Puri Carro y María Otero, en el interior de la tienda de ropa Otero, en la avenida de Finisterre.
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La clásica modernidad de Otero, en A Coruña: "El comercio mueve mucho trabajo, y eso no se ve"
En 1952 nació como mercería, vendió ropa de señora y caballero y desde 2008, cuando se reformó, se dedica solo a moda masculina. María Otero, hija de los dueños originales de Otero, en la avenida de Finisterre, transmite cercanía, dedicación y placer por su trabajo
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Un hijo de Pancho Otero Baamonde nació prácticamente en la tienda Otero. Porque la familia vivía en el 31 de la avenida de Finisterre de A Coruña, la misma dirección donde tenía su establecimiento de ropa, y la madre dio a luz allí mismo. Otra hija de Pancho, María Otero, es hoy la propietaria de este negocio textil que nació en 1952.
María y su empleada, Puri Carro, desprenden genuina cordialidad. Se nota que disfrutan con su trabajo. Les gusta hablar con los clientes, aconsejarles, escucharles, y verlos por la calle vistiendo sus ropas. "Acaban de salir unos chicos y nos pasamos media hora riéndonos. Antes, con otros, hablando en inglés", cuenta María, la responsable de haber actualizado o "modernizado" Otero.
Otero despegó con la venta de hilo, cordones, cremalleras, pijamas, "un poco de todo", más bien como una mercería. Uno de los dos bajos que tuvo su dueño lo dedicó a ropa de caballero, otro a ropa de señora. "Los techos eran altos y había estanterías hasta arriba con escaleras que se movían", recuerda María, quien, "como aprobaba en el colegio", ayudaba a sus padres en verano y Navidad.
Prendas para caballero en Otero.
Años después de superar la edad de jubilación, María le sugirió a su padre que "ya era hora de descansar". Y en 2006 se convirtió en responsable del negocio. Lo cerró para reformarlo durante dos años y reabrirlo con la crisis de 2008.
"En esa época cambié marcas, retiré la ropa de mujer y me quedé con la de hombre, me modernicé. Instagram me salvó la vida: me costó mucho hacer el tonto con fotos y vídeos probándome la ropa. Lloré, reí y peleé mucho. Soy una persona trabajadora y constante, si caigo me supero. El comercio mueve mucho dinero y mucho trabajo, y eso no se ve", confiesa María Otero.
Entre jóvenes y mayores
La antigüedad de Otero creó la falsa creencia de que su producto es "clásico", algo que rechaza la dueña y que puede comprobar cualquiera que entre a la tienda para ver qué ropa vende.
Todo tipo de prendas para caballero se encuentran en Otero. De fabricación nacional casi toda, "de marca sostenible si es posible, aunque sea cada vez más difícil de encontrar y tenga costes más elevados".
Estanterías con pantalones vaqueros en Otero.
"Me catalogaban de ropa clásica, de viejos, y odio eso porque los mayores están desatendidos. Me costó trabajo salir de esa idea porque los que nos conocían de toda la vida ya no entraban porque nos veían modernos, y los jóvenes creían que éramos muy clásicos", dice María Otero.
Admite que se "entiende mejor con los hombres", que "son más fáciles". "Es lo que más me gusta, el trato con el cliente, que lo pase bien aquí cuando viene a comprar, y luego verlos usar nuestra ropa. Yo defiendo que la gente use lo que compre, no que amontone prendas que no le hacen falta", comenta.
"Lo bonito del comercio es que pases un buen rato conmigo y mi compañera cuando vienes a comprar algo", insiste la propietaria de Otero, que dedica las mejores palabras a su empleada: "Con Puri me tocó la lotería. Está conmigo desde que abrí y es la mejor persona que conozco, muy trabajadora y honrada. Somos un equipo, pero si estamos abiertos, es gracias a ella".