Un escaner de pulmón.

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Tribunas

Un diagnóstico a tiempo no debe ser un privilegio, sino un derecho

Las listas de espera no son inevitables. Son el resultado de decisiones políticas y de gestión. Y mantenerlas, cuando hay soluciones viables para ellas, es irresponsable e inhumano.

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Se ha generado un interesante debate en las redes sociales sobre la labor que puede ejercer la IA en la solución o el apoyo a los clínicos en sus decisiones médicas.

Hay quien pone en duda la capacidad de los LLM (Large Language Model), que es un tipo de modelo de IA entrenado con enormes cantidades de datos, para llegar a razonamientos coherentes.

En medicina se utiliza para, por ejemplo, el diagnóstico radiológico, en oposición al diagnóstico del profesional experto.

Sea como fuere, esta discusión, en mi opinión estéril (aunque entendible, porque en todas las revoluciones hay quien está a favor de correr o de ir más lento), tiene un recorrido muy corto. El aprendizaje de la IA generativa va a tal velocidad que lo que hoy puede generar algunas dudas, en poco tiempo será obvio.

De hecho, se acaba de publicar un artículo en el foro profesional arXiv (preliminar y pendiente de convalidar científicamente, pero con la intención de que esté accesible rápidamente para la comunidad científica) que bajo el titulo de Capabilities of GPT-5 on Multimodal Medical Reasoning llega a conclusiones demoledoras sobre una mejora porcentual superior al 25% en la resolución de problemas de interpretación médica, razonamiento y comprensión respecto a modelos previos de GPT y frente al experto humano.

Es decir, que tal y como decía recientemente en otra tribuna en EL ESPAÑOL, y teniendo en cuenta que estamos en los albores de la aplicación de la IA en sanidad, el futuro a corto o medio plazo parece que ya esta decidido.

Por otra parte, se siguen publicando los datos del acceso mensual a la lista de espera de algunas comunidades autónomas (no todas lo hacen y la publicación nacional se hace de forma semestral con meses de retraso). Y en esos datos se puede comprobar que para determinadas consultas de especialista, la demora puede llegar hasta los cinco o seis meses.

A esto habría que sumar, posteriormente, el tiempo de espera para la realización de pruebas, el tiempo para la elaboración de los informes de esas pruebas, y la vuelta de nuevo al especialista para revisar la información.

Si tienes suerte, y con eso ha sido suficiente, te habrás demorado no menos de nueve meses o un año para llegar a un diagnóstico cierto.

No hay que ser muy listo para prever qué puede pasar en ese tiempo.

Algunas voces tratan de quitarle importancia al problema de las listas de espera porque aducen que funcionan mucho mas ágilmente ante enfermedades graves. El problema es llegar a saber que una molestia abdominal, una pérdida inespecífica de peso o cualquier síntoma insidioso corresponden a una enfermedad grave, lo que en muchas ocasiones no es posible adivinar.

Nueva tecnología de diagnóstico financiada por la Fundación Amancio Ortega.

Nueva tecnología de diagnóstico financiada por la Fundación Amancio Ortega.

Ahora hay que pensar lo que puede pasar con la evolución de esos síntomas insidiosos, de esas determinadas patologías, durante esas largas esperas. Sobre todo si se carece de recursos económicos, como le ocurre a una gran mayoría de españoles, para acudir al sector sanitario privado.

Y eso sin contar con las consecuencias psicológicas para el paciente y sus familiares, fruto de la incertidumbre. Consecuencias que pueden ser devastadoras.

Introduzco un tercer elemento. Hay que hacer un análisis retrospectivo sencillo de los presupuestos que han destinado las comunidades a sus sistemas sanitarios durante los últimos diez años para darnos cuenta de que nuestro modelo, por decirlo suavemente, no da más de sí.

La paradoja es evidente. En la última década, los presupuestos autonómicos destinados a sanidad han crecido de forma muy significativa. Entre 2015 y 2024, comunidades como Andalucía o Canarias han incrementado su inversión en más de un 65%, Castilla-La Mancha en un 62%, y la Comunidad Valenciana en un 54%. Ninguna comunidad ha aumentado menos de un 35%.

Y, sin embargo, las listas de espera no han disminuido. Al contrario. No sólo no se han reducido, sino que se han triplicado con respecto a las cifras previas a la pandemia. En la actualidad, hay más de cuatro millones de personas en la cola, sólo para consultas con especialistas.

A esto hemos de sumar la alergia de este país a la normalización de la colaboración público-privada. Colaboración que ayudaría a aliviar esas listas de espera frente a la presión por parte de profesionales y sindicatos para hacer peonadas de tarde en los hospitales públicos.

Algo que, por cierto, es un caso claro y evidente de conflicto de intereses.

Esos factores son los ingredientes del cocktail perfecto para que el acceso al sistema sanitario, al diagnóstico que te permitirá discernir la gravedad de tu estado, sea en nuestro país, sencillamente, una misión imposible.

Y esto no sólo no es razonable, sino que es un abuso provocado por la disfunción de una administración pública que genera injusticias y discriminaciones sin igual en nuestro país.

Es más: los políticos que utilizan el sistema público (muchas veces por el que dirán, porque han llegado al diagnóstico previamente en el sector privado) y los trabajadores de ese sistema disfrutan del privilegio de saltarse las colas, lo que contribuye a generar mayor inequidad.

"Hay que utilizar el refuerzo de otros profesionales sanitarios, otorgando mayor responsabilidad a la enfermería en el seguimiento de pacientes crónicos"

Las listas de espera hay que solucionarlas ya. No podemos dejar que sigan creciendo de forma imparable a costa de los más débiles. El crecimiento de estas listas de espera es sencillamente inaceptable.

Y es inaceptable porque se podrían solucionar de una forma que no es inalcanzable.

Valdría con:

1. Reorganizar el trabajo médico incentivando la productividad y el rendimiento dentro de la jornada ordinaria, en lugar de depender de turnos extraordinarios.

2. Promover la colaboración público-privada regulada y transparente, aprovechando la capacidad instalada de la sanidad privada para reducir las listas de espera, con criterios claros de calidad y seguridad.

3. Utilizar el refuerzo de otros profesionales sanitarios, otorgando mayor responsabilidad a la enfermería en el seguimiento de pacientes crónicos y liberando a los médicos de tareas burocráticas.

4. Hacer un uso ordenado e inteligente de la IA y de otras herramientas digitales para aplicar modelos de cribado automático que descarten la normalidad y detecten signos de alarma. Que permitan identificar pacientes graves y reducir la carga de trabajo innecesaria sobre los especialistas.

El sistema sanitario español ha sido un referente internacional. Pero hoy, cuando obtener un diagnóstico puede convertirse en una carrera de meses o años, podemos afirmar sin rodeos que ha dejado de funcionar.

Las listas de espera no son inevitables. Son el resultado de decisiones políticas y de gestión. Y mantenerlas, cuando hay soluciones viables para ellas, es más que una irresponsabilidad: es una falta de humanidad hacia los más vulnerables.

Llegar a un diagnóstico a tiempo no debería ser un privilegio. Debería ser un derecho garantizado.

Pónganse en la situación de los afectados.

*** Juan Abarca Cidón es el presidente de HM Hospitales.