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El pez que fuma: la Estrecha de San Andrés, en A Coruña, suma un nuevo local gastronómico

José Antonio y Alejandra, cuyo padre fue dueño del negocio de la plaza de Vigo con mismo nombre, inician esta andadura tras la crisis sanitaria
Alejandra y José Antonio, de El Pez que Fuma.
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Alejandra y José Antonio, de El Pez que Fuma.
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En el año 1978 nacía en la plaza de Vigo de A Coruña El pez que fuma, un piano bar con música en directo, cócteles y espejos en las paredes. Aquel tiempo voló y ahora la historia es muy diferente. En la Estrecha de San Andrés hay un nuevo El pez que fuma. Uno de sus propietarios también se apellida Fariña, como el dueño de aquel local tan exitoso en los setenta y ochenta.

Se trata de la cocinera Alejandra Fariña, hija de los propietarios del piano bar, que junto a su marido, José Antonio Calvo, ha abierto este restaurante en una de las zonas más céntricas y conocidas de la ciudad. El local se asienta donde antes estaba O de Lis, un bar de copas con un gran ambiente los fines de semana. "Todavía tenemos que hacer ver a nuestros clientes que eso ha cambiado. Seguimos sirviendo copas por la noche, pero también damos cenas y comidas de lo más variadas", cuenta Alejandra.

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Ambos decidieron coger el traspaso de este inmueble justo unas semanas antes de que se decretase el estado de alarma y el confinamiento. "Teníamos los locales más o menos controlados. Vimos este y nos encantó. Además, está bajo una parra que es preciosa", señala José Antonio. Sobre la complicada situación bajo la que firmaron el traspaso, señala: "Puedes pensar que todo se va a ir al carajo o pensar que estas situaciones se dieron muchas veces a lo largo de la historia y siempre se salió hacia adelante".

Alejandra será la encargada de los fogones. Estuvo tres años trabajando en Pachinko, especialista en sushi de la calle Torreiro. En El pez que fuma pretende fusionar lo clásico y lo mederno. "La carta todavía la estamos modificando día a día. Estamos buscando que guste y que sirva para todo. Para compartir, para picar o para cenas en grupo", señala.

Pese al poco bagaje de El pez que fuma, ya hay dos platos que han llamado especialmente la atención de los clientes. "Uno es la ensalada alemana, que lleva salchicha, patata y una mayonesa de mostaza. El otro es el pollo seitan", cuenta Alejandra. Además, en un local que se llama El pez que fuma no podía faltar el producto de mar. "Tenemos varias propuestas, pero destacaría los cigarrillos (por lo del pez) de tinta de calamar y alioli o las empanadillas japonesas", dice Alejandra.

En San Juan tampoco faltaron las sardinas. "Fue una prueba de fuero", dice José Antonio. "Teníamos miedo por el tema del aforo, pero la gente se comportó muy bien y terminó siendo una buena noche. En general, para el poco tiempo que llevamos, estamos contentos", dice Alejandra.

Planes de futuro

El pez que fuma no se quedará en eso, sino que evolucionará con el tiempo. "Será nuestro pequeño centro de operaciones. Antes era un local que solo servía bebida, ahora nosotros le hemos añadido la comida, pero también nos sentimos cómodos con esa faceta nocturna",señala José Antonio.

En el futuro, esas dos caras de la moneda irán cambiando en función de las circunstancias. "Nuestra idea es hacer desayunos privados para empresas, cáterin y eventos, tanto en el local como fuera", señala José Antonio, que trabajó hasta ahora en el hotel Attica 21 y ha querido trasladar algunas funciones a este pequeño local. "Queremos que sea todo modular y que se pueda crear un pequeño espacio diáfano. Todo se puede plegar y queda una gran zona abierta".

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Sin embargo, por el momento se centrarán en darse a conocer este verano. "Tenemos que trabajar duro estos meses, que nunca se sabe lo que puede pasar. Igual en invierno hay otro brote y volvemos a encerrarnos", dice Alejandra. "Hay que ir poco a poco", sentencia José Antonio, bajo la parra de la Estrecha de San Andrés.

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