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La tribuna

La grafología no es una pseudociencia

La grafología es anterior a la psicología, y aunque en España está menos cuidada que en Francia, los informes confirman que funciona, y que ambas disciplinas pueden establecer un fecundo diálogo.

16 octubre, 2022 02:21

Los grafólogos estamos enfadados y un poco hartos de recibir constantemente descalificaciones por parte de un colectivo, el staff de los colegios de psicólogos, que no tiene idea de cómo se analiza un escrito, ni las técnicas ni los años que hay detrás de esta formación.

¿Cuántas veces formulamos juicios de valor, opinamos, simplemente por haber “oído campanas”? ¿Cuántas veces emitimos un juicio en base a nuestros conocimientos profundos sobre un tema concreto?

Cada vez más empresas recurren a la grafología.

Cada vez más empresas recurren a la grafología.

La mayoría de las personas, y me atrevo a afirmar que casi un 100%, en algún momento de su vida opina sin tener ni idea, simplemente porque su emoción y lo que considera verdadero le inducen a afirmar, defender con puños y con argumentos banales su dogma.

Desde hace más de cien años, casi desde los inicios de la psicología, la grafología -que había nacido antes, concretamente en 1871 con Hippolyte Michon-, empezó por realizar un árbol esquemático y a la vez completo del significado de los gestos gráficos sobre el papel. Ese árbol o mapa ofrecía una fotografía fija de la personalidad del autor.

En aquellos finales e inicio de siglo surgieron muchas voces, opiniones e intérpretes tanto de la psicología -cuyo nacimiento tuvo lugar en Alemania en 1879 en el laboratorio de Wilhelm Wundt-, como de la grafología. Para un no experto estaba claro que se trataba de dos aspirantes a ciencia con un mismo objetivo, analizar la psique humana, aunque cada uno lo abordara con instrumentos distintos. Uno con pruebas de laboratorio, test, asociación de palabras, sueños, dibujos, figuras geométricas… y el otro con la escritura.

"La formación, el aprendizaje continuo y las sucesivas investigaciones que se realizan en muchos lugares del mundo avalan sus informes y confirman que la grafología funciona"

El mal entendimiento entre aquellos primeros intérpretes, la falta de profesionalidad en algunos casos y la ausencia de un lenguaje en común -recordemos que la grafología surge en Francia y la psicología en Alemania- impidieron que lo que podía haber sido un buen matrimonio acabara en divorcio antes de la boda.

Desde aquellos albores cada disciplina ha ido por separado, y cada una ha ido expandiendo con investigaciones el corpus que le da base. Para los grafólogos no hay duda. La formación, el aprendizaje continuo y las sucesivas investigaciones que se realizan en muchos lugares del mundo avalan sus informes y confirman que la grafología funciona.

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De hecho, los miembros del colectivo al que represento invierten tres años de su vida en aprender y después se someten a un examen oficial en Paris de seis horas de duración. Y, posteriormente, si lo superan, a otro con un tribunal.

Me consta que esta preparación no es habitual en nuestro país. Pero la credibilidad que tiene esta formación en Francia, por la que llegó a ser declarada “bien de utilidad pública” por el Gobierno francés, garantiza que ni somos “un timo” ni una “pseudociencia”, como se apuntaba en el reciente artículo publicado en estas páginas con el título "El timo de la grafología en los procesos de selección: mil euros por candidato y pruebas en boli BIC azul".

"Como no existimos para el Gobierno español, adolecemos de estructura corporativa o colegio oficial que pudiera evitar estos excesos"

Y al respecto quisiera aclarar dos puntos. Primero, por lo dicho anteriormente, está claro que la opinión del Colegio Oficial de Psicología no será nunca favorable a los grafólogos. Por otro, no concibo que se pueda cobrar 1.000 euros por un informe de 30, 50 o 120 competencias. Está claro que estamos en un mercado libre y tanto empresas como trabajadores pueden aceptar todo tipo de condiciones económicas y laborales; pero como profesional del ramo me parecen precios abusivos.

Creo que todas estas cuestiones tendrían que ser analizadas por los propios grafólogos pero, lamentablemente, como no existimos para el Gobierno español, adolecemos de estructura corporativa o colegio oficial que pudiera evitar estos excesos.

Como pienso que todo obstáculo es una oportunidad, considero que lo sensato es ir intentar lo que los antiguos psicólogos y grafólogos no consiguieron hace un siglo: dialogar y encontrar puntos de acuerdo. Si no puede ser con el staff, dado que han fosilizado los dogmas, planeemos el futuro con los miles de psicólogos que sí quieren avanzar.

*** María Costa es periodista, grafóloga y presidenta del Círculo Hispano Francés de Grafología.

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