Combatientes de la oposición siria rompen un retrato del presidente sirio Bashar al-Assad en el centro de Alepo, Siria, el 30 de noviembre de 2024.

Combatientes de la oposición siria rompen un retrato del presidente sirio Bashar al-Assad en el centro de Alepo, Siria, el 30 de noviembre de 2024. Karam Al-Masri Efe Siria

Tribunas LA TRIBUNA

Corea del Norte y su responsabilidad en la guerra civil siria

Corea del Norte, el principal aliado del régimen de Bashar al-Assad, no puede evadir su responsabilidad como cómplice de la masacre del pueblo sirio.

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El 8 de diciembre de 2024, la larga y brutal guerra civil siria llegó a su fin. Lo que había comenzado en marzo de 2011 con algunos grafitis desafiantes de jóvenes estudiantes en la ciudad sureña de Daraa concluyó así trece años después.

En las primeras horas del 8 de diciembre, los grupos rebeldes tomaron el control de Damasco, obligando a Bashar al-Assad a huir a Moscú a bordo de un avión ruso.

En todo el país, los sirios que habían soportado la opresión durante mucho tiempo salieron a las calles, pisotearon imágenes de Assad y gritaron: "¡Viva Siria!".

Una ola de euforia recorrió toda la nación mientras la dictadura hereditaria de cincuenta y cuatro años de la familia Assad colapsaba ante la mirada de su pueblo.

Sin embargo, en medio de las celebraciones, los sirios también lamentaron el atroz coste humano del régimen de Assad. Durante ese conflicto de trece años, más de 600.000 vidas se perdieron y quince millones de personas fueron desplazadas de su hogar.

Los rebeldes derribaron las puertas de la prisión de Sednaya, un lugar sinónimo de tortura y ejecuciones masivas, y liberaron a sus prisioneros. Muchos de ellos, con cicatrices visibles de tortura, estaban tan débiles que los rebeldes tuvieron que sujetarlos mientras salían tambaleándose de sus celdas.

"Los cuerpos marcados por la tortura de los supervivientes cuentan una historia aterradora, pero ellos son los afortunados, pues lograron sobrevivir"

Una imagen desgarradora que conmovió a todos fue la de un prisionero protegiendo sus ojos de la luz solar, cegado por una luminosidad que no había visto en cuarenta y dos años de cautiverio.

Entre los liberados se encontraba un niño de tres años y un ciudadano jordano que había estado desaparecido durante treinta y ocho años.

Los testimonios revelan que muchos prisioneros estaban tan traumatizados por la tortura que no podían recordar ni siquiera sus propios nombres, mientras que otros quedaron mentalmente incapacitados.

Y esto describe las condiciones en el área superior de la prisión, que eran más tolerables que la alternativa.

Debajo de la prisión se encontraba un complejo previamente desconocido, que abarcaba tres pisos subterráneos. Las habitaciones estaban llenas de cuerdas colgantes, ropa y zapatos de prisioneros descartados, y una prensa hidráulica no identificada. Los restos manchados de ácido sugerían cómo se habían deshecho de los cuerpos, mientras que la morgue desbordaba de cadáveres.

El único "crimen" de esos prisioneros había sido su desacuerdo con el dictador. Los cuerpos marcados por la tortura de los supervivientes cuentan una historia aterradora, pero ellos son los afortunados, pues lograron sobrevivir.

Casi 100.000 personas más fueron ejecutadas y enterradas en secreto.

La Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas (ICMP, según sus siglas en inglés) estima que 157.000 personas desaparecieron en Siria durante la guerra civil, víctimas de detenciones ilegales y secuestros. Los testimonios que emergen revelan que la policía secreta del régimen de Al Assad torturó y mató a muchos de estos individuos antes de enterrarlos en fosas comunes que ahora están siendo desenterradas.

El 17 de diciembre de 2024, Stephen Rapp, representante de los Estados Unidos contra los crímenes de guerra, visitó las fosas comunes de al-Qutayfah y Najha, cerca de Damasco. En declaraciones a Reuters, comentó: "Es la primera vez que veo una masacre tan espantosa desde el nazismo. No puedo creer que esto haya sucedido en el siglo XXI".

Los crímenes del régimen de Assad van más allá de las ejecuciones masivas. Bashar al-Assad se ha ganado el sombrío sobrenombre de "vampiro" por desplegar armas químicas, incluyendo cloro y gas sarín, contra su propio pueblo.

