Nos pasamos años perfeccionando el arte de arañar clics.

Aquellos famosos SERPs que nos chapamos para intentar camelarlos, aquellas keywords que se podían colar en el código para subir puestos de forma un tanto cuestionable.

Títulos optimizados, metadescripciones medidas al milímetro, semaforitos del Yoast SEO, párrafos colocados para que el usuario llegara hasta el final… o al menos hiciera scroll.

Y ahora llega Google y decide que ya no hace falta hacer clic.

Que el resumen que da su inteligencia artificial es suficiente. Que la respuesta puede quedarse en el buscador. Que los enlaces ya no son tan necesarios.

Lo curioso es que lo dice quien nos enseñó a vivir del SEO, del tráfico orgánico, de las campañas que empujaban al usuario hasta esa página cuidadosamente diseñada.

Ahora ese mismo buscador entrena a su IA para condensar respuestas en dos párrafos. Y ahí se queda la atención. Ahí muere el clic.

Más del 60 % de los usuarios en EE. UU. ya no entra en ningún enlace cuando Google les muestra un resumen de IA. Lo dan por resuelto. Lo dan por suficiente.

Y aquí es donde se tambalea todo el plan de posicionamiento que nos habíamos construido.

Una bomba en mitad de la economía digital. Medios, blogs, ecommerce, empresas que viven —o vivían— de convertir tráfico en ingresos, de transformar consultas en clientes.

Tablero cambiado. Otra vez. Muevo ficha. Jaque.

Quienes habían hecho del posicionamiento su único valor, hoy tienen un problema. Porque cuando la respuesta está dentro del buscador, nadie necesita visitar tu web. Cuando todo se resume en dos frases, ¿qué espacio queda para la profundidad? ¿Para el criterio? ¿Para la marca?

Esto no va solo de Google en sí, ni de su cambio de enfoque siquiera.

Va de recordar lo que pasa cuando una estrategia depende por completo de una plataforma. Va de asumir que los algoritmos no son socios, son intermediarios volátiles. Y que cuando cambian las reglas, las empresas que no han construido algo sólido detrás, desaparecen.

La única salida no está en mejorar el CTR. Está en construir algo que no pueda ser reemplazado por una IA.

Una marca con voz propia. Una propuesta que no pueda resumirse en una frase genérica.

Un contenido que se lee porque importa. Lo que haces, lo que cuentas y cómo lo sostienes cuando el algoritmo deja de darte visibilidad.

Bienvenidos al fin del clic. Ahora toca repensar todo lo demás.

Que te busquen, no que te encuentren.

Lili Lorenzo

Lili Lorenzo es consultora en estrategia digital y project manager digital, experta en marketing estratégico y posicionamiento de marca. Seis años como autónoma, más de 70 proyectos en puestos de decisión y dos empresas propias autofinanciadas a sus espaldas; con 34 años recién cumplidos. Tiene un objetivo como directora de Acto Voltaje: inyectar en empresas tradicionales todo lo aprendido durante más de una década entre negocios digitales, sin dependencias del algoritmo ni costes insostenibles en publicidad. El branding y el talento como pilares de marketing estratégico. Hacerlo bien, hacerlo raro, hacerlo imborrable.