
Lucía Fernández, voluntaria en la Unidad de Lesionados Medulares del CHUAC
Lucía, voluntaria en Galicia: "Al salir del hospital, veo la vida de otra manera"
La coordinadora de Asdegal, Tereta Berbel Romero, explica el funcionamiento del voluntariado hospitalario y Lucía Fernández narra su propia experiencia como paciente con lesión medular y voluntaria en la Unidad de Lesionados Medulares
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Según informa el Servizo Galego de Saúde, la misión del voluntariado es contribuir a mejorar la estancia de los pacientes y familiares dentro del hospital. Esta labor, no remunerada, de acompañar al paciente —a veces, también a las familias— tiene el objetivo de humanizar la vida hospitalaria de muchas personas que necesitan, en esos momentos vitales, más empatía y comprensión que nunca. La coordinadora de Asdegal (Acción Solidaria de Galicia), Tereta Berbel Romero y la voluntaria de Asdegal en el CHUAC, Lucía Fernández, explican el voluntariado hospitalario desde dos perspectivas de implicación directa en la labor.
La coordinadora de Asdegal, Tereta Berbel Romero, nos cuenta los objetivos de esta asociación que tiene por lema "Acompañando soledades". Presente en Vigo (donde empezó), Pontevedra, A Coruña, Santiago, Arzúa, Ribeira y Redondela, cuenta ya con más de 500 voluntarios y voluntarias. Su misión: ser cauce y motor de solidaridad, mediante la promoción, formación y coordinación de personas voluntarias.
"Para las personas que están ingresadas y no tienen el apoyo de la familia, la situación puede llegar a ser muy dura, especialmente cuando es diagnosticada una enfermedad crónica. Y, a veces, aunque la persona esté acompañada de su familia, necesita además de un acompañamiento, ya que son muchas horas", explica la coordinadora de esta asociación gallega.
En el CHUAC, Asdegal tiene un proyecto en la Unidad de Lesionados Medulares: "A la gente que sufre una lesión medular les cambia irremediablemente la vida. En ese momento —y también a largo plazo—, el hecho de tener a un voluntario acompañando en el proceso, ya sea hablándoles, leyéndoles o incluso "jugando", puede suponer un gran cambio" explica Tereta.
El voluntariado, según esta profesional, es una manera de que el paciente se sienta querido y aceptado por alguien que está conociéndolo en un momento especialmente complicado de su vida, lo que puede derivar en un aumento de la autoestima de la persona que sufre la enfermedad.
A la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Oza asisten también voluntarios de esta asociación, en muchas ocasiones, como apoyo para las familias: "Para poder pasear por las instalaciones de este hospital, los pacientes de psiquiatría necesitan de un acompañamiento, que es el que realizan en muchos casos los voluntarios, dando un poco de espacio a las familias que a veces pueden sentirse superadas".

Tereta con mujeres miembros de Asdegal
El perfil del voluntario o voluntaria
El acompañamiento debe estar siempre regido sobre unos principios de respeto a la persona, a su dignidad y a sus principios, creencias y formas de ver la vida. Otro punto importante es la actitud de empatía y comprensión: estas son las dos líneas fundamentales, según comenta Tereta.
"A veces, las personas llegan con cierta timidez e inseguridad a la hora, por ejemplo, de saber seguir una conversación... pero eso no es importante, porque se aprende. La escucha activa es lo verdaderamente importante".
Según Berbel, lo más importante de las personas voluntarias es la actitud. "El filtro de querer hacer, de querer dedicar un poco de tu tiempo a hacer algo por los demás, es el paso inicial". Aunque también es relevante tener un mínimo de tiempo que dedicar al hospital: "Pedimos al menos 1 hora o 1 hora y 30 minutos a la semana. Es algo muy asequible", explica Tereta.
El filtro de querer hacer, de querer dedicar un poco de tu tiempo a hacer algo por los demás, es el paso inicial
Por un lado, un voluntario no va a sentirse solo en su labor: en primer lugar, desde la asociación se preocupan por la formación, "para que tengan herramientas y puedan afrontar según qué situaciones"; y, por otro lado, existe un apoyo desde la propia entidad: "Estamos siempre detrás apoyando, acompañando, coordinando y resolviendo situaciones que puedan encontrarse".
