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LA TRIBUNA

Cabemos todas

La autora reivindica un feminismo unido y sin etiquetas, en el que todas las personas se reconozcan en ese compromiso de trabajar por la igualdad.

6 marzo, 2020 03:44

Veo en el telediario que existe una polémica sobre la etiqueta del feminismo, sobre la mejor o superior legitimación para participar en los actos del próximo 8 de Marzo, declarado desde 1975 como Día Internacional de la Mujer por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Parece que están las llamadas feministas clásicas, aquellas que consideran que la lucha por la igualdad de derechos de personas transexuales no se identifica con el feminismo porque estas personas no han sufrido desde el nacimiento como mujer la desigualdad, y que su lucha, por muy justa que sea, es otra.

Están los grupos que defienden e incorporan a las transexuales y colectivos LGTBI, que entienden que el género es un sentimiento con independencia del sexo biológico. Hay otras que han pasado por ese proceso y dicen que no se sienten representadas por la palabra “transgénero” y prefieren ser llamadas “mujeres reasignadas”.

Hay determinados partidos que entienden que el feminismo tiene un color político determinado y que no cabe el FEMINISMO con mayúsculas, el de verdad, fuera de sus filas, expulsando de actos y manifestaciones por la igualdad a los afiliados en formaciones políticas rivales; otras expulsan de la lucha a los varones porque consideran que representan la opresión patriarcal.

Mientras las dirigentes de estos variados grupos se espetan sus lindezas en plataformas públicas y redes sociales, enarbolando banderas, más preocupadas por reivindicar para sí la titularidad de la lucha y apuntarse tantos propios que por remar en la misma dirección, ya llevamos 14 muertas en lo que va de año 2020 por sus parejas o ex parejas.

Seguimos con el techo de cristal, la brecha salarial y la infrarrepresentación de las mujeres en la cúpula judicial

Se habían registrado 166 agresiones sexuales en grupo denunciadas en España desde 2016 hasta 2019, y en el momento de escribir estas líneas acabamos de conocer la noticia de la detención de tres varones en Barcelona por agredir sexualmente a una mujer que parecía inconsciente y grabarlo.

Si vemos las cifras de consumo en España de pornografía y de prostitución en relación con otros países del mundo, los datos resultan escalofriantemente reveladores. En el año 2019, según publica la plataforma de Pornhub, España mantuvo el puesto 12 de los países del mundo en número de visitas a la web, el 68% por varones, y muchos de los contenidos, entre ellos el vídeo más visto, representan escenas que emulan agresiones sexuales en grupo a una mujer pasiva, dormida, drogada, o que abiertamente se resiste.

Somos el primer país de Europa en consumo de prostitución, el tercero del mundo, según datos que ofrecía la actual presidenta del Senado cuando era delegada del Gobierno para la Violencia de Género, obtenidos de un informe de la ONU.

Mientras se gasta tiempo, saliva y tinta en proclamar quién es más o quién es mejor en la defensa de ese cartel del 8 de Marzo, seguimos con el techo de cristal, la brecha salarial y la infrarrepresentación de las mujeres en la cúpula judicial, en los puestos directivos de las grandes empresas, en los grandes despachos de abogados, en la dirección de equipos científicos, en los puestos de rector de universidad o en la dirección de hospitales.

En el caso del sector de la salud, en el que más de un 77% son mujeres, la brecha salarial y el techo de cristal son todavía más sangrantes. Según un informe encargado por la Confederación de Organizaciones Empresariales, presentado el 8 de marzo de 2019, en ese sector la diferencia salarial está cifrada en un 13,9%, 1,7 puntos por encima de la media nacional; y según un informe de Comisiones Obreras de 2017, en la dirección de hospitales públicos hay un 25% de mujeres frente al 75% de varones.

Todas las personas que buscamos la igualdad como compromiso estamos afectadas, todas estamos legitimadas

Este año la ONU, transcurridos 25 años de la Declaración de Beijing, ha adoptado como lema para el 8 de Marzo “Soy de la Generación de Igualdad: Por los derechos de las mujeres”. Creo que es necesario ese compromiso de todas, para que las nuevas generaciones sean Generaciones de Igualdad.

Todas queremos ese mundo mejor, más justo, en el que sean una realidad las declaraciones programáticas, en el que sea algo más que letras doradas el derecho fundamental a la igualdad de nuestra Constitución, o de la Convención Europea de Derechos Humanos. Que no se discrimine, que nos liberemos de los sesgos aprendidos, que miremos con ojos nuevos, con alma infantil, con pureza de corazón.

Todas las personas -porque sí, estoy hablando de personas desde el principio-, todas las personas que buscamos la igualdad como compromiso de vida estamos afectadas. Todas estamos legitimadas. Todas somos feministas, luchamos por la igualdad de derechos y por la igualdad efectiva entre varones y mujeres, luchamos para que no haya estereotipos, para que nos miremos con respeto, también en la sexualidad, también en el deseo.

Todas reivindicamos relaciones entre sujetos que se reconozcan como tales, sujetos que perciben la identidad de esa otra persona, que tienen presente que esa otra persona piensa, que siente, que tiene voluntad. Todas reivindicamos que se nos mire como seres humanos inteligentes, con opinión propia, con criterio, con presencia.

Todas reivindicamos la visibilidad, la voz, la dignidad de ser escuchadas, de que no se nos relegue, que no se nos oculte, que no se nos acalle.

El 8 de Marzo cabemos todas.

*** Mónica García de Yzaguirre es magistrada de la Comisión de Igualdad de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria.

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