Los Juzgados de Violencia sobre la Mujer de Madrid.

Los Juzgados de Violencia sobre la Mujer de Madrid.

Tribunas LA TRIBUNA

Sin futuro para las juezas ni justicia para las víctimas de violencia machista

"Para nosotras, las juezas de violencia, no hay perspectiva de género. Nosotras priorizamos a las víctimas y su atención integral en detrimento de nuestra carrera".

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¿Quién no ha oído hablar de la perspectiva de género?

¿Quién no ha oído hablar de la necesidad de formación y especialización de los jueces de España?

¿Quién no ha oído hablar de que es una obligación que viene impuesta por el Convenio de Estambul y por la Ley Orgánica 1/2004?

¿De lo importante que es la formación en un ámbito tan delicado como la violencia de género?

¿Recuerdan lo que dijo el presidente José Luis Rodríguez Zapatero? "Se crea un poderoso instrumento para derrotar al machismo criminal" .

Qué ironía. Casi veinte años después de que entraran en funcionamiento los juzgados de violencia de género, con lo que sí han acabado estos es con la carrera profesional de sus titulares, mujeres en el 80% de los casos. Mujeres para las que cualquier posibilidad de promoción está vetada legalmente.

Pedro Sánchez en el acto del PSOE con motivo de la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, el pasado jueves.

Pedro Sánchez en el acto del PSOE con motivo de la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, el pasado jueves. Europa Press

Sin que nadie haga nada, sin que nadie remedie esta injusta situación.

Y eso pese al grito desesperado de ellas y de ellos (porque también hay jueces) para que alguien ponga fin a la sangría que está suponiendo que las plazas reservadas a los especialistas, y no sólo en las Audiencias, sino incluso en los Juzgados de Violencia Sobre la Mujer, estén siendo asignadas en los concursos de traslados a compañeros con menor antigüedad en la carrera y que jamás han desempañado su labor en esta jurisdicción.

Y lo más triste. Aplicando una norma que se introdujo en la Ley Orgánica del Poder Judicial tras los Pactos de Estado de 2019 para justamente lo contrario. Para garantizar la formación, la especialización y la experiencia en la detección de la violencia. En la atención y en la protección a las víctimas.

Es fácil pensar "no puede ser". No tiene sentido que un juez de menores, de vigilancia penitenciaria, de instrucción o de un juzgado penal, que nunca ha llevado un asunto de violencia, vaya a tener preferencia en un concurso de traslados, por encima del criterio de antigüedad, sobre un juez de violencia sobre la mujer, ampliamente formado tanto a nivel teórico como práctico en la materia.

Pero al legislador le pareció que para asegurar esa preferencia del especialista, el orden en la adjudicación de esas plazas tenía que ser:

1. Primero, el especialista.

2. Segundo, el que más tiempo haya estado en el orden penal.

3. Tercero, y en defecto de los anteriores, el resto (de cualquier orden, incluidos los mixtos).

Pero ocurre que, por cosas del destino, nunca se convocaron las pruebas.

De hecho, seis años después del mandato legal, siguen sin estar desarrolladas reglamentariamente.

Y además, por cosas del destino, el Tribunal Supremo decidió que los Juzgados de Violencia sobre la Mujer son juzgados mixtos. Esto es, los juzgados no especializados que conocen tanto de procedimientos civiles como penales.

Ni pruebas de especialización, ni consideración como órganos penales, como decía la LO 1/2004. Juzgados mixtos.

Resultado: para cualquier plaza de la sección especializada de violencia sobre la mujer de la Audiencia Provincial se computan cero años de antigüedad, siendo preteridos. Esto es, relegados por cualquier otro compañero del orden penal, al que no pertenecen los juzgados de violencia.

Y eso aunque nunca hayan trabajado en el ámbito de la violencia y tengan mucho menos antigüedad en la carrera.

De modo que las juezas de violencia, ese casi 80% de mujeres que han dedicado su trabajo y esfuerzo diario a la lucha contra la violencia de género, a formarse, a tratar de entender lo que llaman el ciclo de la violencia (el porqué una mujer con el ojo morado te dice que su marido es muy bueno, pero que ella le ha puesto nervioso, y que además es muy buen padre, aunque cuando viene cansado del trabajo o borracho del bar, es mejor no acercarse a él), no tienen posibilidad de promoción alguna.

