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Historias de la Historia

El Castillo de Olite, el mayor naufragio de la Guerra Civil en el que fallecieron cientos de gallegos

La historia del hundimiento, en los últimos días de la Guerra Civil, de un barco donde murieron 1.477 personas, muchas de ellas gallegas

El 21 de octubre de 1805 se producía una batalla naval que cambiaba la historia: Trafalgar. Aquel combate enfrentaba a la armada de Reino Unido, comandada por Horatio Nelson, contra las de Francia y España, al mando de Pierre Villeneuve. La derrota franco-española otorgó a los británicos el dominio absoluto de los mares durante todo el siglo XIX y aceleró la independencia de los territorios americanos del Imperio español. El fallecimiento de casi 4.000 personas y la pérdida de 22 barcos, convirtieron este evento en uno de los peores desastres navales de todos los tiempos. Durante la Guerra Civil, otro naufragio provocó el mayor número de víctimas mortales en el hundimiento de un solo buque en la historia de España. Un buque de transporte de tropas, que iba cargado de gallegos, que acudían a Cartagena para derrotar definitivamente a la República en su último bastión, a tan solo 25 días para el fin de una guerra que ya nadie quería continuar. Una de las mayores tumbas de la Guerra Civil española que no se puede visitar, ya que todos la olvidaron, enterraron y ocultaron: el hundimiento del Castillo de Olite.

Mapa de la época con el orden de batalla de Trafalgar. https://es.wikipedia.org

El buque “Zaandijk” había sido construido en 1921 por los astilleros RDM, en los Países Bajos, para la naviera Solleveld Van der Meer & T.H. Van Hattum, para el transporte de mercancías en la línea Java-Sumatra. Entre 1929 y 1932 fue vendido y rebautizado como “Akedemik Paulo”. En 1932 fue de nuevo vendido y rebautizado como “Zwaterwater” hasta que, en 1936, es adquirido por la Unión Soviética y lo vuelve a renombrar en esta ocasión como “Postishev”.

El 31 de mayo de 1938, mientras este carguero transportaba carbón a través del Estrecho de Gibraltar, fue capturado y requisado por un crucero del bando franquista, acusado de contrabando de guerra. Tras su captura fue llevado a Cádiz, donde se acondicionó y renombró como “Castillo de Olite”. El 1 de noviembre de 1938 fue incorporado a la Marina de Guerra como buque auxiliar de transporte.

”Vicente Puchol”, buque que requisó el “Castillo de Olite”. https://www.trasmeships.es

En marzo de 1939, la resistencia de la República estaba llegando a su fin. Las tropas franquistas controlaban prácticamente toda la península a excepción del Levante y la zona Centro. En Cartagena se encontraba atracada la poderosa flota militar republicana, convirtiendo esta ciudad en su último bastión militar. Pero el 4 de marzo se produjo allí una sublevación entre los republicanos, que deseaban poner fin a la guerra, lo que provocó enfrentamientos entre los del mismo bando, que aprovecharon infriltados franquistas para levantarse en armas y sembrar el caos en la ciudad, provocando la caída de uno de los últimos refugios del gobierno legítimo de la República.

Crucero “Miguel de Cervantes”, buque insignia de la flota republicana. https://es.wikipedia.org

El levantamiento obligó a la flota republicana a abandonar el puerto, so pena de ser bombardeada por las baterías costeras. Franco fue informado de la situación y decidió que tenía que ayudar a asegurar Cartagena, así que decidió enviar un contingente formado por 25.000 hombres y 30 buques, que partirían desde Castellón y Málaga en auxilio de los sublevados. Uno de aquellos barcos era el Castillo de Olite, que transportaría a unos 2.100 soldados que embarcarían en Castellón, en su mayoría, gallegos.

La flota republicana en Cartagena. http://www.cartagenamemoriahistorica.com

Las órdenes recibidas en mano por el Castillo de Olite disponían que debían navegar alejados de la costa para evitar la aviación del bando republicano y esperar frente a Cartagena nuevas órdenes. Se prohibía expresamente la entrada en el puerto a menos que se recibieran órdenes concretas de hacerlo.

Pero mientras la flota franquista partía, la 206ª Brigada Mixta, una unidad de élite de las fuerzas republicanas, había comenzado la reconquista de Cartagena. No pudieron evitar la huida de la fabulosa flota de la República, pero sí consiguieron recuperar la ciudad y luchaban por hacerse con el control de las baterías de costa que les habían arrebatado los franquistas.

Tras recibir la información del estado de Cartagena, Franco abortó la misión y todos los buques regresaron a sus puntos de partida. Todos excepto uno… El Castillo de Olite tenía la radio averiada, así que nadie le informó, por lo que siguió navegando rumbo a su final.

La ciudad de Cartagena en la década de 1930. http://www.cartagenamemoriahistorica.com

La mañana del 7 de marzo de 1939, el barco se acercaba ya a Cartagena, sin embargo, no había rastro del resto de la flota. Los mandos a bordo supusieron que estaban ya en puerto y que ellos debían de ser los últimos en llegar, ya que eran los más lentos, por lo que decidieron acercarse un poco más e investigar.

Súbitamente, gritos y cánticos militares franquistas fueron arrastrados por el viento hasta el puente del barco, desde donde decidieron echar un vistazo con prismáticos a la batería de Aguilones, lugar de donde procedían. En la lejanía vieron a soldados nacionales ondeando banderas y gritando de júbilo, por lo que creyeron que, efectivamente, Cartagena había caído, por lo que adoptaron poner rumbo a la ciudad.

