Videoanálisis de Alberto D. Prieto: "Los tres pilares de la España acomplejada"

ASUNTOS INTERNOS (DESDE BRUSELAS)

Los tres pilares de la España acomplejada

¿Por qué una democracia como España ve su posición geográfica como debilidad y no como oportunidad para tener un peso real en el mundo, como hace Turquía?

4 mayo, 2023 02:36

En poco más de una semana, Pedro Sánchez visitará a Joe Biden en la Casa Blanca. Como ya informamos en EL ESPAÑOL, ambos presidentes cerrarán los términos del aumento en un 50% de la presencia militar estadounidense en España. Y como supimos hace pocos días, también concretarán detalles del acuerdo migratorio por el que Washington desviará a Madrid un número indeterminado de migrantes y refugiados. 

Indeterminados el número, la cadencia, la proporción de cada una de esas condiciones es decir, los que vendrán por "necesidad de fuerza de trabajo", según fuentes de Moncloa; y los que lo harán como "solicitantes de protección internacional", las razones que sustentarán cada decisión... y las del acuerdo en sí.

Sólo parecen claras la oportunidad y la conveniencia políticas. Porque de momento, sólo existe el anuncio, no el acuerdo por escrito.

Sólo dos días después de la cita de Sánchez en el despacho oval, hay elecciones presidenciales y parlamentarias en Turquía. Y usted se preguntará qué tienen que ver ambos eventos... hasta que se fije en el mapa e identifique que España y Turquía son los dos extremos del Mediterráneo. Y que ese mar es hoy el escenario principal de dos convulsiones perfectamente relacionadas y que afectan a Occidente de manera sistémica: la guerra rusa en Ucrania y la crisis migratoria.

Ésta es la primera ocasión en las dos décadas que lleva Recep Tayyip Erdogan en el poder en la que, de verdad, puede perder. Y con esa derrota se acabaría un régimen, una deriva autoritaria e islamizadora y un juego a varias bandas de la república turca: miembro de la OTAN, pero cliente militar de Moscú; alineado con la condena a la invasión, pero contrario a las sanciones; oficialmente laico, pero empeñado en liderar a las naciones musulmanas de Oriente Próximo; teóricamente candidato a integrarse en la UE, pero patrocinador de una republiqueta no reconocida en el norte de Chipre... y enfrentado a Grecia, a veces de manera incluso bélica, y siempre a vueltas con el grifo de los migrantes y los casi cuatro millones de refugiados sirios que acoge.

Si Kemal Kılıçdaroğlu, líder de la coalición de seis partidos que desafían a Erdogan, triunfa caso de hacerlo, muy probablemente, haya que esperar a la segunda vuelta, del 28 de mayo, todos en Occidente la UE, la OTAN debemos estar preparados para el cambio.

Su proyecto interno parece que nos gusta: regreso a un régimen parlamentario, liberación de presos políticos, recuperación de las libertades efectivas de prensa y de culto... reformas democratizadoras anunciadas, todas ellas, para que Turquía deje de ser vista como un problema necesario.

Pero su agenda internacional, en todo caso, es difusa. Kılıçdaroğlu no anuncia grandes cambios, entre otras cosas, porque Ahmet Davutoğlu está en su bloque electoral. El ex primer ministro de Erdogan —antes de la reforma constitucional que lo convirtió casi en sultán— tendría un papel clave en ese eventual Gobierno turco.

Y más allá de sus formas agresivas, la estrategia del actual presidente ha reforzado a Ankara como actor clave en la región: su control del Bósforo, su venta de armas a Zelenski y su compra de material bélico a Putin así como de gas, petróleo y hasta una muy reciente central nuclear, su mediación para paliar la crisis alimentaria con el acuerdo para la salida del grano ucraniano: Erdogan ha sabido jugar el papel de Turquía como potencia regional.

Pero, si volvemos a mirar el mapa, al otro extremo del Mediterráneo —nuestro centro del mundo—, es legítimo preguntarse por qué una democracia consolidada como España con puentes culturales y geopolíticos en toda América, el norte de África y Oriente Próximo, pero sobre todo puerta de entrada desde el Atlántico Norte al teatro de operaciones marítimo donde Europa se juega su futuro ha vivido siempre su geografía como debilidad y no como oportunidad para tener un peso real en la UE y en la OTAN.

Un embajador al que le pregunté hace poco me dijo que para eso hacen falta tres pilares: perspectiva geoestratégica, estabilidad político-social interna y consenso en política exterior.

Sólo la crisis económica y la mala gestión del terremoto de febrero han tambaleado ese segundo pilar en la actual Turquía... pero, aunque democrática y claramente próspera, ninguna de esas tres condiciones se cumplen, ni siquiera se debaten, en la España de hoy en día.

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