Guillermo Fernández Vara junto a Juan Lobato.

Guillermo Fernández Vara junto a Juan Lobato.

Tribunas

Guillermo Fernández Vara y la buena política

El expresidente extremeño siempre puso la legitimidad democrática por encima de los intereses partidistas.

Publicada

En tiempos de populismo y polarización, cada vez cuesta más encontrar dirigentes políticos que tengan como prioridad el interés general y la convivencia pacífica y armoniosa entre los ciudadanos.

Guillermo Fernández Vara siempre pensaba en los demás, por encima de su propio interés personal o de partido.

Para muchos compañeros socialistas y amigos de Guillermo, ha sido una pena muy grande perder a un gran referente.

En los países occidentales, el principal riesgo, en términos democráticos, es el populismo, la polarización y el radicalismo. Más nos vale entender de una vez que al populismo y a la polarización no se les vence con más populismo y más polarización.

Cuando hablamos de “buena política” pensamos en la defensa apasionada de los valores que cada uno tiene con la valentía del respeto, la educación, la moderación y la coherencia. Hablamos de política constructiva y propositiva, de fiscalización y crítica, siempre con propuestas alternativas.

Pensando en la gente más que en uno mismo y en su partido.

Juan Lobato abraza a Guillermo Fernández Vara.

Juan Lobato abraza a Guillermo Fernández Vara.

Si alguien defendió y ejerció con pasión esta forma de hacer política fue Guillermo Fernández Vara. Un gigante de la buena política.

Estamos ante toda una concepción de la política basada siempre en la democracia, en la convivencia y en cómo ser más eficaces para que la gente viva mejor.

Guillermo supo ganar escuchando. Y supo gobernar siempre dando la cara y respetando a todos. Entendió la importancia de ser, como presidente, un digno representante de todos los ciudadanos.

Su tarea no se limitaba a defender y representar a quienes le votaban, sino que se esforzaba para que se sintieran representados también quienes no le apoyaban. Sentía la necesidad de trabajar y ayudar a estos últimos igual que a los primeros. Un presidente de todos y de todas.

Y también supo no ganar. Supo perder. Y supo recuperarse y recuperar a su partido. Entender y respetar el funcionamiento de las instituciones democráticas siempre debe ser la prioridad de un socialdemócrata.

Y Guillermo lo era, profundamente. Siempre puso la legitimidad democrática por encima de los intereses partidistas.

La aplicación práctica del sistema democrático se basa en gran parte en el reconocimiento de los resultados electorales y en el correcto desarrollo de los traspasos de poder.

Además, Guillermo supo gobernar. Gestión, compromiso y sensibilidad. Guillermo marcó siempre de forma clara las prioridades de sus gobiernos: dar seguridad y oportunidades a todo el mundo, con especial preocupación por quienes tienen más dificultades.

También fue un gran líder territorial en el partido. Aprendió y bebió de grandes referentes. Fue muy importante en el PSOE.

Y no siempre se vio ni se conoció su trabajo, especialmente en la gestión de asuntos delicados.

Recuerdo perfectamente, por ejemplo, las conversaciones sobre un tema tan complejo como la financiación autonómica antes del último congreso federal. Y los documentos y las posiciones que se trabajaron con mucha gente para buscar soluciones y vías lógicas de desarrollo.

Guillermo combinaba, en el ejercicio de ese liderazgo territorial, la claridad y la contundencia. Guillermo marcaba sus posiciones, pero con respeto escrupuloso por quienes tenían otra visión en el partido.

Entendía y defendía que aportar ideas, discrepar y opinar, siempre respetando a los demás, fortalece a la organización.

La buena política es más difícil de ejercer en el día a día que la política populista o radical. Es más laboriosa, más compleja. Requiere de un mayor esfuerzo de pedagogía, de escucha activa a quienes piensan diferente, de dar la cara y someterse a fiscalización…

También, para algunos, es mucho más gratificante. Y, al menos en el medio plazo, mejor valorada por los ciudadanos.

Pero hay que reconocer que hacer política hoy en día frente a la polarización y el populismo requiere de un esfuerzo titánico. Lo más difícil es no dejarse llevar por el propio populismo y mantener, con pasión, la coherencia y el respeto.

Para afrontar con energía este esfuerzo que requiere la “buena política” hace falta inspiración. Muchos jóvenes o personas de cualquier edad que puedan tener la ilusión, la vocación o que estén pensando en dar el paso a colaborar o ayudar en política seguramente necesiten un pequeño empujón.

Escuchar a Guillermo Fernández Vara y conocer su aportación a España puede animar a mucha gente a participar en la “buena política”.

Guillermo fue un ejemplo de socialista y de ciudadano comprometido. En estos tiempos en los que escasean los referentes inspiradores, le echaremos mucho de menos y le recordaremos con cariño.

*** Juan Lobato es técnico de Hacienda y diputado en la Asamblea de Madrid.