La negativa de Podemos, ERC y EH Bildu a la tramitación urgente de la reforma socialista de la ley del 'sí es sí' obligará a que la norma sea debatida durante los días previos al 8-M, Día Internacional de la Mujer, con la intención de movilizar al feminismo en contra de Pedro Sánchez. Lo harán con el argumento, ya esgrimido durante los últimos días, de que el PSOE "pretende volver al Código Penal de la Manada". 

Los socios prioritarios de Sánchez durante los tres primeros años de legislatura evidencian así la soledad del presidente, le obligan a depender del PP a sólo dos meses de unas elecciones municipales y autonómicas que determinarán el futuro de docenas de barones y alcaldes socialistas, y refuerzan la idea que más daño electoral puede hacerle al PSOE entre sus bases moderadas: la de que Pedro Sánchez es un presidente sin margen de maniobra y a merced de populistas, nacionalistas y radicales.

La negativa de ERC y EH Bildu demuestra que los socios "preferentes" de Sánchez lo son en realidad de Podemos y que sólo apoyan al presidente en la medida en que eso les permite cumplir unos objetivos políticos que serían imposibles con alguien como Feijóo en la Moncloa. Como en 2019, cuando ERC negó su apoyo a los Presupuestos Generales y obligó a Sánchez a convocar elecciones anticipadas, los republicanos han abandonado a su suerte al PSOE a pocos meses de una cita clave en las urnas.

La estrategia de Podemos, ERC y EH Bildu obedece a una estrategia política elemental y que no debería sorprender en la Moncloa: distanciarse del PSOE para escenificar frente a sus bases una radicalidad que transmita la idea de que el precio a pagar por Sánchez será todavía más caro tras las elecciones generales de finales de 2023

Y lo cierto es que esa tesis está más cerca de ser cierta que su contraria. Es decir, la de que Sánchez será, de ganar de nuevo las elecciones generales, un presidente independiente y capaz de llevar a cabo un programa político propio. Porque, eliminado Ciudadanos de la ecuación, ¿qué otras opciones le quedan a Sánchez más allá de volver a pactar con quienes hoy le han abandonado a los pies de los caballos?

Mientras tanto, las excarcelaciones y las rebajas de penas provocadas por la ley del 'sí es sí' rozan ya las 500 y suponen un goteo constante de casos (algunos de ellos, como el caso del violador del portal de Lugo, mediáticamente demoledores) que están arruinando la confianza en el Gobierno. Un Gobierno que difícilmente recuperará la iniciativa política mientras no ponga coto a una ley cuyos efectos, por otro lado, seguirán copando titulares aunque la reforma de la norma salga adelante antes de las elecciones de mayo.

El debate jurídico es ya una batalla de sordos. Podemos se ha enrocado en una premisa falsa, la de conservar el consentimiento como eje de la ley, cuando ese consentimiento ya existía en el Código Penal de 2010 (y en todos los códigos penales anteriores, democráticos o no, dado que el bien jurídico protegido en los delitos sexuales siempre ha sido, precisamente, el de la libertad sexual).

Mientras tanto, el PSOE intenta negar la obviedad de que su reforma recupera la estructura jurídica previa, la de la distinción entre abuso y agresión del Código Penal de 2010, aunque lo haga con nomenclaturas creativas de todo tipo (como la de la "agresión sin violencia"), y se ha resignado ya a sacar la reforma adelante con el apoyo del PP. 

Que el PSOE iba a sufrir en la recta final de la legislatura por el distanciamiento de sus socios de gobierno era una evidencia que, es de suponer, los estrategas de Ferraz habrán previsto con creces. Su trabajo ahora será demostrar que lo ocurrido durante estos días no se convertirá de nuevo en la norma si Pedro Sánchez logra revalidar su presidencia. No lo tendrán fácil.