El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, el pasado octubre en la fachada del palacete de París que Sánchez le ha regalado a su partido.

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, el pasado octubre en la fachada del palacete de París que Sánchez le ha regalado a su partido. X / @andoniortuzar

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El PNV debió darle el Premio Sabino Arana a Pedro Sánchez

En los últimos 75 años nadie ha hecho por el PNV tanto como Pedro Sánchez al regalarle fraudulentamente el palacete de París.

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Se acaban de conocer los Premios Sabino Arana de este año, cuya entrega en Bilbao, en solemne ceremonia, es el 26 de enero, coincidiendo con el nacimiento del prócer el mismo día de 1865.

Este año, entre las personas o entidades premiadas, no está Pedro Sánchez. Sí está, en cambio, Iñigo Urkullu. Pero eso no es ninguna novedad, puesto que todos los que han sido hasta ahora lehendakaris nacionalistas han sido premiados, no así Patxi López.

Y es que la Fundación Sabino Arana sólo premia lo que, según ella, es bueno para el País Vasco. Desde su punto de vista, claro.

Pedro Sánchez y Aitor Esteban, tras la firma del acuerdo que garantizó los votos del PNV a la investidura del candidato socialista.

Pedro Sánchez y Aitor Esteban, tras la firma del acuerdo que garantizó los votos del PNV a la investidura del candidato socialista. EP

Pero ¿por qué me planteo la posibilidad de que le hubieran otorgado a Pedro Sánchez este año el premio Sabino Arana?

Por una razón irrefutable: que no ha habido, en los últimos 75 años, nadie, sea agente social o persona individual, que haya hecho por el PNV algo equiparable a lo de Pedro Sánchez con el palacete de la Avenue Marceau de París.

Haberle dado al PNV en exclusiva un inmueble por el que este partido lleva suspirando desde que el Estado franquista se lo arrebató al Gobierno vasco por sentencia firme de la justicia francesa en 1951, y convertido, por la cultura política de ese partido, en un icono de la incomprensión y la opresión de los dos Estados vecinos, Francia y España, colma de felicidad al PNV. 

Y ningún otro premiado de toda la historia de los Premios Sabino Arana, desde que fueron instituidos en 1990, se puede equiparar a Pedro Sánchez en ese logro.

Porque se ha premiado, por ejemplo, a un expresidente de la República Italiana, como fue Francesco Cossiga. En su caso, por unas manifestaciones en favor del acuerdo y la negociación para resolver el problema terrorista, como se hizo en Italia con las Brigadas Rojas.

"La satisfacción material que Sánchez le ha dado al PNV es de un orden superior a todo lo que la Fundación Sabino Arana ha premiado hasta hoy"

Se ha premiado también a políticos americanos, por la ayuda que dan a los vascos de la llamada diáspora, tanto en Estados Unidos como en otros países de Hispanoamérica.

A políticos europeos, de Córcega, Escocia, Flandes y hasta Georgia, por sus posiciones nacionalistas y a la vez proeuropeístas.

Y a políticos españoles también, como Carrillo, el gallego Beiras, Jordi Pujol, Ernest Lluch tras ser asesinado por ETA, o Herrero de Miñón, en todos esos casos por adoptar posiciones políticas que sirven al PNV para conseguir sus objetivos.

Incluso se premió el año 2000 a Margarita Robles. Porque, según decía el fallo, teniendo todos los instrumentos de represión a su mando en la lucha contra ETA, "se dio cuenta de que así no se podía solucionar el problema vasco".

Pero el caso de Pedro Sánchez es distinto. Estamos ante una satisfacción de tipo material, pero sobre todo simbólica, de un orden superior a todo lo que se ha premiado hasta ahora.

Entonces, ¿por qué no le han dado el premio Sabino Arana a Pedro Sánchez este año?

La primera razón podría ser de orden práctico: que el anuncio de la concesión del palacete de París al PNV fue el 24 de diciembre pasado y quizás no ha habido tiempo material para cambiar las cosas.

Pero una razón así no sería suficiente ante lo que se dirime aquí. Tiene mucho más sentido pensar que es porque necesitan en el partido y en su fundación asimilar el hecho de que Sánchez sea el presidente del Gobierno de España. Lo cual resulta demasiado chocante, así de primeras, como para concederle un premio por parte de un partido cuya razón de ser es librarse del yugo español.

Entonces, ¿será cuestión de tiempo que le acaben premiando?

"Todos sabemos que el presidente les ha dado el palacete no porque quiera ayudar a los vascos, sino porque quiere ayudarse a sí mismo"

Pienso que sí, sin duda. A partir de ahora Sánchez se ha convertido en candidato permanente al premio Sabino Arana. Probablemente se lo darán cuando deje de ser presidente, evitando así el morbo inherente al caso.

Y sólo se me ocurre una cuestión por la que desde el PNV se plantearían la duda de darle el premio algún día: la que tiene que ver con la sinceridad del motivo por el que Sánchez ha decidido ayudar tan generosamente a los vascos.

Porque todos sabemos que el presidente les ha dado el palacete no porque quiera ayudar a los vascos, sino porque quiere ayudarse a sí mismo.

Aunque esa razón tampoco me parece decisiva para no darle el premio. Porque, por esa regla de tres, ¿quién actúa con sinceridad en el País Vasco a la hora de favorecer al nacionalismo? ¿Qué porcentaje de población vasca actual es nacionalista por convicción y no por simple y puro interés?

De hecho, el PNV basa su poder incontestable en una poderosa red clientelar mantenida y afecta a base de buenos puestos de trabajo, subvenciones, ayudas directas, contratos y asesorías de todo tipo. Sería ingenuo pensar que la fidelidad al partido de tanta gente viene solo por la convicción, y no también y principalmente por el interés.

No cabe duda de que en el PNV, si son bien nacidos, serán agradecidos. Máxime en un caso como el que nos ocupa, en el que incluso Sánchez ha despreciado la propia historia de su partido. Puesto que en la primera etapa de la gestión del palacete de la Avenue Marceau de París por parte del Gobierno Vasco, la que ocupa el periodo que va desde su compra en 1937 a su confiscación por los nazis cuando entran en París el 14 de junio de 1940, quien estaba a los mandos de la Delegación vasca (controlando tanto el palacete como los edificios en Francia para los refugiados) era un militante del PSOE, Juan Gracia, a la sazón consejero de Asistencia Social en el Gobierno vasco de José Antonio Aguirre, y a quien este dio plenos poderes en París en aquellos momentos trágicos.

Pero nada de esto le habría hecho cuestionarse a Sánchez su decisión. Su objetivo era otro bien conocido.

*** Pedro Chacón es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU.