Pablo Iglesias y Pedro Sánchez han mantenido una reunión de más de dos horas dentro de las rondas de contacto con las principales fuerzas políticas de cara a la formación de un nuevo gobierno. Pese a la duración, la cita de este martes en la Moncloa sólo deja una lectura: a España no le queda más remedio que un gobierno condicionado por Podemos. Ya se verá en qué grado.

Pero la proximidad de la nueva cita con las urnas llevó a Iglesias a refugiarse en el laconismo: "Nos hemos puesto de acuerdo en que trabajaremos para ponernos de acuerdo". Algo significativo en un político que siempre ha abogado por la transparencia y que después de visitar a Sánchez ha pedido "discreción".

Bruselas

En realidad, estas rondas de contactos en Moncloa -tan precipitadas como vacuas- son un mero instrumento de Sánchez para ganar solidez institucional, a la vez que siembra la idea de que Iglesias es su único socio posible por la cerrazón de Casado y de Rivera a facilitarle la investidura y la legislatura. 

Pero que el pacto de izquierdas sea inevitable -o que se venda como tal- es una mala noticia para nuestro país. Más aún cuando Bruselas ya ha alertado con preocupación del incumplimiento del objetivo de déficit que plantea el presidente del Gobierno y que para 2020 ascendería a 11.000 millones de euros más de lo establecido.

Inevitable

Es evidente que el combo entre Sánchez e Iglesias, a tenor de las recetas que Podemos ha arrancado al Gobierno en tal sólo diez meses, se ve con hondo recelo en Europa. El gobierno de colaboración -ya se verá si de coalición- anuncia, al amparo de la doctrina económica de la izquierda más dogmática, un gasto social disparatado y más impuestos en un contexto de franca desaceleración. La tormenta perfecta...