Pablo tiene una parálisis cerebral ocasionada por un "accidente" en el parto. Lo ocurrido ese 21/4/2002 le provocó una hemorragia en el cerebro causándole daños en varias zonas del cerebro, pese a su extrema gravedad, su fuerza y salud hizo que saliera adelante, con muchas dudas e incertidumbres de qué consecuencias le podrían ocasionar esas lesiones en su cerebro.
Durante sus primeros días, meses y años de su vida, las terapias, tratamientos, médicos, pruebas eran parte de su día a día en paralelo a su etapa escolar, que vivió en un centro público normalizado o como llama la ONCE en modalidad de integración, es decir, estudió hasta la ESO en un colegio público normal pero con apoyos a nivel de psicomotricidad, logopedia, apoyo en aula….
Aparte de sus terapias de todos los tipos para conseguir la funcionalidad de las zonas del cerebro dañado, la visual la más afectada, Pablo practicaba fútbol en diferentes sitios, en ese momento lo que más le gustaba, aparte de otras actividades que hacía en el colegio.
Cuando era pequeño y hasta cierta edad, los entrenadores de esas actividades deportivas, con nuestras indicaciones, no nos ponían problemas para que Pablo pudiera participar, pero también dependía de la voluntad y ganas que esos entrenadores tuvieran, ya que la verdadera inclusión en el deporte no es dejarles estar sino que puedan sentirse de verdad parte de ese grupo.
Cuando Pablo iba siendo más mayor, tanto en el fútbol como en otros deportes que practicaba, la competitividad entre los deportistas ya era diferente y sí le dejaban entrenar pero la verdad que en el campo de juego contaban con él muy pocos jugadores y muchas veces se pasaba el tiempo corriendo de un lado a otro … ¿es eso deporte inclusivo? O simplemente le dejamos estar.
Es cierto que Pablo disfrutaba mucho, le motivaba, incluso en un momento determinado cambiamos las terapias de psicomotricidad de las que ya estaba hartísimo por los deportes que practicaba y que a través del deporte, consiguiera cierta funcionalidad en su cuerpo.
Con la edad encontramos un equipo de fútbol de parálisis y daño cerebral para que pudiera competir y jugar, ya que en los equipos que había estado solo le dejaban estar en los entrenamientos.
En un momento quiso dejar el fútbol y hace un año, gracias a unos familiares conocimos a ENKI, gracias a ellos descubrimos que sí hay quienes practican esa INCLUSIÓN y hacen que las personas con discapacidad se sientan de verdad parte de un equipo, de un grupo y compartan la pasión por el deporte.
Pablo, gracias al trabajo de voluntarios y los que luchan y trabajan en ENKI, pudo hacer tramos del Camino de Santiago en bicicleta en un tándem. Para él, ha sido maravilloso sentirse parte de un grupo en el que no se le ha etiquetado en su discapacidad, sino que le han adaptado lo que ha necesitado y lo ha podido hacer como el resto, pero con esas adaptaciones tanto en nivel, como en material.
Ojalá se pueda difundir y pueda llegar a todas las fundaciones que trabajan por la inclusión en el deporte lo que desde ENKI trabajan día a día y consigamos entre todos esa verdadera INCLUSIÓN.
Maite Suárez García, madre de Pablo Martín Suárez