La epidemia de coronavirus está colapsando Italia. Tras cancelarse el Carnaval de Venecia, suspender varios acontecimientos deportivos y decretar que otros se celebren sin público, las autoridades han decidido ahora que, en las zonas afectadas, sea preceptivo guardar una distancia de un metro entre las personas: una absurda zona de seguridad interpersonal.

Con el fin de evitar alarmismos y bulos tóxicos, EL ESPAÑOL publica hoy una guía indicativa de cómo convivir en casa con el virus si sufrimos su sintomatología, tal y como aconseja el 112 cuando la afección no es grave.

Calma social

Aunque Sanidad valore ahora implementar medidas de control en los colegios y en las empresas, la multitudinaria mascletá de Valencia o el Real Madrid-Barcelona de este pasado domingo se celebraron con normalidad. Aun así, conviene que las autoridades insistan en la pedagogía de la calma social. 

El director de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, está haciendo un buen trabajo en ese sentido. A algunos les ha molestado que identifique los últimos contagios en Madrid con la comunidad evangelista, como si al exponer ese dato objetivo estuviera señalando a un determinado grupo. No cabe confundir transparencia e información con mala fe. 

Efecto real

En el fondo, el avance del coronavirus está teniendo un impacto exagerado en nuestra forma de vida, muy superior a su afectación real en materia de salud. La OCDE, por ejemplo, ya recorta la previsión del crecimiento mundial en medio punto. 

En este escenario hay que valorar por tanto la mesura. La psicosis es mala compañera, y no podemos caer en ella, como estamos viendo en Italia con su impracticable ley del metro que sólo sirve para crear más confusión entre los ciudadanos.