Detrás del reinado del terror del 'carnicero' Assad se encuentra el apoyo inquebrantable de Corea del Norte. Desde que ambos países establecieron relaciones diplomáticas en 1966, Siria y Corea del Norte han mantenido una alianza alarmantemente cercana.

Durante la Guerra de los Seis Días de 1967 (la tercera guerra arabe-israelí), treinta pilotos de la Fuerza Aérea de Corea del Norte entrenaron a sus homólogos sirios e incluso participaron en ataques aéreos, pilotando MiG-21 soviéticos.

Corea del Norte reforzó aún más al régimen sirio durante la Guerra de Octubre de 1973 (la cuarta guerra árabe-israelí). Hasta hoy, las tumbas de tres pilotos norcoreanos pueden encontrarse en el Cementerio de los Mártires en Najha, en las afueras de Damasco.

"Desde la década de 1970, Corea del Norte ha enviado asesores militares a Siria, incluidos pilotos de la fuerza aérea, unidades de tanques y oficiales de fuerzas especiales"

El lazo entre ambos regímenes se profundizó después de la visita de Hafez al-Assad a Pionyang a finales de septiembre de 1974. Durante esa visita, él y Kim Il-sung acordaron cooperar en todos los sectores, incluido el militar.

Kim Il-sung, en infame dictador de Corea del Norte, estableció un culto a la personalidad y consolidó su control total del poder, gobernando el país desde 1945 hasta su muerte en julio de 1994.

Desde la década de 1970, Corea del Norte ha enviado asesores militares a Siria, incluidos pilotos de la fuerza aérea, unidades de tanques y oficiales de fuerzas especiales. Además, ha suministrado al régimen un significativo arsenal de armas convencionales, incluidos tanques, rifles, cañones y lanzacohetes múltiples.

En la década de 1990, Corea del Norte construyó dos instalaciones de ensamblaje de misiles en Siria, donde se producen anualmente entre treinta y cincuenta misiles Scud.

En octubre y noviembre de 2009 se interceptaron envíos de Corea del Norte con destino a Latakia, Siria, que contenían catorce mil trajes de protección química y biológica.

Ese mismo noviembre se incautaron reactivos para la producción de armas químicas de un buque con bandera liberiana en ruta desde Corea del Norte hacia Siria.

El régimen de Assad ha enfrentado una intensa condena internacional por el uso de armas químicas en combate. Un ejemplo destacado fue el ataque con gas sarín en una zona controlada por rebeldes cerca de Damasco en agosto de 2013. El ataqe dejó 1.429 víctimas mortales.

Bruce Bechtol Jr., profesor de la Universidad Angelo State, dijo: "Corea del Norte proporcionó un apoyo 'desde la cuna hasta la tumba' al programa de armas químicas de Siria. Proveyó armas y componentes, construyó instalaciones de producción e incluso ofreció 'servicios postventa' enviando asesores para brindar entrenamiento técnico y apoyo operativo".

En última instancia, Corea del Norte, como principal aliado del régimen de Assad, no puede evadir su responsabilidad como cómplice de la masacre del pueblo sirio. El régimen de Kim, conocido por violar la libertad y los derechos humanos de sus ciudadanos, y por pisotear la justicia, no es diferente de la familia Assad: es el enemigo del pueblo sirio.

El colapso de la familia Assad sirve como una advertencia contundente para la familia Kim en Corea del Norte. Un gobierno que da la espalda a su pueblo no perdura jamás para siempre.

La historia ha demostrado repetidamente esta verdad. Líderes como Nicolae Ceaușescu de Rumanía, Sadam Husein de Irak y Muamar el Gadafi de Libia fueron derrocados por los rebeldes.

Proteger las vidas y los derechos de los ciudadanos es una obligación legal y moral fundamental de todo gobierno. El gobierno de transición sirio debe garantizar que Bashar al-Assad sea investigado por la Corte Penal Internacional y emprender acciones legales contra Corea del Norte por su complicidad en estos crímenes.

También debe demostrar al pueblo sirio que las atrocidades de Assad no quedarán impunes y que la búsqueda de justicia sigue siendo firme e inquebrantable.

*** Ryu Hyun-woo es exembajador de Corea del Norte en Kuwait. En 2019 desertó a Corea del Sur