temas militares explica a EL ESPAÑOL que "la mayoría de los modelos Star ya no están en uso, en internet se pueden encontrar varias, pero inutilizadas porque son para coleccionistas y la fábrica que las producía cerró en 1997". Es una pistola difícil de encontrar y precisa: "Apenas pesa 400 gramos, tiene seis disparos y uno más en la recámara".

Pistola modelo Star empleada por Carlos para asesinar a Younes.

Pistola modelo Star empleada por Carlos para asesinar a Younes. Policía Local

500 personas protestan

Este martes, más de medio millar de personas se concentraron en la Plaza de las Comunidades Autónomas para solidarizarse con Andrea, la viuda de Younes, y mostrar su rechazo a un asesinato que los asistentes a la protesta tildaron de racista. El acto se preveía tenso y los comerciantes del Puerto de Mazarrón optaron por cerrar para prevenir daños en sus negocios ante posibles altercados, pero finalmente todo transcurrió sin incidentes. Los asistentes clamaron: "¡Justicia!"

Entre los asistentes se encontraba Anouar, marroquí, de 43 años, que el domingo estaba sentado con Younes en la terraza de la Cafetería El Muelle y que aseguró que el supuesto móvil de esta muerte violenta fue la xenofobia. "Estábamos tomando algo y de bromas, pero cuando se sentó en nuestra mesa una camarera que estaba descansando, un cliente dijo: '¿Por qué te sientas con los moros de mierda?'"

Ese cliente era Carlos y tal comentario dio pie a una disputa verbal que se saldó con plomo. "Younes y Carlos discutieron y se insultaron. Pero no llegaron a pegarse. Entonces, Carlos se marchó a su casa porque tardó veinte minutos en volver y regresó a la cafetería vestido de otra forma, empuñando una pistola. Iba directo a la mesa a matar a Younes. Le gritó: '¡Levántate!' Cuando se levantó, pegó un tiro al aire. En ese momento, Younes le cogió por el cuello y ese hombre le disparó dos veces: en la yugular y en el estómago", según narró Anouar a este diario.

Andrea junto al difunto Younes.

Andrea junto al difunto Younes. Cedida

Galán trasnochado

En la localidad mazarronera, igual que entre los vecinos del bloque de la Plaza de la Escuela donde residía Carlos, a nadie le ha extrañado que este alcantarillero saldase una discusión a tiros, entre aquellos que trabajaron con este cincuentón alto, con aires de galán trasnochado, no dan crédito al truculento asesinato que protagonizó.

"Era un bohemio: le gustaba vivir la vida al momento", asegura un hostelero para el que trabajó Carlos como refuerzo de la terraza de su negocio especializado en arroces y frituras de pescado. "Solo le tuve unos días porque no era una persona que diese la talla en la hostelería". Este empresario remarca que el trabajo no era una cuestión prioritaria para Carlos: "No le veía como un hombre capaz de soportar las responsabilidades, le gustaba salir y cuando veía una chica que le entraba por el ojo trataba de ligar".

Este empresario remarca ese perfil con una anécdota: "Un verano estuvo trabajando en una empresa que alquilaba hamacas y lanchas y como mi negocio estaba cerca de la playa donde trabajaba, venía a pedirme algunas tardes tres gin tonic". 

La inestabilidad tanto sentimental como laboral eran dos de los aspectos que caracterizaban a este hombre que tuvo varias parejas: una sanitaria, una profesora.... "A una de sus novias le montó un lío hace unos años, se presentó en la pedanía de Leiva y pegó tres tiros al aire, al hijo de la mujer lo atemorizó", cuenta una mujer conocedora de aquel incidente, que pone de manifiesto que Carlos tenía la misma facilidad para conquistar a las mujeres que para arruinar sus relaciones con ciertas conductas. "No estaba bien de la cabeza". 

Lobo de mar

No cuidaba ni a sus parejas sentimentales ni los empleos que tenía. Trabajó en un barco de pesca de altura, con el que salía a faenar por todo el Levante, buscando sardinas, caballas, estorninos, boquerones... También flirteó con varios curros en la hostelería, luego regresó a la pesca, después pasó varios veranos en empresas dedicadas al alquiler de embarcaciones y motos de agua en El Alamillo, en Bahía Grande... Su último empleo: operario encargado de balizar la playa con boyas.

En la localidad costera corre el rumor de que Carlos, después de disparar a bocajarro a Younes y huir a la carrera por la playa del Rihuete, justo antes de ser detenido por cuatro policías locales, tuvo la sangre fría de coger su teléfono para llamar a su jefe y decirle: "Mañana no voy a trabajar". Sin embargo, lo único que se ha confirmado hasta ahora es que nada más ser engrilletado hizo una supuesta petición xenófoba a los funcionarios: "Que no se acerquen los moros".

Una amiga de Carlos cuenta que el episodio racista que presuntamente protagonizó con Younes en la Cafetería El Muelle no es un hecho aislado: "Hace un año, entró a comprar tabaco a un bar de marroquíes, también hizo un comentario racista, pero los clientes cerarron la puerta del local para darle una paliza. Desde entonces no podía ver a los árabes".

Carlos conducido por varios agentes al bloque de pisos en el que residía con su hermano y donde intervinieron varias armas.

De este perfil personal -presuntamente- racista no tenía constancia el dueño de una de las empresas de alquiler de embarcaciones donde Carlos trabajó. Este empresario cuenta que lo contrató un verano por su buen currículum náutico: "Tenía el título de patrón y buscaba a alguien con experiencia". Tal extremo es corroborado por gente vinculada al Puerto de Mazarrón, donde definen a este alcantarillero como "un lobo de mar" que sabía llevar embarcaciones, pescaba con caña, con arpón...

En la mercantil de alquiler de lanchas destacó por su capacidad para desenvolverse con los turistas extranjeros: "Tenía un buen nivel de francés y de inglés, no era una persona conflictiva, el único defecto que tenía era que le gustaba beber, pero la verdad es que me quedé a cuadros cuando me enteré de lo del asesinato". Carlos siempre se mantenía sobrio cuando su hijo venía a pasar temporadas con él: entones se le veía con el crío por el paseo marítimo y comprándole helados: "Lo quería con locura".

Un par de mazarroneras que conocen a este cincuentón alcantarillero, cuentan que "ese hijo fue fruto de una relación que Carlos tuvo con una sanitaria del 061, natural de Galicia, que estuvo destinada en el Centro de Salud del Puerto de Mazarrón, y con la que se mudó a Madrid hasta que se separaron". De vuelta a la localidad del litoral murciano, ese periplo por la capital de España le valió entre los parroquianos el alias de Carlos 'El Madrileño'. Ahora muchos le conocen como Carlos 'El Pistolero'