Pepe Rodrígez
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Un clásico de A Coruña se jubila: "Hay que conocer a tus clientes y servirles lo que quieren sin que lo pidan"
El histórico hostelero cierra etapa el 20 de diciembre y deja en el aire el futuro del local mientras busca a alguien dispuesto a recoger el testigo
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La Puerta del Sol se despide en A Coruña. Después de toda una vida dedicada a la hostelería, llega el momento de descansar. "Ya cumplí", confiesa Pepe Rodríguez. Un currante. Fuese la hora que fuese, si te pasabas por el número 5 de la calle Sol, ahí estaba él. Con su camisa blanca metida por dentro del pantalón. Creció en una hostelería que aún vestía de uniforme, y hasta en su propia casa quiso mantener esa forma de hacer las cosas.
Natural de A Baña, se mudó a A Coruña con 16 años. Pasó por clásicos como La Bombilla, el Anduriña, As Cavas e incluso probó suerte en Santa Cruz (Oleiros), en O Pote. Durante un tiempo lo dejó. "Marché por la morriña", cuenta. Pero el Sol llamó a su puerta. Su tío se jubilaba y confió en Pepe para seguir con el negocio.
De eso hace ya 32 años. En aquel entonces, el local solo funcionaba como cafetería. Funcionaba bien, pero con la entrada de Pepe y de su hermano —fallecido en los últimos años— llegaron las tapas y el vino. Y eso lo cambió todo. El lavado de cara le vino que ni pintado.
Hoy, pasarse por la Puerta del Sol es encontrar todo lo bueno de un bar de barrio: comida casera, rica y barata. Aunque para Pepe eso no lo es todo: "Tienes que conocer a tus clientes, recibirlos por su nombre y servirles lo que quieren sin que lo pidan", explica. Ahí está el truco para aguantar lo que aguantaron ellos.
Solo así se consigue mantener una clientela durante casi un siglo de historia. Y es que en la Puerta del Sol encuentras gente de todas las edades: desde los hombres con bastón que piden su descafeinado con "unas gotas", hasta las más jóvenes que toman Coca-Cola Zero "sin limón".
La Puerta del Sol
Mercedes, en la cocina, aporta sus dotes. "Lo borda", dice el dueño sin que ella escuche. Porque esto no es solo cosa de barra. Pocos sitios quedan ya en el centro de A Coruña donde te sirvan un plato de judías verdes con filete. Como en casa, pero sin manchar la cocina. O unos calamares fritos, una tapa de callos o un filete empanado con patatas.
Todo eso se perderá el 20 de diciembre. "Me piden que no me vaya, pero ha llegado el momento de descansar y ganar en salud", reconoce Pepe. A sus sesenta y largos, ya le toca. Ahora queda pasar el testigo. Aunque, de momento, no ha aparecido ningún candidato, él lanza la sugerencia al aire, por si alguien se anima a coger el traspaso.