España vive el mayor brote infeccioso por listeriosis. Hasta el momento son 175 las personas afectadas por una bacteria que ya se ha cobrado una víctima mortal y un neonato prematuro "cuya madre consumió carne mechada en un bar de Madrid", según informó el ministerio.

Y lo peor es que, como advierten los expertos, la epidemia puede estar en una fase inicial porque el período de incubación de la bacteria es de un mes, y hasta el 15 de agosto la Junta de Andalucía no decretó -con cierta demora- la alarma sanitaria.

Bucle

En justicia, la Consejería de Salud andaluza no pudo activar dicha alarma hasta que no tuvo confirmación oficial de la marca de que efectivamente el brote infeccioso procedía de sus productos. En todo caso, también habría que cargar las tintas contra la empresa cárnica sevillana, que pecó cuando menos de inoperancia ante una catástrofe alimentaria de tal magnitud. 

No se entiende que, en lugar de adoptar una posición común de vigilancia y calma, los partidos se hayan embarrado en una espiral de acusaciones. Mientras PP y Cs piden la comparecencia de la ministra de Sanidad en el Congreso, los socialistas solicitan explicaciones del consejero de Salud, que dará cuentas en el Parlamento regional el próximo 5 de septiembre. Y todo esto cuando desde la Junta señalan al Laboratorio del Ayuntamiento de Sevilla, en poder del PSOE, como responsable del retraso en el inicio de la alerta sanitaria. Un bucle estéril.

Desinformación

Que haya un relato partidista de esta crisis sanitaria resulta bochornoso, y es comprensible que los ciudadanos empiecen a colapsar los centros hospitalarios por una desinformación que es responsabilidad de las autoridades. Esas mismas autoridades que en un primer momento aseguraron, imprudentemente, que los casos de infección irían desapareciendo paulatinamente.

Lo cierto es que si el sistema público de Salud parece estar funcionando ante unas circunstancias dramáticas, lo está haciendo gracias a la profesionalidad y el pundonor de los profesionales médicos para quienes la Sanidad nunca está de vacaciones. Ni en funciones.