Procesión del Santo Cristo del Desenclavo en León ICAL
La Semana Santa desmonta la profecía de Bill Gates
Gates no tiene razón al afirmar que es posible un futuro sin el ser humano, porque el mundo ya ha sido fundado una vez sobre la premisa contraria.
En febrero de este año, el magnate Bill Gates declaraba con seguridad en un famoso talk show estadounidense que, en un futuro más o menos cercano, "los humanos no serán necesarios para la mayoría de cosas".
Claro que a él sí que lo necesitaremos para que nos siga haciendo esas advertencias, nos explique qué tipo de cosas dejaremos de hacer y nos guíe como un faro luminoso a través del desierto de esta era no humana.
La fungibilidad de los seres humanos del futuro próximo tiene que ver, por supuesto, con la colonización de la inteligencia artificial, tecnología en la que Gates debe tener bastante dinero invertido. Así que es legítimo sospechar si la profecía de Bill Gates no será más bien un deseo lanzado al universo. Quizá es su bolsillo el que necesita que nos encaminemos a un futuro así.
Bill Gates.
Lo que quiere Bill Gates, en realidad, es fundar un nuevo mundo. Pero dos meses después de esa entrevista, los cristianos celebran una Semana Santa más para recordar que nuestro mundo ya fue fundado hace más de dos mil años con la muerte en la Cruz de un judío que aseguraba ser Dios.
Celebran estos días la afirmación de que no hay hombre indigno, no hay hombre que no pueda ser rescatado de su propio sufrimiento y no hay, en definitiva, hombre innecesario.
Este es el misterio que ha servido como cimiento y orientación de nuestra cultura. Somos herederos de quienes, por alguna razón, consideraron que aquello de la Cruz nos exige creer que la vida humana es sagrada. Que un hombre no tiene jamás derecho a dar muerte a otro hombre. Que la redención es posible y que cuidar al débil es un deber de cada uno de nosotros, al margen de lo que haga el vecino.
Así que cuando escucho a Bill Gates hablar de que los seres humanos no serán necesarios, me acuerdo de lo que CS Lewis llamaba "los manipuladores" en su libro La abolición del hombre. Así nombraba Lewis a los hombres que se arrogaban el derecho de decidir el nuevo origen de las cosas y que desean imponer sus nuevas condiciones sobre la raza humana".
Son, si se quiere, "hombres que han sacrificado su parte de humanidad tradicional a fin de dedicarse a decidir lo que a partir de ahora ha de ser la 'Humanidad'".
"Son los motivadores, los creadores de motivos. ¿Pero a partir de dónde sacarán ellos esos motivos?", se preguntaba el genial escritor irlandés.
Gates no tiene razón al afirmar que es posible un futuro sin el ser humano (que es lo mismo que anunciar la abolición del hombre), porque el mundo ya ha sido fundado una vez, tal y como recordamos estos días santos, sobre la premisa contraria.
No sólo no tiene razón Gates, sino que, tal y como advierte Lewis, es bueno no hacerle creer que la tiene:
"Si los rebeldes pudieran vencer, se encontrarían con que se han destruido a sí mismos. La mente humana no tiene más poder para inventar un nuevo valor que para imaginar un nuevo color primario o, incluso, que para crear un nuevo sol y un nuevo firmamento que lo contenga".
La Semana Santa y el discurso de Bill Gates no son compatibles. Hay que fijar posición. Una lleva aguantando el envite más de dos milenios. La alternativa sólo hace repicar las campanas anunciando el fin del mundo.
Casi que compensa salir a procesionar.