Lucía, voluntaria de Asdegal en el CHUAC
Lucía Fernández nació en 1982 en Sarandós (Abegondo). Poco después de nacer, fue diagnosticada con espina bífida y con 14 meses fue sometida a una primera operación.
A lo largo de estos 42 años ha pasado, debido a esta afección, por 19 operaciones y múltiples ingresos hospitalarios asociados a las mismas: "Siempre recibía la visita de los voluntarios y voluntarias. Eso me sentaba muy bien y, a finales del año pasado, cuando me operaron a mí por última vez, aquí en A Coruña, fue cuando me dije: llegó el momento. Así empecé el voluntariado", explica Lucía que, además, empezó su labor en el CHUAC el 5 de diciembre, coincidiendo casualmente con el Día Internacional de los Voluntarios. Desde esa fecha, acompaña en la Unidad de Lesionados Medulares, a personas con diferentes enfermedades, a veces crónicas.
A finales del año pasado, cuando me operaron a mí por última vez, aquí en A Coruña, fue cuando me dije: llegó el momento. Así empecé el voluntariado
"Primero me informé acerca de los tipos de voluntariado que podía hacer dentro del hospital, porque lo que sí tuve claro desde el principio es que debía ser en el hospital: no quería otro tipo de voluntariado porque yo soy consciente de lo necesario que es la compañía durante un ingreso, y no solamente de la familia o amigos, sino también de gente de fuera que, en algunos momentos, pueden comprenderte mejor que aquellos que tanto te conocen y quieren. Cuando vi que Asdegal tenía la opción de voluntariado en medulares, no necesité pensarlo más, dije: Esto es lo mío".
Lucía cuenta su historia personal —intrínsecamente ligada a su historia como voluntaria—, con mucho entusiasmo, pero también con emoción: ella, más que nadie, es consciente de las dificultades que pueden vivirse, también de la soledad que puede llegar a sentirse, en un cuarto de hospital.
Tras su primera jornada como voluntaria, cuenta que llamó a su madre: no se sentía con fuerzas para afrontar ese papel. "Por mi propia historia, sabía que iba a ser muy difícil hablar con algunos de los pacientes sin emocionarme, pero seguí, porque es algo que me importa... Y al final no me rendí. Hace unos minutos que he salido de trabajar (soy publicista), y ya voy camino del CHUAC".
Por mí propia historia, sabía que iba a ser muy difícil hablar con algunos de los pacientes sin emocionarme, pero seguí, porque es algo que me importa... Y al final no me rendí
Ante la pregunta de cuál es para ella la mejor parte, no duda: "Es ser testigo de la mejoría de los pacientes. A veces me voy feliz, porque veo los avances. Veo cómo mejoran la movilidad de las piernas y los brazos... Porque el daño medular, aunque hay gente que no lo sabe, es muchas veces reversible".
Relaciones de confianza
Hay veces que Lucía sabe que la esperan, que hay personas que simplemente están deseando verla aparecer por la puerta. "Ves sus sonrisas. Con el tiempo, te preguntan cosas de tu vida personal porque, poco a poco, van saliendo temas. Por ejemplo, yo tardo mucho en hablar de mi enfermedad pero, cuando lo hago, es común que no me crean porque me ven estupendamente... Es en ese momento cuando toca enseñarles las nueve cicatrices que tengo en el pie", cuenta entre risas.
Lucía rebosa energía y muchísima vitalidad a pesar de / o gracias a haber vivido, a lo largo de su infancia y juventud, experiencias que a la mayoría no nos toca vivir, o no tan temprano. Unas experiencias que, unidas a su carácter, le ayudan a comprender y empatizar de una manera más profunda ante situaciones que otros quizás no sabrían procesar, o al menos de la misma manera.
Antes de soltar un 'Bueno, ya mejorarás' o el famoso 'Tienes que ser positivo' es mejor, simplemente, escuchar y callar
Lucía Fernández, voluntaria en la Unidad de Lesionados Medulares del CHUAC
"Yo siempre tengo el as para matar el tres, pero aquí en medulares he aprendido a estar callada. He aprendido que, cuando no sé muy bien qué decir, y antes de soltar un "Bueno, ya mejorarás" o el famoso "Tienes que ser positivo" es mejor, simplemente, escuchar y callar".