Según los cálculos del think tank Civismo que hoy publica EL ESPAÑOL, las grandes compañías del Ibex 35 dejarán de trabajar sólo para pagar a Hacienda el próximo 12 de agosto. La idea de presentar de una forma tan gráfica la presión fiscal a la que están sometidas estas empresas es provocadora, pero retrata bien el yugo que el Estado mantiene sobre la actividad económica.

Ayer ya explicamos que los españoles de a pie dedicamos el esfuerzo de 178 jornadas del año a pagar exclusivamente la multitud de impuestos de las distintas administraciones: de las cotizaciones sociales al IRPF, del IVA a los impuestos especiales, del IBI a Patrimonio y Sucesiones.

Cotizantes

La izquierda suele despachar el debate sobre la alta presión fiscal recordando que en el resto de la UE es más alta. Se trata de una verdad a medias, porque en otros países de nuestro entorno la población activa es proporcionalmente mayor. En España tenemos más paro y una población cada vez más envejecida, con menos cotizantes por tanto. Así pues, a quienes viven de un salario, se les estruja más que en otras partes de Europa.

En todo caso, y volviendo a las compañías del Ibex, pensar que las principales compañías del país, locomotoras que tiran de la economía, de la investigación y la innovación tienen que esperar ocho meses para empezar a destinar la riqueza que generan a reinvertir, a planes de expansión, a crear nuevos empleos y a repartir beneficios es muy elocuente.

¿Más tasas?

Frente al discurso que se quiere imponer desde ciertos ámbitos de que aún se pagan pocos impuestos en España y de que hay margen para crear nuevas tasas, es conveniente recordar que el exceso de tributos asfixia la economía, al punto de que el Estado acaba recaudando menos. La prueba la tenemos muy presente: el récord de ingresos de Hacienda se produjo cuando se consiguió reducir la tasa de paro y se bajaron los tipos impositivos. Ese es el camino.