El comunicado conjunto que los jefes de prensa de PSOE, Unidas Podemos, PNV, Junts, EH Bildu, BNG, CUP, Más País-Equo, Compromís, Nueva Canarias y PDeCAT han dirigido a la secretaría general del Congreso de los Diputados para que esta adopte "medidas" contra los periodistas que, en su opinión, "generan un clima de tensión" sitúa a esos partidos en rumbo de colisión con la libertad de prensa.

Desde hace varias semanas se ha convertido en rutina habitual de las ruedas de prensa en el Congreso que los portavoces de partidos nacionalistas o de extrema izquierda como Gabriel Rufián o Pablo Echenique se nieguen a contestar las preguntas de algunos medios alegando su rechazo a participar "en burbujas mediáticas de la ultraderecha". 

La frase no sólo no tiene sentido (¿qué es una "burbuja mediática de la ultraderecha?") sino que resulta especialmente preocupante a la vista del creciente envalentonamiento de unos partidos populistas que han hecho santo y seña del señalamiento de periodistas y que en no pocas ocasiones, y Pablo Iglesias es un claro ejemplo de ello, han puesto en duda la mera existencia de medios de comunicación privados. 

Testaferros abajofirmantes

Es inaceptable que esos partidos emitan, sin dar la cara y utilizando como testaferros a sus jefes de prensa, un comunicado en el que se exige la adopción de "medidas" indeterminadas contra periodistas cuya línea editorial es opuesta a sus intereses.

El hecho de que todos los partidos firmantes formen parte de la mayoría de Gobierno y que los periodistas a los que se alude (sin citarlos) en el documento pertenezcan a medios críticos con esa mayoría es prueba suficiente de que la motivación para exigir su censura a la secretaría general del Congreso es estrictamente ideológica.

Que varios de los partidos escandalizados por esa supuesta "falta de decoro" hayan sido protagonistas destacados de la conversión del Congreso en un escenario para sus grotescas escenificaciones (recordemos la impresora de Rufián, esos juramentos del cargo que oscilan entre lo vergonzoso y lo chulesco, o el escupitajo de un diputado de ERC a Josep Borrell) sólo hace que añadir escarnio al intento de censura. 

Motivo de censura

La libertad de prensa está protegida por el artículo 20 de la Constitución Española y el artículo 11 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Y los medios contra los que se dirige el escrito en cuestión han recibido la misma acreditación de prensa que el resto de periodistas presentes en las ruedas de prensa del Congreso. 

Preguntar con mayor o menor agresividad (y en las ruedas de prensa del Congreso se ha visto a periodistas de medios de izquierdas pegar furiosos manotazos al micrófono tras reprender a los portavoces de Vox) no ha sido jamás motivo de censura hasta ahora. Mientras los periodistas cumplan con las normas más elementales de cortesía, y nada indica que esas normas se hayan violado, los partidos no pueden oponerse a la presencia de esos periodistas en las ruedas de prensa. 

Si esos partidos consideran que algunos medios de derechas (pero no de izquierdas, casualmente) están violando ese decoro, que la Mesa del Congreso dicte unas normas de cortesía parlamentaria aceptadas por todos los medios acreditados.

Pero esas normas no pueden ser caprichosas, subjetivas o quedar al arbitrio de la sensibilidad de unos portavoces que si por algo han destacado no es, precisamente, por su meticuloso respeto al decoro del Congreso. 

Hoy, los partidos de la mayoría de Gobierno pretenden censurar a los medios incómodos de la derecha. Pero de acuerdo con sus vaporosos criterios, el censurado podría haber sido cualquier otro periodista parlamentario, incluidos los que trabajan para medios afines a dicha mayoría de Gobierno. Los partidos son libres de decidir lo que responden en la sala de prensa, no lo que se les pregunta. 

El escrito firmado por PSOE, Unidas Podemos, PNV, Junts, EH Bildu, BNG, CUP, Más País-Equo, Compromís, Nueva Canarias y PDeCAT es inaceptable en una democracia con libertad de prensa y nos retrotrae a épocas felizmente superadas por los españoles. Lo mejor que pueden hacer los partidos implicados es retirar ese escrito, pedir perdón a los medios señalados y volver a esa sana costumbre que consiste en no responder, o en responder con evasivas, a las preguntas que no se quieren responder. El resto es sólo la vieja y reaccionaria censura que tan felizmente descansaba en el olvido.