"Las juezas de violencia, que han dedicado su trabajo y esfuerzo diario a la lucha contra la violencia de género, no tienen posibilidad de promoción alguna"

Se ven atrapadas en unos juzgados de los que llamamos "de batalla", con cada vez más competencias y menos medios personales y materiales.

Como si acabaran de salir de la Escuela Judicial.

Como si empezaran ahora su andadura profesional, sólo que con unos cuantos años más. Con unas cargas familiares que muchas de ella antes no tenían. Y con un futuro profesional incierto, salvo en una cosa: en el ámbito de la violencia, su carrera empieza y acaba en su destino actual.

Quizás ahora se entienda por qué estos juzgados son los de mayor movilidad. Son juzgados "de paso".

Porque año tras año, son los últimos en ser elegidos por los jueces de primer destino, incluso cuando se trata de plazas de categoría de magistrado.

Porque las y los que llevamos muchos años por vocación, con una entrega y sacrificio personal a veces difícil de entender (créanme, cualquier película o cualquier serie que hayan visto sobre la violencia es ampliamente superada por la realidad) no veamos otra salida que huir.

Que intentar, mientras podamos, pasarnos a otra jurisdicción más cómoda, con menos implicación personal y, sobre todo, con alguna posibilidad de promoción.

Porque nosotras, que también somos mujeres, que también tenemos cargas familiares, no importamos. Somos una gota en el océano. No existimos para el CGPJ, para las asociaciones profesionales, para el Ministerio de Justicia, para el legislador.

No tenemos derecho a la carrera profesional. No tenemos futuro.

Para nosotras y nuestra carrera profesional (recuerden, un 80% de mujeres) no hay perspectiva de género. Priorizamos a las víctimas y su atención integral en detrimento de nuestra carrera.

Porque los Juzgados de Violencia Sobre la Mujer son los juzgados más precarios. Y más aun cuando entre en vigor la Ley de Eficiencia Procesal, que prevé que en nueve meses esos juzgados pasarán a conocer también de los delitos contra la libertad sexual, mutilación genital femenina, matrimonio forzado acoso con connotación sexual y la trata con fines de explotación sexual.

Y todo ello sin que se haya previsto dotación de medios materiales o técnicos.

"Nosotras, que también somos mujeres, no existimos para el legislador. No tenemos derecho a la carrera profesional. No tenemos futuro"

Llama la atención que esos juzgados estén ocupados mayoritariamente por mujeres, a diferencia de otras especialidades sí aprobadas y desarrolladas reglamentariamente, como las de la jurisdicción contenciosa o mercantil, cuyos titulares son mayoritariamente hombres. Es posible que ello se deba a que tienen tiempo para estudiar, para promocionar en la carrera profesional.

Pero ¿no es esto discriminación por razón de género?

Y la pregunta es ¿merece la víctima esto?

¿Se ha acordado alguien de ella en todo esto? ¿De verdad que la víctima es la prioridad? ¿O sólo es la excusa para presumir en todos los foros de que España es pionera en la legislación y en la creación de juzgados especializados?

Porque mucho me temo que la víctima es, como siempre, la gran olvidada del sistema. Aquella que sólo cuenta cuando ya no está. Cuando la matan.

Da igual que sea un una juez o una jueza formado o no formado. Con perspectiva de género o sin ella. Con experiencia en la materia o sin ella.

Da igual. Eso no da titulares. Qué mas da que te opere el celador del hospital o el cirujano. El caso es que haya alguien para operar.

La víctima sólo cuenta cuando es un número en una negra estadística que usar como arma. Porque cuando está viva, cuando le pegan, violan, explotan sexualmente, trafican con ella, cuando lo que quiere es una vida mejor para ella y sus hijos e hijas, a todos les da igual quién le atienda.

Del mismo modo que ahora dará igual que desaparezca como tal. Porque será una más de las muchas víctimas a las que habrá de atender el Juzgado de Violencia, colapsado de por sí.

¿Es eso justicia? Yo creo que no.

¿Pueden seguir presumiendo los políticos de todos los colores de nuestro sistema?

Pues me parece que no. Porque para ellas no cuenta eso de "fórmense, señores jueces, fórmense".

Porque ni hay futuro para las juezas de violencia, ni hay Justicia, con mayúsculas, para las víctimas.

*** Myriam Quintero es magistrada del Juzgado de Violencia sobre la mujer nº 1 de Sevilla.