Kim Jong-un  junto a un orfanato del compejo de Wonsan.

Kim Jong-un junto a un orfanato del compejo de Wonsan. Reuters

Tribunas

Lo que ven los turistas en Corea del Norte no es real

El turismo en Corea del Norte funciona como un vasto museo de idolatría y como una herramienta de propaganda creada por el régimen.

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Entre los recientes desarrollos en Corea del Norte, la reanudación de la industria turística ha atraído la mayor atención global. En respuesta a la pandemia de la Covid-19, el régimen adoptó lo que podría considerarse el enfoque más típicamente norcoreano: imponer controles físicos extremos para aislar la mitad norte de la península coreana de cualquier contacto con el exterior.

A excepción de las interacciones mínimas necesarias para la preservación del régimen, todas las conexiones externas fueron cortadas, convirtiendo efectivamente al país en la prisión terrestre más grande del mundo.

Tras estas medidas extraordinarias, el mundo ha estado observando de cerca en busca de señales de una reapertura interna. Recientemente, el régimen ha comenzado a mostrar tales señales al reabrir el regreso de misiones diplomáticas de naciones amigas. Y ha comenzado a comercializar paquetes turísticos para ciertos ciudadanos extranjeros.

Desde la perspectiva de un observador externo, el turismo en Corea del Norte resulta distintivo. A menudo se considera a Corea del Norte como el lugar más extraño y desconocido de la Tierra.

Visitar Corea del Norte provoca la sensación de adentrarse en un mundo sacado directamente de una novela de ciencia ficción: un reino misterioso inaccesible para la persona promedio. Lo que hace a Corea del Norte tan enigmática es su sistema político, la estructura y función de sus instituciones sociales, moldeadas por dicho sistema, y sus consecuencias.

Turistas en Corea del Norte.

Turistas en Corea del Norte. Reuters

El sistema de liderazgo hereditario sostenido a lo largo de tres generaciones dentro de una misma familia, una disposición sin precedentes en el mundo moderno, tiene una profunda significación. Lo que permitió que un sistema tan improbable perdurara hasta hoy fue el continuo fortalecimiento y perfeccionamiento por parte del régimen de una estructura de control súper-centralizada diseñada para su propia supervivencia.

Para mantener el poder, el régimen norcoreano ha manipulado y regulado cada experiencia sensorial accesible a la percepción humana.

Los seres humanos entienden y se relacionan con el mundo a través de sus cinco sentidos: vista, oído, olfato, tacto y gusto, y aprenden a través de estos inputs. Corea del Norte representa el caso más extremo de manipulación sensorial colectiva jamás ejecutado.

El régimen ha diseñado meticulosamente cada aspecto que moldea a los individuos, e incluso a los individuos mismos. Edificaciones, carreteras, señales, estatuas, distribución urbana, alimentos, lenguaje e incluso gestos han sido concebidos para servir a los fines del régimen.

Como resultado, los norcoreanos han sido condicionados para abordar a sus líderes como seres divinos. En tal sistema, cualquier persona que se desvíe de las normas prescritas o desafíe el liderazgo no puede existir verdaderamente como un "individuo".

Los Estados modernos articulan su legitimidad y autoridad mediante narrativas históricas cuidadosamente elaboradas y exhibiciones públicas. En el centro de esta estrategia se encuentra el "museo de historia". Al recorrer distintos países, las huellas culturales e históricas se revelan en sus calles, edificaciones, gastronomía y comportamientos sociales, ofreciendo atisbos de cómo viven y piensan sus habitantes.

Sin embargo, es a través de los museos históricos y los monumentos culturales donde las naciones comunican de manera más explícita su identidad y su pasado. Mediante el encuadre narrativo presente en estas instituciones, los Estados no sólo expresan quiénes son, sino que con frecuencia afirman un sentido de orgullo y superioridad nacional.

"Todo lo que los turistas perciben a lo largo de esos trayectos ha sido cuidadosamente construido y manipulado"

En esta etapa, se vuelve evidente la característica más distintiva del turismo en Corea del Norte. El liderazgo norcoreano ha concentrado todas las identidades históricas, regionales y biológicas en la legitimación del régimen, la preservación de su poder y la santificación de su dirigencia.

Cada ruta turística en el país ha sido meticulosamente planificada por las autoridades. Sólo se abren aquellos itinerarios que no representan amenaza alguna para la estabilidad del régimen, y todo lo que los turistas perciben a lo largo de esos trayectos ha sido cuidadosamente construido y manipulado.

Los visitantes ingresan a un mundo que parece haber sido diseñado deliberadamente con objetivos específicos. El turismo en Corea del Norte funciona como un vasto museo de idolatría y como una herramienta de propaganda creada por el régimen.

El propósito último detrás de todo este diseño es la propaganda del régimen y la obtención de divisas extranjeras. El único objetivo es promover su sistema, eludir las sanciones internacionales y asegurar ingresos en moneda extranjera.

Para lograr este objetivo, el liderazgo norcoreano elimina de manera agresiva todo aquello que se interponga en su camino. Corea del Norte es reconocida como uno de los peores violadores de derechos humanos en el mundo. Con el fin de preservar su sistema hereditario de tres generaciones, el régimen no permite ninguna forma de oposición.

