Las reticencias de la Generalitat y las discrepancias entre ERC y JxCAT obligaron este miércoles a la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, a anunciar la congelación de la ampliación del aeropuerto de El Prat. El proyecto suponía una inversión de 1.700 millones de euros e incluía la extensión de las conexiones ferroviarias hasta la zona.

A pesar de su congelación, Pere Aragonès se ha resistido a dar el proyecto por perdido. Su postura sólo puede calificarse de esquizofrénica. Su partido, ERC, se ha opuesto siempre al proyecto y él mismo lo ha criticado sin mesura por el impacto que tendrá la obra en la colindante laguna de La Ricarda.

Aragonès, sin embargo, ha calificado el frenazo de "chantaje" y ha pedido más tiempo. El Gobierno y AENA, como informa hoy EL ESPAÑOL, han sido muy claros: o se retoma el proyecto inicial o no se volverá a hablar del asunto hasta dentro de cinco años. 

Pero cinco años es un plazo de tiempo muy largo y las implicaciones para los intereses económicos de los catalanes serán enormes. Porque Cataluña es una región castigada por el procés y a la que no le conviene, tras ahuyentar miles de empresas por el 1-O, echar por tierra un proyecto fundamental para su economía. Incluso aunque El Prat no tenga visos de convertirse jamás en ese hub con el que sueña el nacionalismo.

El fracaso del acuerdo expone además las divisiones internas que viven tanto el Gobierno central (con Podemos en contra del proyecto) como el regional. Se trata también de la ruptura del primer y único gran pacto sellado entre Madrid y Barcelona desde la reunión de Pedro Sánchez y Pere Aragonès en junio. En vísperas, además, de dos eventos estratégicos en la agenda de la Generalitat. La Diada, este domingo, y la Mesa de negociación, programada para el 17 o el 18 de septiembre.

Sin consenso

La ministra de Transportes (y exalcaldesa de Gavà) ha afirmado que el posicionamiento "demasiado débil" de la Generalitat respecto a la ampliación imposibilitaba su futuro, que requiere de un "apoyo nítido" y una "decisión madura" que justifique esta "gran inversión".

Un apoyo nítido que ni ha mostrado el presidente regional ni mucho menos esos de sus consejeros que han confirmado su presencia en la manifestación del próximo domingo 19 en la que se protestará contra la ampliación del aeropuerto. 

La manifestación cuenta además con el aplauso de la vicepresidenta Yolanda Díaz tras su alineamiento con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. El rechazo de Díaz no se ha producido únicamente con palabras, sino también con una visita a la Ricarda donde ha apelado emocionalmente a sus compañeros del Consejo de Ministros: "Si ven y tocan este espacio es posible que cambien de opinión".

Para enfado, además, y por si faltaban elementos para el embrollo, de JxCAT. El vicepresidente regional Jordi Puigneró, parte esencial de las negociaciones, ha dicho comprender (como comprende también la patronal catalana) que con el rechazo del proyecto se tira por el desagüe una oportunidad histórica para Cataluña.

Jaula de grillos

Si bien las fricciones dentro de la Moncloa y de la Generalitat están a la vista de cualquiera, parecen aún más evidentes y belicosas entre ERC y Junts, con reproches subidos de tono que dificultan la gobernanza de Cataluña.

Es cierto, como sostiene Puigneró, que Aragonès comete una "frivolidad" al priorizar la flora y fauna de la pequeña laguna sobre una inversión que atraerá millones de euros a la comunidad autónoma. Pero convertir la política en una jaula de grillos hace un flaco favor a los ciudadanos y demuestra que ni siquiera 1.700 millones de euros son capaces de borrar tantos años de división, inmadurez, sectarismo y populismo.