El expresident Carles Puigdemont y el ex primer ministro británico Winston Churchill.

El expresident Carles Puigdemont y el ex primer ministro británico Winston Churchill.

PREGUNTAS DE LA SEMANA

No es por la gloria, es por la libertad

29 octubre, 2017 02:50

SÍ. La frase completa sería “Esta batalla no es para ganar la gloria, sino para no perder la libertad”. En algún sitio la he leído o escuchado estos días. Sirve para resumir los sucesos de Cataluña y la decisión acertada del “presidente del 155”, Mariano Rajoy, quien ha necesitado más de ciento cincuenta semanas para masticar, engullir y regurgitar el renombrado artículo constitucional frente la deriva catalana.

Porque no se trata de ganar la gloria, sino de que millones de catalanes no pierdan la libertad hurtada por Puigdemont y su panda, representantes éstos, en el mejor de los casos, de otros tantos millones de catalanes. La frase de arriba podría pertenecer a Winston Churchill. Pronunciada, quizás, en junio de 1944 tras el Día D de la II Guerra Mundial (en Cataluña, la D del DUI se ha convertido en DIU contra el separatismo tras la aplicación del 155; al menos, de momento). Contraponer la gloria a la libertad también suena a Shakespeare. Uno de sus personajes, en Medida por Medida, dice: “La ley no está muerta, aunque durmiese”, tras lo cual Anglo advierte que el cumplimiento estricto de la ley “es ejemplar y disuasorio”. Adecuado también para entender estas últimas 48 horas de vértigo

El expresident Carles Puigdemont este jueves en el Palacio de la Generalitat.

El expresident Carles Puigdemont este jueves en el Palacio de la Generalitat. Toni Albir Efe

Todo esto es lo que han sentido decenas de millones de españoles, que la ley no está muerta, tras la aplicación del 155, sea cual sea el resultado de tan incierta aventura. Porque aquí no se trata de que Mariano Rajoy, el pontevedrés que disparó a un caracol porque iba demasiado deprisa, gane la gloria, sino de

Seamos optimistas. Quienes perdimos la fe en lo divino y en los divinos políticos volvamos a creer en san Pablo (no en Iglesias) cuando decía en una de sus cartas a los romanos aquello de: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.

De cómo va a acabar el lío catalán/español dependerá de si lo vivido es una tragedia griega o es una simple tragedia de payeses llegados desde el tractor al Palau de la Generalitat. La tragedia griega, al final, implica grandeza; de su catarsis emana purificación emocional, mental y espiritual, explican los aristotélicos. Para que esto sea así y haya una verdadera catarsis, en las elecciones del próximo 21 de diciembre se necesitará una condición previa y otra posterior. La primera: que dentro del nacionalismo catalán surja una figura política moderada capaz de recuperar los cientos de miles de votos del seny, del sentido común, lo cual haría posible un dialogo sincero con el gobierno de Madrid. ¿Puede ser ese catalizador Santi Vila, el conseller dimitido? ¡Qué pena que Miquel Roca tenga 76 años! El amigo del rey emérito, el padre de Constitución. Claro que Churchill volvió a ser primer ministro británico con 77 años.

El exconseller Santi Vila y el letrado Miquel Roca.

El exconseller Santi Vila y el letrado Miquel Roca. Generalitat de Cataluña/Europa Press

La segunda condición, íntimamente relacionada con la primera, es que tras estas navidades en la Generalitat se siente un president que esté en las antípodas de Carles Puigdemont, el hombre que ha resultado ser lo que aparentaba: la terminal del palo de la fregona dispuesta a limpiar Cataluña de catalanes españoles. Sea un president como Iceta, o una presidenta como Inés Arrimadas. El uno o la otra podrían ser vicepresidente de la otra y el uno.

En Cataluña cualquier pronóstico es un riesgo superior a los que se enfrentó Pinito del Oro durante años desde su trapecio de oro. Si a la fallecida esta semana hubiéramos preguntado sobre la situación catalana habría contestado sentir vértigo por tanto funambulismo político.

Paciencia. Perseverancia. Perspectiva... Puigdemont. Es lo que pidió el expresident (president para TV3) este sábado en su discurso Postpresidencial. Todo empieza por P, como Perturbado o Perturbador. Pero no, el líder independentista no está loco aunque sí puede volvernos a todos si le seguimos con atención. Puigdemont es, por encima de todo, un personaje de Samuel Beckett.

Como muchas películas de Woody Allen, el expresident parece haber salido de uno de las obras del padre del teatro del absurdo. Seguramente de Rumbo a peor, cuyo mantra es ´fracasa mejor´: “Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez.
Fracasa mejor”. El PIB ya ha sentado a Puigdemont y a Junqueras en sus sillones de fracasados al huir de Cataluña empresas que representan el 30% de su Producto Interior Bruto. Coloquémoslos nosotros en sus sitios porque ya se sabe: “todos nacemos locos, algunos continúan siempre”.

Los Reyes de España, Felipe VI y Letizia.

Los Reyes de España, Felipe VI y Letizia. Gtres

Tras esta semana poco apta para cuerdos, vendrá la siguiente. Tan loca ha sido que Letizia ha debutado como reina total sin sombras en los premios del diario ABC, ante la ausencia de Felipe VI, que se quedó en palacio para seguir la involución en Cataluña. Ha sido la primera vez que una becaria del diario ha reinado por unas horas en el periódico de la monarquía.

Ya solo falta que Felipe VI vuelva a reinar en Cataluña tras haber sido suprimida su firma de leyes aprobadas por el Parlament. Una idea para su discurso de Navidad de este año: hágalo desde Cataluña. Que sea televisado por TV3 solo se le ocurriría a Beckett.

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