El pacto de investidura entre el Partido Popular y Vox para hacer presidente de la Junta de Castilla y León a Alfonso Fernández Mañueco volvió a poner sobre la mesa un viejo debate.

En una entrevista con este periódico, el ministro de la Presidencia Félix Bolaños deslizó que "si el PP renuncia a pactar con Vox en toda España, el PSOE le ayudará a la gobernabilidad". De este modo, no tendría que repetirse en el futuro lo sucedido en Castilla y León, con la ultraderecha entrando por primera vez en un gobierno en nuestro país.

Esta propuesta es muy razonable. Pero olvida, como le replicó inmediatamente la dirección del PP a Bolaños, que el PSOE pudo haber evitado este escenario indeseable facilitando que gobernase el ganador de las elecciones. Igualmente pasan por alto los socialistas que ese "cordón sanitario" entre los partidos constitucionalistas para evitar que gobiernen los antisistema debe hacerse extensible también a los populistas de izquierda y a los separatistas.

Aprovechó así Génova para insistir al PSOE en la propuesta de Alberto Núñez Feijóo de que las dos principales fuerzas políticas permitan gobernar a la lista más votada.

En una coyuntura política marcada por una polarización de la que se alimentan los populistas, la medida del gobierno de la lista más votada es cabal y pertinente. Pero es necesario ir un paso más allá. El compromiso entre PP y PSOE para dejar gobernar al ganador de las elecciones debe materializarse en un pacto de Estado que haga vinculante y efectiva la medida.  

Compromisos creíbles

No conviene olvidar que los partidos acostumbran a poner encima de la mesa la propuesta de la lista más votada cuando el viento sopla a su favor. Y ahora la corriente le es propicia al presidente del PP, tal y como arroja el sondeo elaborado por SocioMétrica para EL ESPAÑOL. Feijóo es el líder político mejor valorado. Y, de celebrarse hoy las elecciones, obtendría 102 escaños y el 25% de los votos, frente a los 101 escaños y el 25,3% de votos que lograría el PSOE.

Consciente de su potencial electoral, el presidente popular ya se deja querer por los agentes sociales en los foros económicos, aclimatando el terreno de cara a su futura candidatura a la presidencia del Gobierno. También será nombrado senador por designación autonómica, con objeto de poder escenificar plenamente su papel de líder de la oposición midiéndose con Pedro Sánchez en las Cortes.

Es cierto que Feijóo lleva desde 2019 blandiendo la tesis contraria (en palabras de Esperanza Aguirre) a la "coalición de perdedores". Pero cabe suponer que el gallego (al igual que Sánchez en su día) cambiaría de parecer si los vientos de cola pudieran soplar eventualmente en su contra.

A las palabras se las lleva ese mismo viento de intención de voto. Por eso, el "pacto de caballeros" entre PP y PSOE no tiene sentido a la postre si ambos partidos mantienen sus vetos cruzados.

Si Feijóo está realmente comprometido con la defensa de las instituciones frente al populismo, haría bien en recuperar la propuesta del expresidente Mariano Rajoy de una reforma de la Ley Electoral para garantizar que gobierne siempre el partido más votado.

Si el PSOE verdaderamente quiere evitar el empuje de Vox, tiene la oportunidad de demostrarlo absteniéndose en la futura votación de investidura de Andalucía para facilitar un gobierno de Juanma Moreno en solitario.

La volatilidad electoral y la fragmentación parlamentaria son los principales escollos para el compromiso mutuo de investir a la lista más votada. Pero reformas como la bonificación de escaños para el ganador podrían facilitar la formación de mayorías en el Congreso en las que apoyarse para la investidura. Además, como explican los politólogos, el sistema de la lista más votada generaría previsiblemente incentivos al voto útil.

La mera promesa de dejar gobernar al ganador no sirve de nada si el partido mayoritario no puede contar después con los apoyos parlamentarios necesarios para aprobar las leyes y los presupuestos. Sólo la oficialización de un acuerdo de Estado entre PP y PSOE será capaz de garantizar al mismo tiempo el Gobierno y la gobernabilidad.