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    Las vidas de Alejandro Cuaresma y Álvaro Soto se cruzaron en una trabajadera.

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    Ambos fueron los novatos en la Semana Santa de 2009 en el paso del Cristo de la Humildad y Paciencia de la hermandad de la Cena.

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    Esto hizo surgir entre ellos una intensa amistad que se han llevado a la piel. Se han tatuado en latín "Que el Rabí defienda la amistad".

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    “Ser costalero es ver la vida de una forma diferente.Se puede disfrutar el sufrimiento”, sostiene Alejandro.

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    "En la vida, cuando te van sucediendo cosas, muchas las asemejas al mundo del costal. Una mala racha se equipara a una mala calle, y de una mala calle se sale"

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    Álvaro, además de ser costalero de la Cena, también saca a los Javieres por las calles de la ciudad.