Mientras las tropas rusas al servicio del afán imperialista de Vladímir Putin bañan de sangre las calles y barrios de Ucrania, con bombardeos de bloques residenciales, plantas nucleares y guarderías, con ejecuciones de ciudadanos desarmados y a la busca desesperada de refugio, con un éxodo de casi dos millones de ucranianos que sólo encuentra precedentes en la II Guerra Mundial, la cuota de Unidas Podemos no sólo mantiene su cerril y cándida proclama de “no a la guerra”, sino que levanta el tono y acusa al PSOE de ser “el partido de la guerra”.

Lo es, a juicio de Ione Belarra y su formación, por enviar armas a la resistencia ucraniana para que pueda defenderse, como lo está haciendo, de un ejército invasor muy superior en todas las facetas.

Dentro de esta lógica perversa, Irene Montero ha pedido que mañana, 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer se convierta en el Día del No a la guerra. El argumento es que “las mujeres y las feministas” son “gente de paz”, y que “hay que seguir defendiendo que pare el conflicto y la guerra”. La ministra también aprovechó para apelar al novedoso concepto de la "diplomacia de precisión", único mecanismo útil para "pararle los pies" a Putin. Poco importa que el presidente ruso volviera a prometer ayer, sin mostrar entusiasmo por la negociación o el diálogo, más furia y fuego si Ucrania no se somete a su voluntad.

Devaluación del 8-M

Como sea, resulta grotesco el uso que propone Unidas Podemos del 8-M. Un 8-M que solía reservarse a la noble causa de erradicar el machismo de nuestras sociedades y reivindicar los derechos de las mujeres en todo el mundo, atrozmente vulnerados en decenas de países. No, como aspiran este año, para protestar contra Pedro Sánchez, contra la OTAN y contra la coordinada resolución de los países occidentales de defender la democracia allí donde está amenazada, a estas horas en el mismo corazón de Europa, y cercar a un régimen autocrático liderado por un hombre que tendrá que responder por sus crímenes de lesa humanidad.

Lo que hace Unidas Podemos con esta obscena manipulación de la jornada, con pretextos que deberían quedar claramente disociados del 8-M, es devaluar la causa moral que dicen defender. Y no sólo eso. Llevando a equívoco sobre el verdadero motivo de la manifestación, dañan la imagen del movimiento feminista, lo dividen y contribuyen, en fin, al borrado de las mujeres.

Dignidad, integridad y coherencia

Demuestran Montero y Belarra, con sus actos y con sus palabras, la profunda hipocresía de Unidas Podemos. ¿Hasta cuándo pretenden fingir que, pese a ser el Gobierno, no son el Gobierno? A estas alturas de legislatura, ¿queda algún ciego ante esta realidad? ¿Qué Gobierno español, si no es el suyo, está armando entonces a los combatientes de Kiev?

Si les resulta tan incómoda la posición adoptada por Sánchez, ¿por qué no se dejan guiar por sus principios? ¿Por qué no rompen con “el partido de la guerra”? ¿Por qué se resignan al papel de cómplices, por extensión, de este supuesto Gobierno de la guerra? Tiene explicación. Es más sencillo, y mucho más cómodo, exigir dignidad, integridad y coherencia al resto que aplicársela a uno mismo.