Los sondeos internos que manejan los partidos políticos para las elecciones autonómicas de mañana domingo en Castilla y León (CyL) arrojan un resultado muy diferente al de los sondeos de finales de diciembre, cuando Alfonso Fernández Mañueco convocó elecciones anticipadas por el miedo a que Ciudadanos se sumara a una moción de censura contra él y le diera la presidencia de la comunidad al PSOE. 

Si en aquel momento los sondeos vaticinaban un resultado excelente para el PP y cercano a la mayoría absoluta, hoy el escenario es sensiblemente diferente y el optimismo en el PSOE se ha disparado. Y no ya por el último sondeo del CIS, al que se le debe descontar la habitual labor de cocina de Félix Tezanos. Sino porque ha sido el propio Mañueco el que ha insinuado durante los últimos días la posibilidad de que los socialistas ganen los comicios.  

Salvo sorpresa mayúscula, ni PSOE ni PP conseguirán una mayoría suficiente como para gobernar sin hipotecas. De la España vacía, en el caso del PSOE. De Vox, en el caso del PP.

A la espera del resultado de Ciudadanos, y de confirmarse los sondeos de las últimas horas, el PP habría hecho el peor negocio posible. Romper un Gobierno estable para cambiar a Ciudadanos por Vox. Es decir, sustituir como socio de Gobierno a un partido al que está absorbiendo poco a poco por un partido que aspira a darle el sorpaso.

Y eso, en el supuesto de que la suma de PP y Vox sea superior a la del PSOE con el resto de fuerzas de izquierdas y de la España vacía

El efecto Ayuso

La decisión histórica de desgajar las elecciones autonómicas de Castilla y León de los comicios municipales, junto a los cuales se habían convocado siempre, ha hecho que la atención mediática se centrara como nunca en los candidatos y sus campañas electorales. El más perjudicado por ese foco ha sido el PP. 

Los populares, que han pretendido repetir en CyL el éxito de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones madrileñas (en parte para desmerecerlo, transmitiendo la idea de que ese triunfo no fue mérito de la presidenta, sino del partido), han hecho una campaña ciclotímica y en la que se ha debido recurrir a la desesperada, de forma paradójica, al botón nuclear de la propia Ayuso para levantar unos ánimos muy decaídos.

El PSOE, que se ha limitado a no cometer errores, ha sido el gran beneficiado por esta indefinición del PP. Cualquier resultado que salga de las urnas será bueno para los socialistas. Si gana el PP, porque ese era el resultado previsto y ninguna expectativa quedará defraudada. También, porque Mañueco se verá obligado a gobernar atado en corto por Vox, confirmando el peligro de la llegada de la extrema derecha al poder.

Si salta la sorpresa y el PSOE consigue una mayoría que le permita gobernar, porque ese resultado sería demoledor para Pablo Casado y Teodoro García Egea, los muñidores en la sombra de la convocatoria anticipada de elecciones en CyL. 

El más votado

Si los ciudadanos de CyL no deciden lo contrario este domingo, la comunidad se sumará a esas otras regiones de España en las que la atomización electoral obliga a gobernar junto a partidos populistas y radicales. Que Vox ocupe el lugar de un partido de centro liberal como Ciudadanos o que el neocantonalismo de la España vacía ocupe parte del espacio de la izquierda no es una buena, sino una pésima noticia.

EL ESPAÑOL pide que PP y PSOE pongan pie en pared frente a esa disgregación del electorado, frente a todas y cada una de las formas que adopta el populismo en España (extrema izquierda, extrema derecha, nacionalismo, cantonalismo, provincianismo), y se comprometan a permitir gobernar al partido más votado para que este no se vea obligado a depender de radicales y ventajistas de la política. 

Si PP y PSOE, con la ayuda que pueda prestar Ciudadanos, facilitan la gobernabilidad de CyL, demostrando a los ciudadanos que el populismo no tiene futuro ni posibilidad alguna de acceder al poder por sí solo, será más fácil que el resultado de las futuras elecciones generales sea menos letal para los intereses de los españoles que el de noviembre de 2019.

Ojalá CyL sea la primera de las batallas que PP y PSOE le ganan al populismo