No encajar.
Quedarte al margen.
El miedo constante al qué dirán.
Nunca estar preparada para la opinión de los demás,
Sentirte vulnerable y obligada a una validación constante.

¿Te pasa?

La necesidad de pertenencia es algo innato al ser humano, buscamos formar parte de algo más grande, nos motiva estar asociados a un grupo social, pertenecer a un colectivo que nos defina, pero eso nos obliga también a no llamar la atención. No demasiado.

Vemos las mismas series.
Bebemos la misma cerveza.
Hacemos los mismos trends.
Escuchamos la misma música.
Viajamos a los mismos destinos.
Consumimos las mismas marcas.
Intentamos ser una misma persona.
Pero ¿quién?

Necesidades clónicas. Búsqueda de likes, de followers, de views, de generar influencia, grabamos vídeos recomendando sitios, hacemos reseñas, sacamos 100 fotos para elegir la buena. Ansiamos esa validación externa.

Me da miedo dejar de ser yo para convertirme en lo que esperan que sea, pero ¿quién lo espera? ¿por qué? ¿realmente importa? ¿desgrava? ¿te da puntos extra para la vajilla del súper? ¿estamos dejándonos llevar por lo que creemos que un montón de desconocidos piensan sobre nosotras al otro lado de una pantalla? La respuesta es sí.

Como persona me aterroriza, como creativa publicitaria me fascina.
Aunque creamos que somos únicas, hacemos lo mismo.
Lo que nos diferencia sentimos que nos separa, y lo que nos une no nos hace diferentes.

Párate un minuto, haz una lista mental, ¿qué te diferencia a ti?

Las personas tenemos mucho en común con las marcas y, como creativa, he podido trabajar en la comunicación de muchas de ellas.

Algunas no arriesgan, son copias de la copia de la copia, no se atreven y se sienten cómodas en un segundo plano. Pasando desapercibidas. Siendo elegidas por puro azar. Resignándose a ser, siempre, la otra opción.

Otras, sin embargo, consiguen influir, impactar, sorprender e incluso persuadirte para que creas que necesitas algo que tal vez no necesitas, pero lo hacen lo suficientemente bien para que pienses: "esto está hecho para mí".
Y sí, lo compras, lo pruebas y repites, en bucle.

¿Cómo no vas a querer probar el lip combo de Dua Lipa? ¿Estamos locas? ¡Pues claro que caes!

Según Sprout Social, el 26 % de agencias y marcas ya destina más del 40 % de su presupuesto al trabajo con influs. En España, el gasto en influencer marketing alcanzó el año pasado 324 millones de euros y este año se estima que llegue casi a los 355 millones. Mientras tanto, los medios convencionales siguen perdiendo impacto entre los públicos más jóvenes. Y es que cuando hablamos de medios convencionales, para esos públicos hablamos del pleistoceno, gente muy mayor que no sabe quién es Dua Lipa ni saben entender la importancia de un buen lip combo, seguramente ni saben qué significa lip combo.

Sin embargo, nos sigue fallando el brief, la mayoría de las marcas pide transmitir siempre los mismos valores: diferente, única, irrepetible.

Adjetivos vacíos y genéricos que cualquiera puede asumir.
Solo algunas lo hacen de verdad, aportando valor.
Exactamente igual que las personas.

Ser quien crees que debes ser por lo que otros opinen es frustrante.
Potenciar los detalles que antes tratabas de ocultar es un alivio. Te querrás más, estarás siendo más honesta contigo misma y serás más tú.
Porque, friendly reminder, solo hay una tú.

Y puede que no gustes a todo el mundo.
Y puede que ese tipejo no responda a un "buenos días".
Y puede que esa señora se haga el avión al pasar a tu lado.
Y puede que a ese grupito no les hagan gracia tus chistes sin gracia.
Y puede que hablar de política con determinadas personas no rente mucho.
Pero estás siendo tú.

El postureo como modo de vida no es para todo el mundo.
Mola ser auténtica, ser fiel a tus valores y dormir bien por las noches.
¿Qué clase de demente tiene esa necesidad de agradar a todo el mundo?

Queremos que el contexto social en el que nos movemos nos vea como iguales y para eso no debemos desentonar ni llamar la atención, sino más bien pasar lo más desapercibido posible. Y es un error. Porque estás traicionando lo más importante que tienes, a ti.

A muchas marcas también les pasa.
Afortunadamente, cada vez más, comunican siendo fieles a ellas mismas.
Son esas que, como las personas que lo hacen, consiguen que te pares por la calle, sacarte una sonrisa, cambiar tu opinión, hacerte sentir cosas, empujarte a compartir, te remueven, te impactan, te convencen, te alegran el día, te cambian y te hacen mejor, incluso un poquito más feliz.

Con ese tipo de marcas quiero trabajar.
Igual que quiero rodearme de personas que hacen mis días más bonitos.

Lo mejor de la vida, al final, no son los grandes acontecimientos sino esos pequeños detalles que tanto las marcas como las personas, en lugar de empeñarnos en disimular, deberíamos potenciar.

Deja de pensar en ese 'algo' que no encaja, porque es lo que seguramente te haga única.