Los criterios de juicio son determinados exclusivamente por la dirigencia, y aquellos considerados desleales son sometidos a castigos severos, que incluyen ejecuciones públicas, encarcelamiento en campos de trabajo político, trabajos forzados y exilio. Como consecuencia de estos abusos sistemáticos, la comunidad internacional ha impuesto sanciones sobre Corea del Norte. Y en respuesta, el régimen ha convertido el turismo en una herramienta de propaganda para evadir dichas sanciones.

Hasta la década de 1970, Corea del Norte consideraba el turismo como un producto de la cultura capitalista y un símbolo de decadencia. Sin embargo, posteriormente fue redefinido como una herramienta política y diplomática al servicio de la propaganda del régimen.

"El régimen norcoreano busca utilizar a los turistas como herramienta para demostrar que no se violan los DDHH y que los residentes llevan vidas felices y normales"

Según la Agencia Telegráfica Central de Corea, Corea del Norte inició su actividad turística dirigida a extranjeros en 1956. Su participación en la Organización Mundial del Turismo (OMT), en la Asociación de Viajes del Asia Pacífico (PATA), y sus esfuerzos por registrar sitios como Patrimonio de la Humanidad ante la UNESCO pueden interpretarse como parte de un intento más amplio por presentarse como un Estado normal ante la comunidad internacional.

No obstante, debido a una serie de incidentes horribles y desafortunados, junto con las continuas violaciones a los derechos humanos, muchos países siguen manteniendo prohibiciones o advertencias de viaje vigentes hacia Corea del Norte.

En última instancia, el régimen norcoreano busca utilizar a los turistas como una herramienta para demostrar que no se violan los derechos humanos y que los residentes llevan vidas felices y normales. Al mismo tiempo, se han incorporado de manera sistemática mecanismos de generación de divisas extranjeras a lo largo de las rutas turísticas.

Desde el momento en que los turistas ingresan a Corea del Norte, son expuestos a experiencias sensoriales cuidadosamente diseñadas por la dirigencia. Gran parte de la infraestructura turística ha sido construida mediante el trabajo forzado de los propios ciudadanos.

Las acciones y el discurso de los norcoreanos que los turistas encuentran durante los recorridos están estrictamente controlados, y si se les hacen preguntas sobre el liderazgo, se les proporcionarán respuestas estandarizadas. Cada elemento destinado a promover al régimen y presentar a Corea del Norte como un estado normal está meticulosamente preparado.

Cuando los turistas comienzan a darse cuenta de que todo lo que ven y oyen está bajo control, la experiencia del turismo norcoreano en sí se convierte en una fuente de temor. La realidad de cometer una violación a los derechos humanos para ocultar otra es perturbadora, pero constituye una verdad innegable del presente.

"Los guías turísticos siguen de cerca a los visitantes durante todo el itinerario para vigilar su comportamiento"

El sentido de misterio en el turismo en Corea del Norte proviene del hecho de que los turistas pueden presenciar con sus propios ojos la totalidad de este diseño. Sin embargo, al mismo tiempo, diversos peligros físicos los acechan.

Debido a la meticulosa manipulación del régimen para la generación de divisas extranjeras (como la propaganda y la imposición de tarifas de cambio excesivas), cualquier acción que altere este sistema o intente exponer las realidades internas puede conllevar castigos.

La mayoría de los alojamientos y sitios turísticos están equipados con dispositivos de escucha, y los guías turísticos siguen de cerca a los visitantes durante todo el itinerario para vigilar su comportamiento. Dañar o mostrar falta de respeto hacia materiales propagandísticos o estatuas idolatradas puede resultar en detención. Actos que infrinjan los límites de las zonas controladas pueden incluso conllevar consecuencias potencialmente mortales.

Por ejemplo, en 2016, el estadounidense Otto Warmbier fue detenido por intentar sacar clandestinamente un cartel de propaganda. Tras un año de tortura, fue devuelto en estado de coma y falleció posteriormente.

De manera similar, en 2008, la surcoreana Park Wang-ja fue asesinada a tiros por soldados norcoreanos tras cruzar una línea de control durante un paseo por la costa en el sitio turístico del Monte Kumgang. Viajar a una región donde la escucha encubierta, la vigilancia, la detención, la tortura y la ejecución son riesgos reales no es, sin lugar a dudas, algo que pueda recomendarse.

En Corea del Norte, existen personas (inocentes, como nosotros) que continúan con sus vidas cotidianas. La comunidad internacional no debe cerrar los ojos ante esta realidad, sino unirse para ayudar a restaurar la humanidad del pueblo norcoreano y trabajar hacia un futuro en el que el turismo auténtico sea posible.

Como ciudadano de Corea del Sur, parte implicada en la cuestión intercoreana, concluyo este escrito con la esperanza de que, algún día, los residentes y los niños de Corea del Norte puedan decir: "Gracias por hacer lo correcto".

*** Park Jun Kyu es fundador del Foro de Líderes Jóvenes de Corea.