El miércoles el precio de la luz batió un máximo anual (74,58 euros por megavatio/hora) que llegó a superar al récord anterior, alcanzado el pasado martes (71,31 euros/MWh), lo que supone un incremento de un 24% respecto al año anterior.

Es evidente que el recibo de la luz es la preocupación cotidiana por excelencia, pero también la excusa perfecta para la reaparición de Pablo Iglesias antes de su encuentro con el presidente Sánchez de este jueves. De hecho, el líder de la formación morada instó al Ejecutivo a "cortar el paso a los abusos de las eléctricas" y situó en este asunto el futuro respaldo al Gobierno.

Maniqueísmo

Según los expertos, este incremento que nos afecta obedece no tanto a razones climatológicas como al aumento de la cotización del CO2 en el mercado europeo de derechos de emisión -que está elevando el precio del carbón a máximos de 2011-, a la parada de centrales nucleares en Francia o al encarecimiento del gas. 

No cabe duda que todas estas explicaciones que sostienen los especialistas poco le valen al maniqueísmo de los populistas, que en éste, como en otros asuntos, quieren dar respuestas sencillas a problemas complejos. En la reforma del sistema eléctrico trabajan y han trabajado diversos ejecutivos con resultados dispares dada su dificultad. El propio Ministerio para la Transición Ecológica estudia desde hace tiempo una "evolución racional" del precio de la electricidad. 

Inseguridad jurídica

Es muy fácil acusar a las compañías eléctricas de las puntuales subidas tarifarias y excluir por ideología otros condicionantes que determinan realmente lo que ha de abonar cada ciudadano por el consumo de luz. Si de la factura que pagamos se eliminase la carga fiscal y sólo hubiera que afrontar los costes de producción energética, Podemos también pondría el grito en el cielo por cuanto la exención de esos impuestos les restaría recursos para acometer políticas sociales

Parece claro que culpar por sistema a las eléctricas de los incrementos en la factura recuerda a aquella máxima italiana de "Si piove... porco governo. Ma, se non piove... porchíssimo governo!", es decir, que llueva o no llueva, la culpa siempre es del Gobierno: o, en este caso, de las empresas energéticas. 

Es curioso el modo en el que Podemos entiende el funcionamiento de los impuestos y de las rebajas. Mientras que plantea una política fiscal imposible a las clases medias, condiciona el apoyo a Sánchez a una rebaja en el recibo de la luz que, de entrada, generaría una inseguridad jurídica gravísima en un sector capital. Es muy peligroso hacer demagogia con el bolsillo de los ciudadanos.