Mensaje mostrado durante una manifestación de la Confluencia Movimiento Feminista en Madrid.

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LA TRIBUNA

La delirante huida hacia delante de la Ley Trans

El postmodernismo y sus distintas ramas identitarias e ideológicas son una religión laica. La obligación de un político honrado es no apuntarse al delirio de la Ley Trans.

8 julio, 2021 03:00

Andan conmocionados en el PSOE porque les han boicoteado en la manifestación del Orgullo Gay como si fueran vulgares fachillas del PP y de Ciudadanos. ¡Casi como si les hubieran metido de una patada en la foto de Colón! Se mesan los cabellos, se rasgan las vestiduras. Querrían sumarse a esos políticos de Podemos que les comen la tostada en la virtuosa carrera del apoyo a cualquier pretensión del colectivo LGTBI.

La Ley Trans es un jardín que se bifurca en mil caminos, a cuál más insensato. Uno de ellos lo ha señalado con muy mala idea el periodista Pablo de Lora imaginando qué sucedería si la infanta Sofía se declarase varón. Toma ahí jardín.

Y ese es sólo uno de los muchos escenarios perturbadores posibles.

La hipótesis de la runaway selection (selección autorreforzante en español) fue propuesta por el estadístico inglés Ronald Aylmer Fisher en la década de 1930. La teoría explica la rápida y sorprendente evolución de unos rasgos físicos sumamente perjudiciales.

Animales macho de ciertas especies cargan, por ejemplo, con cornamentas imposibles. O con colas gigantescas, como la del pavo real. Esos rasgos les permiten entregarse a cortejos al borde de lo suicida. Pero también atraen poderosamente a los depredadores. Esas especies acaban en un camino de perdición porque las hembras prefieren copular con quienes se pasan de exagerados. Los machos cada vez ofrecen más y su público nunca tiene bastante.

La teoría de la selección autorreforzante sirve como ejemplo para explicar ciertas derivas políticas demenciales. En política, las demandas victimistas de individuos y colectivos son respondidas por políticos oportunistas que compiten entre ellos por sus favores. Esto da lugar a una loca huida hacia delante que no necesita siglos, como en el caso de la evolución de las especies, para dispararse. Puede suceder en años, meses o días.

La selección cultural camina a otra velocidad. Sobre todo cuando pones los medios de comunicación a su servicio.

La verdad puede herir a cierto número de personas, pero la mentira destruye a la sociedad entera

Pienso también en el procés catalán. No todo el progresismo apoya, como se ha visto, esa Ley Trans antiilustrada, desestabilizadora y potencialmente iatrogénica. Pero en mi tierra, cuando el Correcaminos de la izquierda más descerebrada adelantó al Coyote convergente, los nacionalistas corrieron en su mayoría tras él. Y despeñaron Cataluña por el barranco. 

Ahí tienen un ejemplo de huida hacia delante. ¿Qué efecto tendrán los desprecios del Orgullo en las ánimas cándidas u oportunistas de los socialistas? Ya veremos. Solomon Asch explicó en su famoso experimento sobre conformidad social por qué solemos aceptar cosas raras. Los individuos cambian su comportamiento, sus ideas y sus actitudes para encajar con las opiniones del grupo. Si el PSOE decide huir hacia delante, es probable que veamos a Carmen Calvo renegar del sexo de todas y todos.

Naturalmente, estoy jugando con las analogías. Pero no tanto. Las huidas políticas hacia delante se originan cuando alguien no se atreve a decirle a otro que está equivocado. Cuando se dejan pasar las primeras mentiras por ignorancia, ventajismo o empatía mal entendida. La verdad puede herir a cierto número de personas. Pero la mentira destruye a la sociedad entera.

El revolcón del PSOE en el Orgullo pudo haberse originado hace decenios, cuando se empezaron a colar conceptos sin fundamento como patriarcado y heteropatriarcado. Cuando ni siquiera la derecha se atrevió a oponerse a una Ley de violencia de género que afirma que la mitad de la sociedad, los hombres, comete crímenes contra las mujeres por el mero hecho de serlo.

La mayoría de los machos de este planeta están sanos y no les falta un tornillo. Tienen, además, tendencia a encontrar mucho más simpáticas a las hembras que a sus compañeros de sexo. La naturaleza se encargó de ello hace millones de años por motivos obvios. No hubiéramos llegado a ser 7.000 millones fallándonos lo más elemental.

El victimismo identitario es un magnífico disparador de la huida política hacia delante

Lo que tomamos por mala fe masculina ancestral no es más que nuestro empeño en ver como una foto fija el resultado de centenares de miles de años de evolución de distintas sociedades humanas con similares constreñimientos y presiones ecológicas. La lavadora, la píldora y las sociedades sin violencia son muy recientes. Y todavía no generales.

El victimismo identitario es un magnífico disparador de la huida política hacia delante. Se empieza aceptando el término patriarcado, sin matizar, y se acaba negando que existan dos sexos o aceptando que este pueda ser autodeterminado por la mera voluntad.

Muchos pensadores han señalado que el postmodernismo y sus distintas ramas identitarias e ideológicas se expresan con los rasgos de una religión laica. El relativismo atrevido de la Ley Trans es fruto de la pérdida de confianza en la razón y la ciencia. Muchos acaban, paradójicamente, en el antihumanismo. Y eso a pesar de guiarles un encomiable espíritu de tolerancia y de justicia social. 

La obligación de un político honrado es no apuntarse al carro del delirio. La ministra Irene Montero ha dicho que este Gobierno trabaja para la felicidad de las personas. Pero desde su ideología runaway y con su ignorancia científica a cuestas, lo que consigue en realidad es hacer mucho daño.

*** Teresa Giménez Barbat es escritora y exeurodiputada.

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