Luis García Montero inaugura un centro del Instituto Cervantes en Shanghái junto a Pedro Sánchez. Efe
Las tres mentiras de Luis García Montero
Tengan cuidado los cobardes con la Real Academia Española y no despierten al monstruo: quienes se enfrentaron a Franco no se van a arrugar ante el jefe de Ábalos, Cerdán y Koldo.
"Quiero pedir perdón".
El artículo publicado por Luis García Montero el sábado pasado en InfoLibre es el artículo de las tres mentiras. Porque en él, el director del Instituto Cervantes ni quiere pedir perdón, ni lo pide, ni sugiere nada que tenga que ver con un acto de contrición.
El artículo está escrito desde la soberbia, la rabia y la mezquindad, que tratan de ser ocultadas tras la habitual máscara buenista del personaje. La de un intelectual comunista de buen corazón, con las formas elevadas de un cardenal exquisito.
Pero, en esta ocasión, el ejercicio jesuítico de simulación no ha tenido éxito.
La persona ha desbordado las costuras del personaje y se ha mostrado tal cual es. Un viejo cínico, que hace ya mucho tiempo decidió seguir viviendo, al precio que fuese, a costa de una mentira: la supuesta bondad intrínseca de un comunismo aún no practicado.
Una mentira en la que él mismo dejó de creer hace muchos años.
Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). E. E.
En este caso, las indignidades perpetradas por García Montero en Quiero pedir perdón son muchas.
Desde despreciar a Muñoz Machado porque Muñoz Machado no es García Montero y porque (y aquí está el quid de la cuestión) el rico Muñoz Machado gana mucho más dinero por su trabajo que el rico García Montero por su herencia y su servidumbre.
Hasta ridiculizar a Álvaro Pombo porque el amor que vivió fue distinto al suyo (naturalmente, el suyo fue sublime y el de Pombo, "esperpéntico"). Luego le acusa de que su crítica, además de haber sido escrita al dictado, es la de un estómago necesitado y agradecido.
“Luis García Montero es un poeta menor, agradablemente menor, pero faltón; chiquito pero faltón.” Álvaro Pombo. pic.twitter.com/7AAuN91OR9
— León De La Hoz (@leondelahoz) October 13, 2025
O menospreciar la condición de escritor de Pérez Reverte porque, en ese mundo paralelo que se construye el mediocre para eximirse de responsabilidad por su fracaso, el número de lectores es siempre inversamente proporcional a la calidad literaria.
Un batiburrillo lujurioso de furia, mentira y bajeza. Aunque destaca sobre todo la envidia. Una envidia que se intuye tan autodestructiva que hasta llama a compasión.
Quienes lo conocen, saben de sobra que a Luis García Montero no le importan lo más mínimo ni la Real Academia Española, ni el Instituto Cervantes, ni la lengua.
Lo único que le importa es servir al amo al que debe el puesto, y seguir ejerciendo de ministro de Cultura en la sombra.
Pero, entonces, ¿por qué atacó al director de la RAE, sabiendo que eso iba a centrar todos los focos en él, sus andanzas, sus vanaglorias y sus pesebres?
La clave se encuentra en algo que ocurrió el pasado 23 de septiembre.
"Bajo el gobierno de Sánchez, la lengua se ha convertido en la primera avanzadilla de una estrategia calculada de infiltración ideológica en la sociedad"
Ese día, Feijóo visitó la sede de la Real Academia Española y durante su visita se comprometió públicamente a seguir los dictados de la Academia en materia lingüística.
Fue en ese momento, el momento en que Feijóo entregó la llave de la lengua a quien debe tenerla, cuando se encendieron las alarmas en la Moncloa.
Porque bajo el gobierno de Sánchez, la lengua se ha convertido en la primera avanzadilla de una estrategia calculada de infiltración ideológica en la sociedad. Y el éxito de esa estrategia pasa necesariamente por impedir que la gestión de la lengua resida en manos de un órgano independiente, sin más objetivo que el de "limpiar, fijar y dar esplendor".
García Montero tan sólo ha sido el primer soldado enviado por la Moncloa para abrir las hostilidades, en una última y definitiva campaña de hostigamiento contra la RAE.
El esfuerzo de la RAE por no reírse (demasiado) de Luis García Montero
— EL ESPAÑOL (@elespanolcom) October 22, 2025
👉 Luis García Montero es más conocido por su militancia que por una carrera brillante en la gestión pública y cultural o por su poesía monocorde
✍ La #tribuna de Juan Carlos Arcehttps://t.co/hJY2vl4L64
Atacan la institución para ocuparla (otra más). O, al menos, para garantizarse un perfil pasivo que les deje las manos libres en su proceso de ingeniería social a través del idioma.
La clave que explica el comportamiento de García Montero es esta y no un estallido descontrolado de los delirios de grandeza de un pobre hombre. Cuando García Montero atacó a Muñoz Machado no pensaba en la Academia ni en el Cervantes. Pensaba en su amo. Y eso sí debería preocuparnos.
En todo caso, al ejército sanchista le convendría repasar un poco la historia.
El 2 de mayo de 1976, cuarenta años después de haber sido elegido para ocupar el sillón M de la Real Academia Española, Salvador de Madariaga tomó posesión del lugar que le correspondía entre sus iguales.
Pero tal cosa sólo fue posible porque la Academia había desobedecido la orden de Franco de expulsarlo de la institución. En 1941, frente al caudillo victorioso de una guerra recién terminada, cuarenta y seis académicos se atrevieron a decir que no.
Tras tres años de sangre y dos años de represión, un país entero se había rendido al miedo.
Ellos fueron la excepción.
Tengan cuidado los cobardes con la Real Academia Española y no despierten al monstruo: quienes se enfrentaron a Franco no se van a arrugar ante el jefe de Ábalos, Cerdán y Koldo.
*** Marcial Martelo de la Maza es abogado y doctor en Derecho.