El presidente del F.C. Barcelona, Joan Laporta.

El presidente del F.C. Barcelona, Joan Laporta.

Columnas LA GALERNA

Exactamente, ¿qué más hay que probar en el caso Barça-Negreira?

Hasta el momento, y han pasado dos años y medio desde que se descubrió el pastel, el Barça no ha logrado acreditar ningún fin legítimo de los pagos a Negreira. Lógico. No lo hay.

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El jueves de la semana pasada asistimos a las primeras testificales del llamado caso Negreira, que más bien habría que llamar caso Barça o caso Negreira-Barça para que, desde el nombre, aparezcan mencionados corrompido y corruptor, respectivamente.

Comparecieron en el juzgado Negreira Jr., Bartomeu y Rosell, pero la gente que ama el deporte limpio y conoce por encima la historia se pregunta qué es exactamente lo que queda por saber, qué es lo que queda por probar y por qué hace falta preguntar nada más a nadie.

El Barcelona fue sorprendido tratando de desgravarse las facturas de unos pagos a un alto dirigente arbitral, Negreira, que a su vez tenía responsabilidades tocantes a la remuneración de los colegiados a su cargo. Están las facturas y está la confesión del propio vicepresidente arbitral, quien afirmó que el Barça le pagaba para garantizar lo que él llamó “la neutralidad”.

¿Qué más se necesita para entender que estamos ante una manipulación de la competición, que al haberse dilatado durante un mínimo de diecisiete años debe además llamarse “corrupción sistémica”, como acertadamente lo calificó el juez instructor Aguirre?

Algunos arguyen que habrá que demostrar que la competición quedó, de hecho, manipulada a raíz de estos pagos.

Quienes esto argumentan ignoran tal vez el concepto de delito de mera actividad. Si alguien orquesta un asesinato, es culpable del delito de orquestarlo, llegue a concretarse el crimen o no.

Javier Enríquez Romero, hijo de Negreira, saliendo de los juzgados de Barcelona tras su declaración.

Javier Enríquez Romero, hijo de Negreira, saliendo de los juzgados de Barcelona tras su declaración. Europa Press

Si yo compro los favores de un dirigente arbitral para garantizarme “arbitrajes neutrales” (lo que equivaldría a comprar un juez para garantizarme que el veredicto no tenga ningún sesgo, rían conmigo), cometo un delito gravísimo, resulte o no fructífera mi trampa.

Para los que, pese a esto, insisten en la necesidad de demostrar que los pagos repercutieron en los arbitrajes, abundan las pruebas indiciarias más graníticas.

Si no te está saliendo bien, ¿por qué pagas durante (mínimo) diecisiete años?

¿Por qué sigues pagando?

¿Por qué, si la inversión no está rindiendo y el personaje no es más que un fullero sin verdadero poder, cuadruplicas el sueldo del sujeto, como hizo Joan Laporta cuando llegó al cargo?

Dos años sin penaltis en contra.

Mascherano, defensa central, cinco años sin un penalti en contra.

Saldo de expulsiones de +65 en el siglo XXI, con un Real Madrid que tiene un saldo de -2 (o sea, sí, cuando el Madrid juega contra Osasuna, Mallorca y el resto de rivales, sufre más expulsiones de las que sufren Osasuna, Mallorca, etcétera).

Videos con jugadas escandalosas en abundancia.

Parece que sí. Que les salió bien la inversión.

El concepto de prueba indiciaria al que aludimos parece que también se le escapa al culé medio, ese que invoca a la necesidad de demostrar que cada árbitro, de manera individual, se benefició de los pagos. Si a ti te agarra la policía con 200 kilos de cocaína en tu domicilio, el mero hallazgo es prueba indiciaria de que eres un narcotraficante. No hace falta ningún vídeo que muestre la cadena de distribución a otros dealers.

Siguiendo en esa línea (con perdón), al Barça le han pillado con farlopa en cantidades industriales, y parece exigir que creamos que era para consumo propio. Aunque no faltan similitudes con Scarface, hay que tener muchas tragaderas para no creer que el dinero de Negreira era precisa y exactamente para lo que todos sabíamos que era.

Se pagaba a Negreira (quizá también indirectamente a Arminio, qepd) para que este, digamos que presuntamente, ejerciera su poder sobre sus subordinados marcando una tendencia en los arbitrajes.

Recordemos que Negreira y Arminio decretaban los ascensos/descensos y las internacionalidades de los colegiados, con la correspondiente diferencia remunerativa.

¿Para qué pasar por el engorro de deslizar infinidad de sobres por debajo de la mesa cuando te puedes comprar, de una, el sistema entero?

Lamine Yamal celebra un gol con el F. C. Barcelona.

Lamine Yamal celebra un gol con el F. C. Barcelona. Europa Press

Hasta el momento, y han pasado dos años y medio desde que se descubrió el pastel, el Barça no ha logrado acreditar ningún fin legítimo de los pagos a Negreira. Lógico. No lo hay.

En este sentido, sí ha sido importante el testimonio de Negreira Jr., quien ha tirado por tierra la posibilidad de que los desembolsos fueran a cambio de informes arbitrales, como parecía sostener el club acusado.

¿Qué dirán ahora? ¿A qué apelarán?

Sorprendentemente, y a pesar de haber sido triturada la hipótesis por el testimonio del hijo de Negreira, Bartomeu dio a entender que seguirán con lo de los informes.

¿Se refiere a los mismos que Luis Enrique o Valverde negaron haber visto jamás? ¿A los que presuntamente llenaban las cajas junto a las que compareció Laporta en aquella aparición chirigotera ante la prensa?

Cuentan fuentes cercanas a Laporta que el verdadero contenido de aquellas cajas era un homenaje a Jack Nicholson en El resplandor. Miles y miles de folios mecanografiados, con diferentes márgenes y tipografía, pero todos ellos con las mismas palabras repetidas hasta la locura: “Antes se pilla a un mentiroso que a un cojo”.