Jorge Santos, propietario de Almacén Concept Store
Ofrecido por:
La resistencia al gigante verde en A Coruña: "Nunca tuve WhatsApp, ni lo voy a tener"
Vivir sin WhatsApp en pleno siglo XXI no es imposible. Olga, Jorge y Santiago cuentan cómo renunciaron a usar la aplicación y cómo "sobreviven" en su día a día
Puede interesarte: Uber regresa a A Coruña: la aplicación ya permite realizar viajes en la ciudad
"Un domingo libre después de toda la semana trabajando, me fui a la playa y una proveedora me empezó a bombardear con mensajes. Me mandó un audio de cuatro minutos pidiéndome una camiseta. Le contesté que estaba en mi tarde libre. En cuanto envié el audio, borré la app", cuenta Jorge Santos, el alma de Almacén Concept Store de A Coruña. A sus 39 años, lleva seis sin usar WhatsApp.
En un mundo donde WhatsApp parece tan indispensable como respirar, hay quienes se resisten al gigante verde. No son muchos, pero existen. Personas que han decidido "desintoxicarse", o incluso negarse, a usar la aplicación.
Lo de Jorge fue un acto de rebeldía y de desconexión, pero le gustó la sensación. "Vi que en cuatro días tenía más tiempo, menos ansiedad. Y decidí comunicarme con mis amigos solo por Instagram, donde yo controlo quién accede".
Se empezó a comunicar por llamadas y, para temas del trabajo, por correo. Nada de audios infinitos. Incluso, llegó a ser contactado por Vodafone por la cantidad inusual de SMS enviados: "Mandé 110 en un mes. Les dije que no era un error: simplemente, no tengo WhatsApp".
Aunque admite que a veces podría ser "más rápido" con la app, no lo echa de menos. "Me gusta enviar mails con propuestas detalladas. Que quede todo por escrito. Nada de fotos sueltas y mensajes sin contexto".
Una vida sin smartphone
Olga Mella, de 57 años, extrabajadora de oficina, nunca tuvo WhatsApp. Sabía que si se lo hacía, no habría vuelta a atrás: "Me estresaría, así que nunca lo tuve".
Ni siquiera tiene smartphone. "Fue por salud mental", explica. Tras una salida traumática de su trabajo y un colapso emocional ligado al estrés digital, cortó con todo.
"La gente no lo entiende, pero luego me dicen: 'la verdad es que si yo pudiera, también lo haría'"
"Tenía ansiedad solo de ver que los emails se acumulaban. Así que decidí no meterme en otra dinámica parecida", comenta.
Su teléfono actual "sirve solo para llamar". "Yo así soy feliz", confiesa. A veces toma prestado el de una amiga o el de su pareja, pero nada más. "La gente no lo entiende, pero luego me dicen: 'la verdad es que si yo pudiera, también lo haría'".
Reconoce que su situación se lo permite —sin hijos, sin jefes encima—, pero no la cambiaría: "El email me encanta. Me explayo, no agobio a nadie y responden cuando pueden. El WhatsApp me generaría un estrés innecesario".
"Nunca tiven e nunca vou ter WhatsApp"
Santiago Lamelo, portavoz de la plataforma por el derecho a la vivienda de A Coruña e informático, lo tiene claro: "Nunca tiven e nunca vou ter WhatsApp. É unha cuestión de privacidade e seguridade".
No usa ni WhatsApp, ni Instagram, ni ninguna herramienta vinculada a Meta. Considera que estas aplicaciones "rexistran todos os movementos que facemos, sen transparencia".
"Sempre me comunico por SMS ou correo. Nunca tiven dificultade real"
Habla de escucha a través de micrófonos, recolección de datos mediante mensajes de audio y de un rastreo constante que compara con prácticas ilegales: "Se o fixera unha persoa, estaría presa. Pero ás tecnolóxicas permíteselles".
¿La alternativa? Signal, Matrix, Telegram. "Telegram é tecnicamente mellor que WhatsApp", asegura. A nivel organizativo, tampoco supone un problema. "Sempre me comunico por SMS ou correo. Nunca tiven dificultade real".
La llegada de la inteligencia artificial a WhatsApp refuerza aún más su decisión: "Agora van usar as nosas conversas para alimentar os seus sistemas. É gravísimo, pero legal".
En una sociedad que premia la inmediatez, quizás su forma de comunicación nos invite a preguntarnos: ¿Realmente necesitamos estar siempre disponibles? Aunque muchos piensen que Olga Jorge y Santiago estén desconectados del mundo, lo cierto, es que están más conectados que nadie.