Bonnie antes y después del accidente que sufrió en Magaluf en 2017.

Bonnie antes y después del accidente que sufrió en Magaluf en 2017.

Reportajes

La turista que se quedó tetrapléjica en la piscina de olas de un hotel de Magaluf pide 10 millones

Bonnie Lackey estaba de despedida soltera en Mallorca cuando sufrió un accidente que le dejó sin movilidad.

13 mayo, 2019 14:47

A Bonnie Lackey, de 41 años, le esperaban unos días de absoluta diversión en Magaluf, lugar famoso en Mallorca por su turismo desenfrenado. La británica había dejado a sus dos pequeños, Freddie y Tommy, en manos de su padre en la ciudad inglesa de Crawley. Ellos seguirían con su rutina y ella se olvidaría de todo para disfrutar con sus amigas en la despedida de soltera de su prima. Una mañana el grupo de inglesas estaba divirtiéndose en la piscina de olas del hotel BH Mallorca cuando Bonnie, que iba sentada en un flotador, se dio un brutal golpe contra el suelo de la piscina. La alegría llegó a su fin cuando se dio cuenta que no podía mover ni las brazos ni las piernas. El accidente le había dejado tetrapléjica. Dos años después, después de recuperar fuerzas, la inglesa pide una indemnización de 10,4 millones de euros.  

Los hechos ocurrieron en mayo de 2017. El grupo de amigas llevaba meses esperando el viaje y se estaban quedando en un establecimiento turístico en la localidad mallorquina. El BH Hotel Mallorca es famoso por tener un parque acuático para adultos y por sus fiestas de música electrónica. Además, está ubicado en lo que ellos, desde su página web, denominan "la capital mundial de la fiesta". Pertenece al grupo Cursach, propiedad del magnate Tolo Cursach, rey de la noche mallorquina relacionado con varios delitos de homicidio, corrupción de menores y narcotráfico. 

El empresario mallorquín Bartolomé Cursach Mas

El empresario mallorquín Bartolomé Cursach Mas EFE

"Caí boca abajo en el agua. No podía entender por qué mis brazos y mis piernas no estaban haciendo lo que yo quería que hicieran. Intenté levantar mi cabeza fuera del agua, pero tampoco pude. Aguanté la respiración y esperé de forma desesperada que alguien se diese cuenta de lo que me estaba pasando", contó Bonnie meses después de la tragedia al periódico británico The Sun.

"Sentí que esperé durante una eternidad, pero probablemente pasó menos de un minuto hasta que alguien me sacó del agua. Les dije que no sentía nada y todos supimos que la cosa era seria", expresó.

Imagen de la piscina de olas del establecimiento hotelero BH Mallorca

Imagen de la piscina de olas del establecimiento hotelero BH Mallorca

"Quería abrazar a mis seres queridos, pero no podía"

Mientras algunas de sus amigas corrieron a llamar a una ambulancia, otras gritaban de forma desesperada a los socorristas que no moviesen a Bonnie. Los facultativos llevaron a la herida a un habitación habilitada para este tipo de situaciones, pero la ambulancia no tardó en llegar. "La diferencia de idiomas supuso un gran problema", declaró la inglesa. Sus primas fueron a visitarla a cuidados intensivos. "Estaban pálidas y no paraba de llorar", añadió. 

Bonnie ya no podía seguir la fiesta con sus primas. Eso le hizo sentir aún peor. "Les dije que tendrían que continuar sin mi. No querían, pero insistí. No nos habíamos pasado durante meses organizando estas vacaciones para quedarnos en el hotel y sentirnos miserables", contó Bonnie. Su marido, Terry, no tardó en llegar. Dejó a sus hijos con unos familiares y cogió el primer vuelo con destino al aeropuerto de Son Sant Joan. "Me sentía tan sola e insegura en el hospital pensando en el futuro. Quería abrazar a mis seres queridos, pero no podía".

La británica se había roto tres huesos en el cuello y los daños que tenía en la médula espinal eran muy serios. Fue sometida a una operación bajo el cráneo donde le pusieron una pieza metálica con la intención de facilitar su movimiento. Tuvo que esperar durante una semana en el hospital mallorquín hasta que fue transferida sobre una ambulancia aérea privada hasta otro hospital en el condado de Surrey (Inglaterra). Allí entendieron la gravedad del asunto. Su parálisis sería permanente. 

Ocho meses después del accidente, la mujer pudo volver a casa. Sin embargo, su vida jamás volvió a ser la misma. Su vivienda necesita una obra para habilitar el edificio a su parálisis de un valor cerca de los 70.000 euros.

El gran día

Las amigas británicas que poco tiempo atrás se estaban divirtiendo en Magaluf estaban convencidas de que Bonnie no iba a poder asistir a la boda. Las posibilidades eran ínfimas. Pero la madre de familia no entiende de imposible. "En vez de centrarme en lo que no iba a poder hacer más, me enfoqué en lo que podría hacer", explicó. 

Semanas antes de la boda Bonnie pasó por un intenso proceso de rehabilitación. Y lo consiguió. El gran día un grupo de enfermeras la ayudaron a ponerse el vestido de dama de honor y apareció en la iglesia por sorpresa. Cuando se abrieron las puertas, los 70 invitados se dieron la vuelta sin dar crédito a lo que estaban viendo. "No había ni un ojo seco en la iglesia", dijo.

Dos años después del accidente, Bonnie se dedica a pintar cuadros con la boca. Es lo único que puede hacer. Lo que recauda lo dona a la caridad. Sin embargo, la mujer espera que al final pueda conseguir los 10 millones de euros que le ha exigido a la empresa del mafioso mallorquín.