Antonio González, entre cajas llenas de cuchillos afilados y una máquina afiladora en el local de Las Burgas en la avenida de Finisterre.

Antonio González, entre cajas llenas de cuchillos afilados y una máquina afiladora en el local de Las Burgas en la avenida de Finisterre. Quincemil

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El filo experto de Las Burgas en A Coruña: "Se pagan 2.000 euros por cuchillos de coleccionismo"

Hace 56 años abrió en la avenida de Finisterre un negocio de cuchillería por el que cada semana pasan miles de piezas de mataderos, supermercados y restaurantes de España para ser afiladas. "Cada vez hay menos oficios como este"

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"Ya no hay negocios como este, cada vez menos". La evolución del consumo unas veces y de las necesidades de la población otras dicta la trayectoria de un negocio o un oficio, su vigencia o su caducidad. El de afilador, que tradicionalmente era ambulante, con servicio de calle en calle, pervive en A Coruña gracias a Las Burgas.

La familia de Antonio González salió de Xunqueira de Espadañedo (Ourense) para emigrar a Brasil en 1940. Sus padres, Noe y Esperanza, abrieron con unos primos una tienda con paraguas, sombrillas, zapatos y muchos cuchillos. Con la misma mercancía, de retorno a Galicia, se instalaron en un bajo de la avenida Finisterre de A Coruña en 1969.

Cincuenta y seis años después, ya no se vende calzado en Las Burgas, sí algunos paraguas, algún artículo de manicura y pedicura, ropa de trabajo para hostelería y veterinaria y muchísimos cuchillos, navajas, multiusos y herramientas afiladas de todo tipo, tamaño y diseño.

Elvira Carreira delante de la tienda de Las Burgas en Álvaro Cebreiro, en el centro de A Coruña.

Elvira Carreira delante de la tienda de Las Burgas en Álvaro Cebreiro, en el centro de A Coruña. Quincemil

Además, cada semana se afilan miles de unidades que entran y salen en cajas hacia otros destinos de España en furgoneta: a mataderos, plantas de despiece, restaurantes o cadenas de supermercados de Galicia, Asturias y Castilla y León.

Antonio González atiende el local del número 181 de la avenida Finisterre y su mujer Elvira Carreira, otro bajo de Las Burgas en el centro de la ciudad, en la calle Álvaro Cebreiro, desde hace ocho años. Aquí el escaparate capta la atención de los viandantes por la exposición de variedad de navajas y cuchillos para uso cotidiano o profesional e incluso para coleccionistas.

Fetichismo afilado

Hay expertos y apasionados de los cuchillos, y "se pueden llegar a pagar 2.000 euros o más por una pieza exclusiva". Cuenta González que a él acuden clientes que gastan esta cantidad por algún cuchillo que "después se mueve en el mercado del coleccionismo y por el que se obtiene más dinero".

Pieza artesanal de un afilador, con sables en vainas detrás.

Pieza artesanal de un afilador, con sables en vainas detrás. Quincemil

¿Para qué sirve un cuchillo de 1.900 euros, como el que acaba de llegar a Las Burgas? Es de plata y con piezas de oro, asta de ciervo y cuero tallado especial. Solo se han fabricado 250 unidades. "Se vende porque hay gente que los quiere. U otros de 400 o 500 euros. Se deja pasar el tiempo y luego, cuando no hay más a la venta, se paga más por la pieza", explica el propietario del negocio.

Ahora este mercado está sujeto a más restricciones: "Ya no se vende tanto al exterior. Hay prohibiciones para facturar en aviones o meter en bodegas de barcos. Nosotros tenemos que pagar impuestos y aranceles altos si queremos exportar, y los clientes también si quieren comprar".

Afiladora muy antigua usada en Las Burgas.

Afiladora muy antigua usada en Las Burgas. Quincemil

En Las Burgas trabajan hoy cinco personas y llegó a haber once. En la trastienda de la avenida de Finisterre están las máquinas de afilado, una de ellas muy antigua, por las que cada semana pasan miles de filos que necesitan ser más cortantes en mataderos, restaurantes y supermercados.

"Se afila muchísimo y llegamos a afilar más. Pero tenemos menos personal, este oficio va desapareciendo porque no se encuentran trabajadores", lamenta González. Hubo épocas en las que se llenaban 365 cajas plagadas de cuchillos. "Hoy cada cuatro o cinco días afilamos más de 2.000 piezas, además de las que nos traen los particulares".

Las Burgas trabaja con fabricantes de Albacete y Ciudad Real, también con firmas de Suiza y Alemania.