Batería de costa de Aguilones abriendo fuego en la década de 1960. https://aforca.org

Para desgracia para el Castillo de Olite, la 206ª había recuperado la ciudad al completo, incluyendo las baterías de costa a excepción de la de Aguilones, que estaba a punto de caer justo cuando el barco había aparecido entre la niebla. Los soldados franquistas de la batería los habían saludado con entusiasmo pensando que se trataba de la flota que venía en su socorro.

Mientras enfilaban ya la ciudad, un hidroavión Heinkel 60 apareció en vuelo rasante jugándose la vida y moviendo sus alas intentando hacer señales de que dieran media vuelta, mientras su aparición era celebrada en la cubierta con gorras al aire y gritos de alegría. 

Desde una de las baterías de costa ya recuperadas, la de Parajola, se dio orden de disparar al buque con sus 3 cañones Vickers 152mm/50. Eran las 12 de la mañana cuando a bordo escucharon el primer cañonazo, un obús que explotó a treinta metros del barco. Otro cayó mucho más cerca y un tercero, a pesar de no alcanzarles de lleno, pareció afectarles, ya que el Castillo de Olite comenzó a escorarse mientras huía, ahora ya sí, tras haber comprendido la situación.

Batería de costa de Parajola. https://www.regmurcia.com

Finalmente, uno de los proyectiles impacta en la popa y tras una fuerte explosión, el barco comienza a hundirse mientras soldados y marineros empiezan a tirarse por la borda, a pesar de que la mayoría ni siquiera sabían nadar. La batería había acertado en la bodega donde se almacenaban las municiones, causando cientos de muertos directos.

Con los miembros quebrados tras la fuerte explosión, muchos se hundían sin remedio. Otros se agarraban a los palos que sobresalían del agua, mientras estos se hundían cada vez más debido al peso de los náufragos. Los pocos que habían sobrevivido y sabían nadar llegaron a la isla Escombreras, donde los soldados republicanos les socorren y les ordenan que suban al faro para resguardarse, mientras siguen ayudando con cuerdas y flotadores a los que todavía están en el agua.

De las casi 2.100 personas que había a bordo, 1.477 fallecieron, la mayoría ahogados en las bodegas, 342 fueron heridos y 293 sobrevivieron y fueron hechos prisioneros, siendo las cifras de este naufragio el mayor número de víctimas mortales en el hundimiento de un solo buque en la historia de España.

Los restos del Castillo de Olite se fueron cubriendo de fango y se olvidaron. A los franquistas no les convenía recordar una tragedia propiciada por su falta de medios y organización, y los republicanos nunca se sintieron orgullosos de la masacre que causaron cuando la guerra estaba ya perdida y a punto de terminar.

Cruz en homenaje a los fallecidos, ya desaparecida. https://www.pinterest.es 

En 1951, el Estado decidió vender los restos del buque como chatarra. Para ello, un equipo de buzos tenía que descender al pecio, a 24 metros de profundidad, para colocar cargas explosivas que liberaran el acero que sería enviado a una empresa en Bilbao para su reciclado. Tras cada explosión, centenares de restos humanos y cadáveres eran profanados de su tumba de metal, saliendo a flote. Según algunas fuentes, estos restos eran enterrados por las noches en algún lugar de Cartagena. Durante días, los buzos colocaron bombas y más bombas hasta que ya no quedó nada más que extraer, ni cadáveres, ni metal.

Tiempo después, se decidió construir una refinería de petróleo en la zona de Escombreras. Cuando se construyó el puerto petrolero, se descubrió la bandera de combate del barco y uno de sus mástiles. La bandera fue recuperada y enviada al Museo Militar de A Coruña. El mástil estuvo colocado en el acuartelamiento del Regimiento de Artillería de Campaña nº28 de A Coruña, después se trasladó al cuartel de Atocha y, en la actualidad, se encuentra en el cuartel de Figueirido, en Pontevedra, sede de la Brilat.

Mástil del Castillo de Olite tras el hundimiento. https://ayto-fuentealamo.es

Lo que se salvó del desguace quedó sepultado, a principios del siglo XXI, por el hormigón y las piedras empleados en las obras de ampliación de la refinería de Escombreras

Acto en memoria del primer aniversario del hundimiento. https://www.elcomercio.es 

Entre los héroes que ayudaron a salvar a decenas de aquello náufragos, se encontraba la farera de la isla Escombrera, Mª Carmen Hevia, una ferrolana que no dudó en hacer lo necesario para ayudar a sus paisanos

Desde aquel fatídico día, cada siete de marzo, se celebraba en la Iglesia de Santiago, en la Ciudad Vieja de A Coruña, una misa por el alma de todos aquellos soldados, la inmensa mayoría gallegos, que perecieron en aguas de Cartagena en una tragedia que fue injustamente silenciada y borrada de la memoria histórica por unos y por otros, y que dejó sin una tumba en la que descansar a 1.477 almas.

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

  • PÉREZ ADÁN, L.M. El hundimiento del Castillo de Olite. Editorial Aglaya, 2004
  • es.wikipedia.org
  • lavozdegalicia.es
  • elmundo.es
  • elpais.com
  • farodevigo.es
  • regmurcia.com
  • diariodecadiz.es
  • laverdad.es
  • ayto-fuentealamo.es
Iván Fernández Amil
Iván Fernández Amil
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Ingeniero Industrial que trabaja como Jefe de Compras, escritor, storyteller y conferenciante. Iván además colabora en varios diarios, en radio y distintos podcasts, y utiliza su habilidad como Storyteller para ayudar a las empresas a vender más empleando el poder de las historias. Es seguido por decenas de miles de personas en la red profesional LinkedIn, donde fue galardonado como Top Inspira y es considerado un referente en habla hispana. En los diarios Quincemil y Treintayseis publica todos los domingos artículos dedicados a divulgar, recordar y reivindicar a las empresas, lugares y personajes que han cambiado Galicia y el mundo.
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